La
destitución del académico avalada por el rector de la Universidad Nacional,
Ignacio Mantilla, es un hecho de particular gravedad para la universidad
pública colombiana.
El
pasado viernes 12 de septiembre, Ignacio Mantilla, en un acto reprochable,
avaló la destitución del profesor de sociología Miguel Ángel Beltrán Villegas,
mediante la Resolución #1050 de Rectoría, haciéndole caso al fallo de la
Procuraduría que lo destituyó e inhabilitó por 13 años para ejercer cargos
públicos.
Este
hecho es un gravísimo atentado no solo contra la dignidad humana del profesor y
contra la autonomía universitaria sino incluso contra la misma razón de ser de
la universidad pública que, como institución formadora de ciudadanos libres,
goza (o más bien debería gozar) de libertad de cátedra ya que su función es la
de aportar críticamente, desde la docencia, la investigación y la extensión, a
la transformación del país para solucionar las profundas problemáticas de
inequidad, exclusión y violencia que tiene Colombia. Es la legitimidad misma de
la universidad pública la que está en entredicho.
Ni
siquiera en la Edad Media, denominada oscurantismo por el poder totalitario de
la iglesia en todos los campos de la vida social e individual, ésta última
tenía ninguna injerencia en lo que se pensaba y decía en la universidad,
quedando como única instancia en donde había realmente libertad de pensamiento.
Pero hoy, en pleno siglo XXI en Colombia, la Santa Inquisición, es decir la
Procuraduría, en cabeza del fanático religioso y quemador de libros, Alejandro
Ordoñez, le ordena a la Universidad Nacional que queda prohibido pensar
críticamente en ella, es decir, que no puede cumplir lo que le corresponde en
la sociedad.
Es el
triunfo del modelo confesional, no ya ante el altar de una iglesia, sino ante
el mercado, que reduce a la educación superior como mero espacio para formar
mano de obra cualificada para el capital transnacional sobre el modelo de
construcción y transformación social.
Se
demuestra una vez más que el rector de la Universidad Nacional no es el guía
académico y moral de la institución como correspondería a alguien en su cargo
sino que por el contrario es un triste burócrata, agente del Estado y peón del
gobierno nacional, que en su actitud de perro obediente que lo ha llevado a
donde está, puede incluso, sin sonrojarse, declararse enemigo de la misma
comunidad académica porque de todas formas su puesto no se lo debe a los
profesores y estudiantes sino al Presidente de la República porque la
democracia universitaria no existe ni siquiera en la formalidad de un papel.
Prueba
de lo anterior es que Mantilla, luego de firmar el acta de defunción académica
de Miguel Ángel, escribió en su cuenta de Twitter que “[l]a autonomía
universitaria no es para malgastarla en caprichosas pretensiones sustentadas en
falsas interpretaciones sobre privilegios.”
Tal es
el nivel de indignidad del rector que hasta el Consejo de Sede, por medio de un
comunicado, se había pronunciado de forma contraria. Algunos apartes:
“La
Universidad Nacional de Colombia en uso de la autonomía que le confiere la
Constitución, no solo no limita, sino que fomenta la libertad de pensamiento,
la libertad de cátedra e investigación y la difusión libre y autónoma del
pensamiento, aspectos que se reflejan en el régimen disciplinario interno de la
Universidad.”
“Al
Consejo de la Sede Bogotá de la Universidad Nacional de Colombia, le resulta
sumamente preocupante la decisión de la Procuraduría de sancionar un
pensamiento divergente, distinto, en un régimen propio de un Estado Social y
Democrático de Derecho, al disciplinar al profesor por los mismos tipos de
transgresión que la justicia penal ha declarado inexistentes.”
“Con
estas decisiones el Consejo ve amenazada la autonomía de la Universidad, la
libertad de cátedra e investigación y los derechos de los miembros de la
comunidad académica. En consecuencia, el Consejo solicita un trato adecuado y
justo con los principios de justicia y libertad para el profesor Miguel Ángel
Beltrán Villegas. Invitamos a la comunidad universitaria y a la sociedad a
pedir a la Procuraduría el respeto por el medio académico y universitario. Así
mismo, el Consejo solicita a la Universidad hacer acompañamiento académico al
caso del profesor Miguel Ángel Beltrán Villegas.”
El
rector entonces, no solo nunca defendió a Miguel Ángel sino que incluso está
poniéndose de espaldas a la comunidad académica y a un órgano directivo, que si
bien está presidido por un personaje aún más nefasto que el propio Mantilla, el
vicerrector Diego Hernández, tiene entre sus miembros a excelentes académicos y
a conocedores del derecho constitucional que tienen toda la autoridad a la hora
de expresar que la destitución va en contravía de la Constitución.
Se hace
un llamado a la comunidad universitaria a la movilización en defensa del
pensamiento crítico, en contra de la sanción contra el profesor y contra las
actitudes pusilánimes del rector Ignacio Mantilla porque es la naturaleza de la
universidad la que está en disputa.
Nota: ante los viejos debates que se dan
nuevamente en el Departamento de Sociología sobre los bloqueos, recordar que
éstos son solamente un medio y no el fin. Se requiere es ganar solidaridad y
movilización no solamente en la Facultad de Ciencias Humanas sino de toda la
Universidad y el conjunto de la academia. Un paro no necesariamente genera
movilización y la movilización no necesariamente implica paro; hay que dar la
discusión sobre esto mas no detenerse en ello.
Leonardo
León
@ingcritica
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