Durante
las movilizaciones estudiantiles del año 2011, impulsadas por la Mesa Amplia
Nacional Estudiantil, como hito reciente se dejó clara la decisión colectiva
del pueblo colombiano de defender la universidad pública y de rechazar la
entrada de las Instituciones de Educación Superior con ánimo de lucro,
planteada inicialmente por el gobierno nacional.
La
defensa del proyecto de país que porta la educación superior, la dimos en
distintas dimensiones de la misma, la necesaria búsqueda de la autonomía
universitaria, de democratización de los órganos de dirección de nuestras
instituciones y del sistema, los reclamos
de adecuada financiación, entre otros, que se convierten sin duda en los
componentes de una verdadera reforma a la educación superior.
Lastimosamente,
la voluntad del gobierno no ha estado enfocada en buscar soluciones de fondo a
los problemas históricos de la educación superior pública; por el contrario, el
avance de los mecanismos financiación a la demanda por sobre aquellos de
financiación a la oferta, el estrangulamiento presupuestal, el excesivo control
político a los proceso de investigación, la presencia mayoritaria en los CSU,
los ataques a la libertad de cátedra, la flexibilidad para la entrega de
registros calificados a instituciones de dudosa calidad y la negativa a
adelantar una verdadera reforma de fondo a nuestro sistema, perpetuán y
profundizan las dificultades.
Se le
suma a los problemas del sector público aquellos que se originan en las
instituciones privadas. Recientemente casos como el de la Fundación
Universitaria San Martín destapan el ánimo de lucro soterrado que se ha tomado
muchas de estas instituciones, en manos de familias que malversan los recursos,
en algunos casos con vínculos con negocios ilícitos e investigados por vínculos
con paramilitares; además, muchas con serios problemas de calidad, y en su
mayoría con ausencia de democracia y garantías democráticas para la participación
y la libre opinión.
En
estas instituciones, cientos de miles de jóvenes colombianos depositan sus
sueños, irrespetados estos por quienes ven en sus instituciones meras fábricas
productoras de dinero. En el caso de la San Martín, proceso que he acompañado
con sus estudiantes desde hace un par de años, llegó a tal punto que no se
pagaron ni los servicios públicos, ni los arrendamientos de las sedes; veía,
desde que empecé con ellos, la necesidad de intervención estatal directa, es
por eso que he mirado con interés los anuncios del gobierno nacional de un
proyecto de ley que se lo permite, pues, siendo francos, las herramientas actuales
del MEN no se lo permiten.
Siendo
consiente de que dicho proyecto no es la salida a los problemas de la educación
superior del país, que éste no puede servir para anestesiar la necesidad de una
reforma profunda en clave de lo demandado por la MANE, y teniendo claro que,
con mayor democracia donde los estamentos vigilen la administración de la
universidad, lo de la San Martín no hubiera ocurrido, no he dado un no rotundo
a la propuesta del MEN.
20.000
Jóvenes están hoy esperando una solución oportuna. La realidad del accionar de
la familia Alvear, con una desidia descarada, pone en riesgo real la educación
de estos compañeros y compañeras. Soy consciente que este proyecto debe
nutrirse de una importante y amplia discusión, quizás el momento del año no sea
el mejor, pero esto ha pasado durante años al frente de muchos, sin acciones
contundentes que orienten solución.
He
estado analizando el proyecto y reconozco riesgos importantes, la inclusión de
las universidades públicas es quizás el más dramático y lo que definiría mi
voto negativo en caso de no retirarse, pues es inconstitucional al introducir
mecanismos de control a las universidades estatales, algo que no le es
permitido al presidente; ya el gobierno tiene espacio en los CSU con presencia
mayoritaria en estos de agentes externos. Los órganos de control del estado
tienen cabida -fiscalía, procuraduría, contraloría-, podrían además alterarse las condiciones de
gobierno universitario aumentando la participación del gobierno, además de que
en muchos casos es el responsable de la crisis que planea intervenir.
Frente
al contenido que permite mecanismos de
inspección, vigilancia y control (así le quieran decir de otra manera), lo que
más preocupa es la carencia de un debido proceso, los limites en el tiempo de
las medidas, la falta de claridad en los mecanismos de progresividad en las sanciones y, por último,
que no conduce a la democratización de la institución, elementos que esperamos
puedan corregirse.
Estoy
convencido de que en un sistema de educación superior pueden coexistir las
instituciones públicas y privadas, pero no en una proliferación de aquellas que
estafan a los estudiantes y afectan los mínimos de calidad. Las buenas
instituciones deben ser protegidas, las malas por el contrario perseguidas y
llevadas a corregir rumbo; en medio de la realidad política de nuestro país que
avanza a la profundización del neoliberalismo, lo mínimo que uno esperaría es
que el estado recupere algo de su posibilidad reguladora y de control, además
porque es quizá la única realidad práctica a alcanzar en nuestras posibilidades
actuales dentro del espacio del Congreso.
Teniendo
en cuenta estas apreciaciones, y mirando que dentro de nuestra realidad
política al interior del congreso más la correlación actual de fuerza del
movimiento social, sería un absurdo pragmático pretender una reforma de fondo,
y que es necesario un mecanismo que permita atender los abusos en contra de los
estamentos y de ese proyecto de país, he decidido no dar una negativa rotunda
al proyecto de ley, por el contrario apoyarlo si se logran intervenir los
asuntos problemáticos expuestos, aunque estoy dispuesto a escuchar y analizar
nuevos argumentos.
1 comentarios:
¡ Dejémonos de vainas ! y Vamos a la CONVOCATORIA A LA INTELECTUALIDAD COLOMBIANA en http://www.monografias.com/trabajos101/convocatoria-intelectualidad-colombiana/convocatoria-intelectualidad-colombiana.shtml
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