Ni mito
ni leyenda, los desconectados de servicios públicos domiciliarios son una
realidad
Los
Mitos y las Leyendas son una de las costumbres más importantes del pueblo
colombiano y hacen parte de la tradición oral que se encargó de unir la
fantasía con las creencias populares. El Sombrerón, la Llorona, la Pata Sola,
la Madre Monte, el Mohán, son algunas de esas leyendas de personajes
fantásticos que permanecen en nuestra memoria.
En
Medellín también parece que algunos temas se han vuelto mito: Vemos en vallas
regadas por toda la ciudad, en prensa, tv y radio, que esta ciudad es la más
innovadora y que aquí la plata si se ve; que es una ciudad para la vida; que
tenemos una empresa de servicios que es pública, entre otros maquillajes y
mentiras repetidas al punto de que hemos terminado por creérnoslas.
Y sí;
hay grandes inversiones en proyectos de recuperación del espacio público y para
mejorar la movilidad de la ciudad; vemos cómo los grupos políticos y gremios
económicos dominantes no escatiman en planes y presupuestos para desarrollar
obras de infraestructura como la conexión vial Aburrá Rio Cauca, el túnel de
oriente, los metro cables de las comunas 6 y 8, y el parque del río que para el
año entrante cuenta con una asignación presupuestal de 7 mil millones de pesos
o el cinturón verde -jardín circunvalar- con 4 mil 500 millones.
Mucha
inversión sí, pero en medio de la pobreza a la que la administración municipal
ha empujado a la mayoría de habitantes de la ciudad innovadora ¿por qué los
medellinenses no podemos definir las necesidades a las cuales debe hacérsele
inversión social prioritaria? es un mito mentiroso el del encorbatado que se
preocupa por aminorar los altos costos sociales producidos incluso por esos
desarrollos urbanísticos en la vida y economía de los vecinos de las obras.
Esta
ciudad iluminada con más de 30 millones de bombillas led y 800 kilómetros de
manguera luminosa oculta graves tragedias humanitarias en los barrios
populares: la escasez de agua potable para más de 15 mil personas de la comuna
8 a tan solo 10 minutos del centro de la ciudad; las condiciones de insalubridad
para más de 30 mil familias sin un adecuado sistema de alcantarillado; la
implementación de energía prepago como estrategia comercial de recaudo de
cartera la cual ya tiene más de 100 mil “clientes” en su mayoría desconectados,
miles de desempleados que en su rebusque diario apenas tienen la libertad para
decidir si comprar la comida o la recarga de energía.
¡Y el
agua prepago sí que no es un mito aquí! Ya se impone, como si el agua fuera
mercancía, sabiéndose que más que derecho o mercancía, el agua es vida.
¿Por
qué no hay suficiente presupuesto para los sectores y barrios populares
carentes de obras necesarias como el acceso a alcantarillado que beneficiaría
la salubridad pública y el medio ambiente, pero también la estabilidad del
suelo y la seguridad de la vivienda? ¿Qué voluntades tiene la alcaldía de
Medellín para buscar resolver graves problemáticas sociales como la ausencia de
agua potable, vivienda, energía eléctrica, alimentación, empleo?
Paradójicamente
en días pasados nos enteramos sobre la aprobación del presupuesto de EPM para
los próximos 4 años por la no modesta suma de 10,5 billones de pesos que se
invierten para promover la expansión de los negocios del Grupo EPM, para
modernizar y mejorar su técnica de mercantilización y privatización de nuestros
bienes comunes.
Ante
este panorama no dejamos de preguntarnos: si esa es la inversión que requiere
el negocio ¿cuál será la ganancia? ¿Para quiénes las utilidades?, seguramente
esa platica no la verán jamás en sus vidas los medellinenses “dueños de la
empresa” y por el contario seguiremos asumiendo altos costos por la explotación
de los recursos, el desplazamiento de zonas de generación hidroeléctrica, el
alto costo del agua y la energía aun cuando producimos el 35% de la energía
eléctrica que consume el país; seguiremos viviendo la desconexión de los
servicios, la sed y la oscuridad.
Preocupa
que tantos millones de pesos adornen esta ciudad empobrecida y desigual, que la
administración municipal sea tan opulenta en gastos para llamar la atención de
propios y extraños. Preocupa también que los recursos públicos se destinen a
dinamizar el mercado energético, inmobiliario y de la construcción. ¿Cómo
sentir orgullo en medio de tanta pobreza pero a la vez en medio de tan
exagerada opulencia y de recursos públicos malgastados?
Vecinos
y vecinas, es hora de que reflexionemos sobre la riqueza de Medellín, no para
sentirnos orgullosos, sino para reclamar una inversión más social y enfocada a
garantizar el acceso a los derechos fundamentales ¿cómo podemos seguir tan
tranquilos mientras nuestros vecinos pasan la navidad a oscuras?
Encendamos
el fuego de nuestros corazones e iluminemos el camino hacia la dignidad; porque
en esta ciudad los sectores populares no pueden seguir viviendo en la penumbra
de los mitos construidos a base de exclusión y despojo.
Ni mito
ni leyenda. Frente a la realidad de la desconexión de los servicios públicos
domiciliarios y de la destrucción de nuestros barrios. Es necesario juntarnos,
resistir, actuar.
Te
invitamos a participar de la marcha de los desconectados este 7 de diciembre de
2014. Salida del Teatro Pablo Tobón Uribe. 7 pm.
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