Las experiencias de A Luchar, el Frente
Popular y la Unión Patriótica -UP- estuvieron en el centro de los debates del
conversatorio “Movimiento social colombiano: una mirada desde el movimiento
estudiantil 1980 – 1990” organizado por el colectivo Desatando Memorias.
La
actividad se realizó el pasado miércoles 1° de octubre en la Universidad
Nacional. El conversatorio reunió a exponentes de la generación que estuvo al
frente de distintos proyectos políticos de transformación en los 80 y comienzos
de los 90, junto a las jóvenes generaciones herederas de aquellas luchas
sociales. El objetivo, rescatar los aprendizajes de las luchas estudiantiles de
entonces. En palabras de Camila Ortiz estudiante de la Red Revuelta: “la
memoria servirá de motor para las luchas estudiantiles de hoy”.
Los
ponentes fueron Álvaro Villaraga del Frente Popular, Javier Marín de A Luchar y
Sebastián González por la UP, quienes resaltaron la importancia de la unidad
entre los diferentes espectros de la izquierda. Remarcaron que esa unidad
impulsó conquistas que hoy hacen que la universidad para los pobres, aunque en
menor medida, siga existiendo y persistiendo.
Del
debate se concluyó que hay mucho en común entre el movimiento estudiantil de
los 80 con el de ahora, agrupado en la Mesa Amplia Nacional Estudiantil –MANE-.
El primer rasgo en común que se resaltó es el compromiso del estudiantado con
las luchas sociales. En ese entonces el movimiento estudiantil fue influenciado
por los movimientos sociales, donde se crearon importantes espacios unitarios
en los que confluían diversas experiencias organizativas como la Coordinadora
Nacional de Movimientos Cívicos, La Central Unitaria de Trabajadores (1986), la
Organización Nacional Indígena de Colombia –ONIC- (1982), el Comité de Unidad
Estudiantil (1987, en el Encuentro Nacional “Chucho Peña”), la Asociación
Nacional de Usuarios Campesinos –ANUC- y Unidad y Reconstrucción (1987).
0ap2.jpgLa
segunda característica en común que se resaltó, es la persecución política que
padecen los líderes y la base estudiantil y social. Los 80 fueron marcados por
la unidad en la izquierda, con influencia de la unidad entre las guerrillas
expresada en la Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar en 1987 (donde confluían
el Movimiento 19 de abril -M19-, el ejército de Liberación Nacional -ELN-, el
Ejército Popular de Liberación -EPL-, el Movimiento Armado Quintin Lame, el
Partido Revolucionario de los Trabajadores -PRT- y las Fuerzas Armadas
Revolucionarias de Colombia -FARC-). Pero también fue una época marcada por el
asesinato de miles de militantes de las corrientes de izquierda. Álvaro
Villaraga mencionó que muchas de las personas con las que antes gritaban
consignas en las calles, hoy ya no acompañaban las luchas, ya fuera porque
habían sido asesinadas o porque habían abandonado sus ideas de entonces.
La
tercera característica en común que surgió del debate refirió a los diálogos de
paz. En los 90 la división entre la izquierda se generó, según Javier Marín,
por diferencias en las lecturas del momento político. Algunos creían que ante
la nueva Constitución se vivía un
momento de apertura política, mientras que otros, como los integrantes de A
Luchar, creían que no había que creerle a la derecha y que, antes que concertar
acuerdos, había que sostener la lucha. A Luchar y quienes no entraron al pacto
de la nueva Carta Magna hallaban que las instituciones no responderían a los
intereses del pueblo y que el poder había que forjarlo desde las bases.
En el
plano específico del movimiento estudiantil, la diferencia en la lectura de
aquel momento histórico y la inclinación total a la séptima papeleta sin
reivindicaciones propias, causó que se debilitara y se fraccionara.
En el
conversatorio se resaltó que hoy el reto sigue siendo el mismo: "unirnos
sin que haya una facción aplastante, crear una unidad que cuente con la riqueza
de la diversidad, con un movimiento estudiantil que respalde y se apropie de
las luchas sociales pero que también cuente con luchas sectoriales
propias", según se relató en las conclusiones.
Integrantes
de las agrupaciones estudiantiles convocantes anunciaron además nuevas
movilizaciones en contra de la reforma a la Educación Superior (Acuerdo por lo
Superior 2034). Las expectativas pasan por que la Mesa Amplia Nacional
Estudiantil recobre la fuerza con la que contó en el 2011, pero además,
agregaron, "tenga una visión más madura y crítica sobre las promesas del
gobierno".
El
colectivo que organizó la actividad, Desatando Memorias, integra la Red
Revuelta, Identidad Estudiantil y el Congreso de los Pueblos. Concluyeron con
una consigna hecha canción: “Que se agrupen las gentes del pueblo, que se
agrupen en un solo cantar, que la unión hace la fuerza y la fuerza la
libertad”.
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CONVOCATORIA A LA INTELECTUALIDAD COLOMBIANA
Asunto: LA ESTRATEGIA DE LAS LUCIÉRNAGAS Ó LAS LUCES PARA SALVAR A COLOMBIA.
INTRODUCCIÓN:
Según una leyenda china, un súbdito del reino es sentenciado a muerte, el rey, en un acto de “magnificencia” opta por darle una oportunidad al reo, y, en una bolsa opaca, ante todo el mundo, coloca dos esferitas negras y una esferita blanca y le dice: si Ud. saca la blanca, será perdonado, si saca una negra, será condenado. El rey da media vuelta y le cambia la esferita blanca por otra negra (no hay salvación). El reo percibe la perfidia del rey, mete la mano a la bolsa, saca una esferita, se la traga y le dice al rey : “si allá quedaron dos esferitas negras, yo saqué la blanca”………….
Moraleja: En toda causa perdida, siempre hay una estrategia de salvación.
El Libertador Simón Bolívar, en carta al Gran General de Ayacucho Antonio José de Sucre, le decía: “Quiero que Ud. sea el Vicepresidente general de la Gran Colombia. Si Ud. rehúsa, yo también lo haré, y todo perecerá en medio de una confusión espantosa” (1) . A la muerte del Libertador, esta premonición se cumplió al pie de la letra: la Gran Colombia se fragmentó en cinco países, Colombia cayó en manos de una élite gobernante que desde entonces hasta nuestros días, ha utilizado el poder para incrementar y defender a perpetuidad sus privilegios a expensas de la explotación y pauperización del pueblo. Cada familia de esta casta se ha creído digna merecedora del poder, y esta concepción desató en el siglo XIX una serie de guerras civiles (once en total). La última en la que participó directamente la aristocracia criolla, fue en la Guerra de los Mil Días. Los bandos opuestos de esta contienda se dieron cuenta que los intereses y principios eran los mismos y dejaron de pelear entre sí, y en su lugar adiestraron al pueblo en el fanatismo, el sectarismo y la intolerancia, para defender los intereses de sus respectivos bandos .Esta nueva concepción condujo a la violencia más cruel y desalmada que se haya visto en Colombia, con un saldo de 30.000 muertos anuales en promedio (desde 1.947 hasta nuestros días). La violencia estatal constituye una de las constantes de nuestra historia de vida republicana.
La premonición del Libertador no se queda ahí, porque: no tener un lugar en el mundo donde vivir con dignidad es estar propenso a desaparecer en medio de la confusión espantosa; y, esta tragedia es la historia de 32 millones de colombianos, de los cuales, 6 millones de desplazados, fueron desterrados de sus tierras y condenados a vivir en condiciones infrahumanas en los tugurios de las ciudades; 4 millones de exiliados en el exterior en busca de medios para subsistir; los 22 millones de personas restantes no poseen los recursos suficientes para satisfacer sus necesidades básicas (alimento, educación, salud y vivienda).
1 : I. Liévano, Ed. Grijalbo, p. 568, 2.010.
Para ver más, vaya a: http://www.monografias.com/trabajos101/convocatoria-intelectualidad-colombiana/convocatoria-intelectualidad-colombiana.shtml
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