miércoles, 24 de septiembre de 2014

Carta a la Comunidad Universitaria - Que se restituya la dignidad


Carta a la Comunidad Universitaria
Que se restituya la dignidad *
 
*María Teresa Pinto Ocampo
Profesora, pensadora e investigadora crítica y comprometida
Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales (IEPRI)
Universidad Nacional de Colombia

El profesor Miguel Ángel Beltrán ha sido un investigador y profesor destacado de varias Universidades Públicas de país. Desde el 2005 el departamento sociología de la Universidad Nacional de Colombia lo vinculó como profesor e investigador tras un difícil y competitivo proceso de selección. Habitando las mismas aulas del profesor Fals Borda, y recogiendo su legado, el profesor Miguel Ángel asumió la rigurosa formación de las y los estudiantes en los componentes teóricos y de reflexión en código latinoamericano inculcando a los cientos de discípulos que han llenado sus cursos un alto compromiso con la realidad del país y una reflexiva mirada investigativa.
En los pasillos del bello edificio con el perfil de Colombia donde el departamento de sociología recoge las reflexiones de sus docentes, el profesor Miguel Ángel Beltrán continuó con su prolífica agenda de investigación abordando las complejas preguntas sobre el conflicto armado en Colombia y la paz. En cuanto a sus apreciaciones del conflicto el profesor Miguel Ángel regreso a las explicaciones clásicas que revinculaban la confrontación a condiciones estructurales (o las llamadas “causas objetivas” en la década de los ochenta) y revisitó la mirada política de los actores armados, entrando en un muy valioso debate académico con las pesquisas que desde otras orillas argumentaban a favor de la caracterización de las guerrillas como actores terroristas y desconectados de discursos y proyectos de transformación social. Sin lugar a dudas el debate académico generado a este respecto ha sido muy pertinente y fértil ya que la misma caracterización intelectual de lo que ocurre en nuestro país (“la guerra sin nombre” de los colegas del Instituto) es un insumo fundamental para las posibilidades efectivas de solución del más prolongado conflicto del hemisferio occidental y el que más víctimas ha generado (y sigue generando).
Pero esta reflexión académica y necesaria no ha sido bien recibida dentro de los círculos políticos que desconocen la función y la misión misma de las instituciones de enseñanza y de nuestra Alma Mater en particular: la libertad de pensamiento y la libertad de cátedra. En el 2009 el profesor Miguel Ángel fue  judicializado bajo los cargos de rebelión y concierto para delinquir con fines de financiación del terrorismo y acusado de ser Jaime CienFuegos, un guerrillero de las FARC. Tras dos años de encarcelamiento bajo la consideración de ser una “persona de alta peligrosidad”, y de ser negada su presunción de inocencia tanto por el sistema carcelario como por los medios de comunicación, el profesor y colega Miguel Ángel fue absolutamente absuelto por una Juez de la República.
Pero, como ha solido ocurrir en otros casos, la persecución contra la libertad de cátedra y de pensamiento no paró allí. La Procuraduría General de la Nación abrió proceso disciplinario en contra del profesor Miguel Ángel bajo los mismos cargos imputados en el proceso penal (ser ideólogo de las FARC bajo el alias de Jaime CienFuegos). Desconociendo los principios jurídicos más simples la Procuraduría falló en segunda instancia en contra del sociólogo y el profesor ha sido destituido de su cargo como docente de la Universidad Nacional de Colombia e inhabilitado por 13 años para ejercer cargos públicos. En código individual, esta sanción implica la muerte académica de un prolífico investigador del conflicto armado. En código grupal, esto implica la muerte de la libertad de cátedra y de la autonomía universitaria. En código de paz y postconflicto, esto devela un nuevo mecanismo que desconoce la diversidad y busca atacar la complejidad de las interpretaciones académicas sobre el conflicto en el país. Ninguno de estos aspectos es un asunto doméstico o menor.
Esta destitución ha sorprendido e indignado a la comunidad académica pues es evidente que la justicia ordinaria ya falló a favor del profesor y dejo claro que Miguel Ángel no es Jaime CienFuegos así que no corresponde la apertura de un nuevo juicio. Asimismo porque resulta  inconcebible que se vinculen como pruebas los escritos académicos del profesor Beltrán. Escritos que han surtido todas exigencias de la comunidad académica para ser difundidos por medio de las revistas arbitradas que los publicaron.
Igualmente, la Procuraduría claramente esta tergiversado el orden de la causalidad, al aducir que el profesor Miguel Ángel Beltrán es terrorista por sus posturas académicas y no por su vinculación orgánica al grupo armado de las FARC-EP (vinculación de la cual fue declarado inocente por una Jueza de la República). Es decir, todos aquellos que consideremos que las FARC tienen un origen campesino, que tienen un proyecto político, que merecen un tratamiento político, somos miembros de la organización armada (aun sin saberlo, pues estamos ideológicamente al servicio de la organización armada). En este sentido, para la Procuraduría las FARC ha dejado de ser una organización militar con miembros orgánicamente vinculados a sus filas y defendiendo su proyecto para convertirse en un universo de sentido, en una comunidad imaginada de la cual todos y todas podemos hacer parte por el simple hecho de compartir los mas mínimos elementos de cercanía política y académica con la misma.
Este es un gravísimo atropello, no solo contra el profesor, colega y amigo sino con todo el espíritu de la libertad de cátedra y pensamiento que ha inspirado el desarrollo de los sistemas educativos modernos. Asimismo, es una ofrenda contra la paz y contra la diversidad de opiniones académicas y políticas legitimas a las que tenemos derecho todas y todos los ciudadanos.
Finalmente, resulta incomprensible que la rectoría haya acatado sin ninguna objeción esta destitución existiendo tantos elementos jurídicos, políticos y éticos para haber tomado una decisión contraria. Exigimos la restitución de la dignidad de la Universidad Nacional de Colombia y el regreso a los salones de clase y a los laboratorios de investigación del profesor Miguel Ángel Beltrán.

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