En
medio de una reforma a la educación en el país austral, el gobierno anunció que
todo estará listo para que esta iniciativa se materialice en marzo del próximo
año. Un programa que busca beneficiar a unos 730.000 estudiantes.
“Queremos que la educación superior deje de
ser un bien de consumo y sea un derecho social”. Con esta frase la presidenta
de Chile, Michelle Bachelet, ratificaba el anuncio hecho por su ministro del
Interior, Rodrigo Peñailillo, quien en diciembre pasado había manifestado que
en el país austral la educación superior sería gratuita a partir de marzo de
2016. “Esto significa un derecho de
calidad, que no sea una barrera para muchas familias, para que los chicos
puedan seguir estudiando”, agregó la mandataria. Según el propio gobierno este
proyecto, enmarcado dentro de la reforma a la educación, beneficiará a unos
730.000 estudiantes, entre 2016 y 2018.
Frente
a este importante noticia, la comunidad estudiantil en Chile está más que
expectante, pero a su vez, la recibe como la respuesta a un reclamo que suma
varios años de lucha, que se tradujo en una serie de protestas y
manifestaciones en las que se logró convocar a unas 700.000 personas en
Santiago.
“Es una
gran noticia para los que quieren cambios sustantivos en la educación
superior", señaló Aldo Valle, rector de la Universidad de Valparaíso y
presidente del Consejo de Universidades Estatales. "Esta demanda por
gratuidad es consecuencia de las movilizaciones estudiantiles de 2011,
lideradas por los estudiantiles Camila Vallejo, Giorgio Jackson y Gabriel
Boric, hoy todos diputados”.
En
2012, el director de la Oficina Regional de Educación para América Latina y el
Caribe (Unesco), Jorge Sequeira, había indicado al portal Diario U Chile que en
un país como este, con los niveles de desarrollo socioeconómico con los que
cuenta, sería factible pensar en una educación gratuita, aunque aseguró que
debe ser de manera gradual y consensuada, para que todos los actores sociales
se pongan de acuerdo. “Es posible pensar en la gratuidad de la educación. Es un
tema que a todos nos gustaría, pero depende de las posibilidades fiscales de
cada país y de las pautas de desarrollo”, aseguró.
Organizaciones
como la Confederación de Estudiantes de Chile (Confeh) también tienen claro que
el tema de la gratuidad universal. Por eso creen, en medio de la discusión
sobre una reforma a la educación en Chile, que este ‘nuevo sistema’ no puede
girar en torno a cuánto dinero hay, sino cuánto se necesita para mejorar las
condiciones de su educación. “Así entendemos la gratuidad: a partir del
financiamiento a las instituciones como el mecanismo a través del cual el
Estado asegura que las instituciones públicas cuenten con los elementos
necesarios para otorgar una educación de calidad, asegurando el Derecho Social
a la educación”, aseguran en Confeh.
Por su
parte, Camila Mirana, directora del Cefech, dijo en un texto de opinión del
Centro de Investigación Periodística (Ciper) que la educación que quiere Chile
implica constituir un nuevo Sistema de Educación que sea público, gratuito,
democrático, sin lucro y de calidad, que apunte al desarrollo social y
económico del país en la perspectiva de avanzar hacia una sociedad democrática,
inclusiva y pluralista. “Para lograrlo, se requiere transformar el rol de la
educación, reestructurar sus funciones y la estructura educativa en sí misma,
redefiniendo su quehacer y estableciendo un nuevo horizonte para la generación
de conocimiento y de procesos de aprendizajes significativos que debe
considerar necesariamente los principios antes expuestos”, indicó Mirana.
Al
parecer esta consigna de la gratuidad es un llamado a gritos del ecosistema
educativo de la región. Por lo menos, así lo dieron a conocer en marzo de 2014
algo más de 20.000 universitarios de Latinoamérica, España y Portugal. Los
estudiantes se unieron para decir que la gratuidad universal es más favorable
que los préstamos o las de becas para pagar la matrícula. Según una encuesta
presentada por Universia (red formada por 1.262 universidades, presente en 23
países) como preámbulo al III Encuentro Internacional de Rectores, que se dio
cita el año anterior en Río de Janeiro.
Sin
embargo, esta medida tiene sus detractores. Un ejemplo de ello fue la carta
firmada por un grupo de personas vinculadas a la educación, y que fue publicada
el 6 de septiembre de 2014 en El Mercurio, la cual sostenía que “la gratuidad
es regresiva y que podría afectar la calidad al limitar el arancel que las
instituciones desean cobrar”. Según un texto titulado “Gratuidad y calidad en
la educación superior”, publicado en el mismo diario unos cuantos días después,
argumenta que no existe “evidencia seria que permita apoyar estas
afirmaciones”.
Lo
cierto es que, por lo menos, antes de que finalice el segundo mandato de Bachelet,
según la propia presidenta chilena lo ha explicado, la gratuidad en las
universidades de su país podría llegar al menos al 70 por ciento, en caso de
que no se consiga su totalidad. “Nuestra principal reforma en favor de
educación de calidad y además gratuita, sumado a varias ayudas para sostener
los estudios de los jóvenes estudiantes tanto en la educación media como en la
universidad”, afirmó.
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