Carta a la Comunidad
Universitaria
Que se restituya la
dignidad *
*María
Teresa Pinto Ocampo
Profesora,
pensadora e investigadora crítica y comprometida
Instituto
de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales (IEPRI)
Universidad
Nacional de Colombia
El
profesor Miguel Ángel Beltrán ha sido un investigador y profesor destacado de
varias Universidades Públicas de país. Desde el 2005 el departamento sociología
de la Universidad Nacional de Colombia lo vinculó como profesor e investigador
tras un difícil y competitivo proceso de selección. Habitando las mismas aulas
del profesor Fals Borda, y recogiendo su legado, el profesor Miguel Ángel
asumió la rigurosa formación de las y los estudiantes en los componentes
teóricos y de reflexión en código latinoamericano inculcando a los cientos de
discípulos que han llenado sus cursos un alto compromiso con la realidad del
país y una reflexiva mirada investigativa.
En los
pasillos del bello edificio con el perfil de Colombia donde el departamento de
sociología recoge las reflexiones de sus docentes, el profesor Miguel Ángel
Beltrán continuó con su prolífica agenda de investigación abordando las
complejas preguntas sobre el conflicto armado en Colombia y la paz. En cuanto a
sus apreciaciones del conflicto el profesor Miguel Ángel regreso a las
explicaciones clásicas que revinculaban la confrontación a condiciones
estructurales (o las llamadas “causas objetivas” en la década de los ochenta) y
revisitó la mirada política de los actores armados, entrando en un muy valioso
debate académico con las pesquisas que desde otras orillas argumentaban a favor
de la caracterización de las guerrillas como actores terroristas y desconectados
de discursos y proyectos de transformación social. Sin lugar a dudas el debate
académico generado a este respecto ha sido muy pertinente y fértil ya que la
misma caracterización intelectual de lo que ocurre en nuestro país (“la guerra
sin nombre” de los colegas del Instituto) es un insumo fundamental para las
posibilidades efectivas de solución del más prolongado conflicto del hemisferio
occidental y el que más víctimas ha generado (y sigue generando).
Pero
esta reflexión académica y necesaria no ha sido bien recibida dentro de los
círculos políticos que desconocen la función y la misión misma de las
instituciones de enseñanza y de nuestra Alma Mater en particular: la libertad
de pensamiento y la libertad de cátedra. En el 2009 el profesor Miguel Ángel
fue judicializado bajo los cargos de
rebelión y concierto para delinquir con fines de financiación del terrorismo y
acusado de ser Jaime CienFuegos, un guerrillero de las FARC. Tras dos años de
encarcelamiento bajo la consideración de ser una “persona de alta
peligrosidad”, y de ser negada su presunción de inocencia tanto por el sistema
carcelario como por los medios de comunicación, el profesor y colega Miguel
Ángel fue absolutamente absuelto por una Juez de la República.
Pero,
como ha solido ocurrir en otros casos, la persecución contra la libertad de
cátedra y de pensamiento no paró allí. La Procuraduría General de la Nación
abrió proceso disciplinario en contra del profesor Miguel Ángel bajo los mismos
cargos imputados en el proceso penal (ser ideólogo de las FARC bajo el alias de
Jaime CienFuegos). Desconociendo los principios jurídicos más simples la
Procuraduría falló en segunda instancia en contra del sociólogo y el profesor
ha sido destituido de su cargo como docente de la Universidad Nacional de
Colombia e inhabilitado por 13 años para ejercer cargos públicos. En código
individual, esta sanción implica la muerte académica de un prolífico
investigador del conflicto armado. En código grupal, esto implica la muerte de
la libertad de cátedra y de la autonomía universitaria. En código de paz y
postconflicto, esto devela un nuevo mecanismo que desconoce la diversidad y
busca atacar la complejidad de las interpretaciones académicas sobre el
conflicto en el país. Ninguno de estos aspectos es un asunto doméstico o menor.
Esta
destitución ha sorprendido e indignado a la comunidad académica pues es
evidente que la justicia ordinaria ya falló a favor del profesor y dejo claro
que Miguel Ángel no es Jaime CienFuegos así que no corresponde la apertura de
un nuevo juicio. Asimismo porque resulta
inconcebible que se vinculen como pruebas los escritos académicos del
profesor Beltrán. Escritos que han surtido todas exigencias de la comunidad
académica para ser difundidos por medio de las revistas arbitradas que los
publicaron.
Igualmente,
la Procuraduría claramente esta tergiversado el orden de la causalidad, al
aducir que el profesor Miguel Ángel Beltrán es terrorista por sus posturas
académicas y no por su vinculación orgánica al grupo armado de las FARC-EP
(vinculación de la cual fue declarado inocente por una Jueza de la República).
Es decir, todos aquellos que consideremos que las FARC tienen un origen
campesino, que tienen un proyecto político, que merecen un tratamiento
político, somos miembros de la organización armada (aun sin saberlo, pues
estamos ideológicamente al servicio de la organización armada). En este
sentido, para la Procuraduría las FARC ha dejado de ser una organización
militar con miembros orgánicamente vinculados a sus filas y defendiendo su
proyecto para convertirse en un universo de sentido, en una comunidad imaginada
de la cual todos y todas podemos hacer parte por el simple hecho de compartir
los mas mínimos elementos de cercanía política y académica con la misma.
Este es
un gravísimo atropello, no solo contra el profesor, colega y amigo sino con
todo el espíritu de la libertad de cátedra y pensamiento que ha inspirado el
desarrollo de los sistemas educativos modernos. Asimismo, es una ofrenda contra
la paz y contra la diversidad de opiniones académicas y políticas legitimas a
las que tenemos derecho todas y todos los ciudadanos.
Finalmente,
resulta incomprensible que la rectoría haya acatado sin ninguna objeción esta
destitución existiendo tantos elementos jurídicos, políticos y éticos para
haber tomado una decisión contraria. Exigimos la restitución de la dignidad de
la Universidad Nacional de Colombia y el regreso a los salones de clase y a los
laboratorios de investigación del profesor Miguel Ángel Beltrán.
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