domingo, 19 de octubre de 2014

(Entrevista) Diego Ramírez, vocero estudiantil: “El Acuerdo por lo Superior no es incluyente”

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A propósito de la jornada de movilización estudiantil convocada para este 16 de octubre, Colombia informa habló con Diego Ramírez, representante al Consejo Superior de la Universidad del Cauca, sobre “el Acuerdo por lo Superior 2034”, para informar a la comunidad sobre lo que esto representa, su incidencia en la educación superior y sus diferencias con la ley alternativa que propone la Mesa Amplia Nacional Estudiantil (MANE).
Colombia Informa: ¿Qué es “el Acuerdo por lo Superior 2034”?
Diego Ramírez: “El acuerdo por lo superior 2034” es una política pública de la educación superior. Se presenta el 4 de agosto de este año, luego de un ejercicio que hace el CESU (Consejo Nacional de Educación Superior), órgano asesor del Ministerio de Educación.
Esto viene desde tiempo atrás, con la gira que adelantó la anterior Ministra de Educación María Fernanda Campo por algunas ciudades, intentando estrechar lazos con las distintas regiones, luego de que el Gobierno Nacional en cabeza del Presidente y la Ministra Campo perdieran su legitimidad en el sector educativo a razón de la reforma a la ley 30 que pretendían imponer en el año 2011. De ahí la necesidad de conferir la creación de una política pública para la educación superior a un órgano que fuera ante los ojos de la gente, más amplio, ese es el CESU. Este consejo nacional lo conforman representantes de algunos gremios económicos, instituciones de apoyo al ministerio como el Icfes o el Icetex, delegados de las universidades -en su mayoría privadas-, una representante estudiantil de la Universidad Militar, está también una representación de los profesores, pero básicamente quien más tiene incidencia ahí, es el mismo gobierno.
Se desarrollaron foros en algunas ciudades, sin embargo esos encuentros eran cerrados, solamente participaban los que hacían parte de los gremios o instituciones adscritas al Ministerio de Educación. El estudiantado nunca supo a qué hora se convocaron los foros, los profesores tampoco, nunca participaron; y nunca se recogió lo que la MANE (Mesa Amplia Nacional Estudiantil) construyó desde el 2011. Con el paso del tiempo, ese fue su ejercicio, eso fue lo que el gobierno presentó como propuesta de política pública en agosto.
C.I.: ¿Qué diferencias hay entre “el Acuerdo por lo Superior 2034” con respecto a la propuesta de ley que presentó el gobierno en el 2011?
D.R.: Como ustedes dicen, lo de 2011 fue una propuesta de ley, es decir, tenía que discutirse y aprobarse por el Senado de la República para que fuese incluida dentro de la constitución. En cambio, el Acuerdo por lo Superior 2034 al suscribirse como propuesta de política pública tendría otras formas de implementación, ya no sería por medio del Senado. Al ser política pública, los entes territoriales, por ejemplo, gobernaciones, consejos e incluso las mismas universidades, pueden aprobar dicha política por medio de acuerdos, decretos o resoluciones que sean muy puntuales; incluso podría salir a través de un decreto presidencial.
Esta política pública se presenta con otros matices y con otro lenguaje. En el 2011 se incluyeron puntos complejos como el de las universidades con ánimo de lucro, esta vez lo dejan de lado. Aclaran e insisten que no estipularán el ánimo de lucro dentro del acuerdo (2034). Sin embargo lo que nosotros hemos notado es que los cambios en relación a la reforma de la ley 30 (2011) no son sustanciales, es más una cuestión de lenguaje. Esta política sigue materializando la intención de agudizar la privatización para que el Estado cada vez, se desobligue de su responsabilidad de garantizar una educación de excelencia.
C.I.: ¿Cuáles son los puntos neurálgicos que tiene “el Acuerdo por lo Superior 2034”?
D.R.: El principal problema es que la construcción del acuerdo no fue incluyente. Dejó de lado cualquier proceso democrático, y excluyó a los estamentos universitarios a la hora de sugerir propuestas a los problemas que padece la educación superior. Como estudiantes hemos manifestado la voluntad de participar ampliamente en las decisiones por el devenir de la educación, no queremos que vengan a decirnos cómo tiene que ser la cosa.
Frente a elementos problemáticos del documento (Acuerdo 2034), encontramos asuntos como por ejemplo, la creación de superintendencias de inspección y vigilancia, que estarían en la capacidad de registrar y controlar las diferentes instituciones y su accionar. Estos órganos de vigilancia estarían insertos en todas las decisiones de la universidad, orientando sobre el carácter académico, sobre los programas de las universidades, la administración y financiación de éstos y demás asuntos propios del funcionamiento institucional.
La regionalización de las universidades sin la suficiente inversión desde el Gobierno Nacional es, sin duda, otro problema que se agudizaría con la implementación de esta política pública (2034). Exigirle a las universidades un proceso apresurado de regionalización sin un presupuesto adecuado, se reflejaría en la calidad de la educación. Por otra parte, las instituciones de educación superior estarían conducidas según las necesidades que el mercado identifique en cada región. Habría entonces, una tendencia marcada a la eliminación de programas académicos que no contribuyan necesariamente a las disposiciones económicas y al sector productivo. En estos casos actuarían las superintendencias articuladas a las demandas de la economía y al sector productivo, es lo que creemos.
Respecto a la financiación, vemos que el gobierno no asume en ningún momento las reivindicaciones que tenemos desde el movimiento estudiantil, como es la gratuidad en la educación. Este elemento solo lo menciona el presidente Santos en sus discursos, pero en la política pública no se encuentra estipulado. El presidente ha dicho que la solución para garantizar el ingreso y la permanencia de los estudiantes en las universidades será direccionada bajo los mecanismos del Icetex. Pues bien, el Icetex no regala plata y no ofrece subsidios, solo oferta créditos, es un negocio; esto le generaría endeudamiento a los estudiantes. En síntesis, no cambia en nada con lo que planteaba la reforma a la ley 30 de hace tres años (2011).
En conclusión, estas son orientaciones antidemocráticas y excluyentes, principios rectores del modelo neoliberal, que orienta trasladar las funciones y responsabilidades del Estado al sector privado.
C.I.: ¿Qué pasó con la Propuesta Alternativa de Ley que construyó la Mesa Amplia Nacional Estudiantil?
D.R.: Para responderle, se debe aclarar que la MANE fue el producto de un momento de movilización que tuvo la necesidad de responder y de construir una ley de educación superior alternativa. En este momento la MANE no tiene el mismo ritmo de hace 3 años, en consecuencia, los estudiantes debemos recuperar la actividad y el dinamismo característicos de nuestros escenarios de debate y construcción.
Cabe destacar la iniciativa de algunas organizaciones estudiantiles de retomar la propuesta construida por la MANE e impulsarla hacia el escenario del debate. Sin embargo, no debemos olvidar que lo prioritario es el ejercicio con la gente, que nuevamente sean los estudiantes los que se apropien de la realidad y salgan a manifestar su inconformidad y a sentar posición, más allá de si se llama MANE, o la identidad que el estudiantado quiera darle.
Por otra parte, vemos que la ley alternativa construida por la MANE tiene propuestas más concretas. Ésta se basa en un análisis colectivo de la problemática del modelo educativo, planteando soluciones tangencialmente opuestas a las que ofrece el acuerdo por lo superior. Por eso creemos pertinente desdoblar los avances de la MANE como alternativa y ponerlo a disposición de la movilización.
C.I.: ¿Qué propuestas existen ante el momento que atraviesa el movimiento estudiantil?
D.R.: Desde el Proceso Nacional Identidad Estudiantil del que hago parte, hemos pensado que lo que se viene para el primer semestre de 2015 es un ejercicio de pedagogía con la gente. Los estudiantes a veces no estamos relacionados con lo que pasa en nuestro entorno, por estar concentrados en la academia, por eso se hace necesario entender que no tiene sentido terminar una carrera sino se sabe para qué, o a qué va a salir. En esa medida y bajo nuestro principio de construcción con la gente es importante el poder trabajar en articulación con procesos y dinámicas organizativas del estudiantado. No se trata de simplemente luchar cada quien por su lado, o decir “vea luche”, sino de entender las razones de “por qué emprendemos esta lucha”.
Otra cosa importante que no se puede perder de vista, es que la lucha por la defensa de la educación pública debe tener una articulación total con los demás sectores del pueblo colombiano. De mantenernos aislados, los estudiantes no alcanzaremos en ningún momento a plantear ni siquiera la discusión y el debate. Porque la realidad nos muestra que las consecuencias al ser implementada la política pública (2034), se orientarán en contra de los sectores populares del país y es con ellos que debemos articularnos en defensa de nuestros derechos.

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