jueves, 21 de agosto de 2014

¡SIN LIBERTAD NO HAY ACADEMIA! Entrevista al profesor Miguel Ángel Beltrán Villegas

“De confirmarse este fallo de la procuraduría, la Universidad y la comunidad universitaria en su conjunto se vería afectada sensiblemente, dado que la decisión vulnera uno de los sentidos fundamentales que orienta el quehacer universitario. Esto es la libertad de cátedra de pensamiento. Con mi destitución, quedaría claro algo que las organizaciones defensoras de derechos humanos y los representantes de la oposición política y social han señalado hace ya mucho tiempo: que en Colombia no existe libertad de pensamiento. Que en este país a la gente se le persigue por tener un pensamiento crítico, por pensar diferente.”
El Rebelde: Para los que no lo conocen ¿quién es usted y cuál ha sido su trayectoria?
Miguel Ángel Beltrán: Soy ante todo un académico que he dedicado buena parte de mi vida a la docencia y a la actividad investigativa en diferentes universidades públicas del país. Mis temas de interés han sido el análisis del conflicto social y armado colombiano, el estudio del pensamiento latinoamericano y las teorías sociológicas. Me formé como sociólogo en la Universidad Nacional de Colombia y como licenciado en Ciencias Sociales en la Universidad Distrital “Francisco José de Caldas”. Posteriormente adelanté estudios de posgrado en la Universidad nacional y en otros centros universitarios de México. Cuando me encontraba en este último país, realizando una estancia posdoctoral por invitación del Centro de Estudios Latinoamericanos de la UNAM, fui secuestrado conjuntamente por un operativo realizado por agentes de Colombia y México;  expulsado del país y presentado a la opinión pública como un peligroso terrorista al servicio de las FARC. Tras dos largos años de un proceso judicial plagado de irregularidades fui absuelto de todos los cargos que se me imputaban, esto es, “rebelión” y “concierto para delinquir con fines terroristas (financiación del terrorismo). En el juicio se utilizaron pruebas ilícitas e ilegales como los supuestos computadores del jefe guerrillero “Raúl Reyes” abatido en el vecino país del Ecuador.
El Rebelde: ¿En qué consiste la decisión que  la procuraduría ha tomado en su contra?
Miguel Ángel Beltrán: Básicamente la decisión que ha tomado la procuraduría es la de destituirme de mi cargo como docente de la universidad nacional de Colombia e inhabilitarme para ejercer cargos públicos durante 13 años. Este fallo fue dado a conocer en septiembre del año pasado y al parecer fue confirmado en segunda instancia, esto si damos crédito a los medios de comunicación oficial que suelen acompañar estas noticias de una irresponsable carga de inexactitudes. En el caso mío se ha dicho que la Procuraduría logró comprobar mis nexos con las FARC, afirmación totalmente falsa, pues para empezar el procurador no tiene funciones de juez judicial. Sencillamente, lo que ha hecho este nuevo inquisidor que está al frente de la Procuraduría es, ante el fracaso del montaje judicial que se me hizo, aplicar –de manera arbitraria e irregular- una sanción disciplinaria contra mí, con el fin de silenciarme, apartarme de la cátedra. 
El Rebelde: ¿Cuál es el impacto de esta decisión para la universidad y la comunidad universitaria en su conjunto?
Miguel Ángel Beltrán:  De confirmarse este fallo de la procuraduría, la universidad y la comunidad universitaria en su conjunto se vería afectada sensiblemente, dado que la decisión vulnera uno de los sentidos fundamentales que orienta el quehacer universitario. Esto es la libertad de cátedra de pensamiento. Con mi destitución, quedaría claro algo que las organizaciones defensoras de derechos humanos y los representantes de la oposición política y social han señalado hace ya mucho tiempo: que en Colombia no existe libertad de pensamiento. Que en este país a la gente se le persigue por tener un pensamiento crítico, por pensar diferente. ¿Puede cumplir su tarea misional una universidad en la cual sus docentes son castigados por expresar opiniones disidentes? Me temo que no, la libertad de cátedra ha sido un principio rector de la universidad pública y uno de los principios fundamentales que le da sentido a su quehacer crítico.  Ahora bien, por otro lado, si el rector de la universidad nacional de Colombia, quién será el encargado de firmar o no mi destitución, cede a estas presiones, estará claudicando en la defensa de otros de los principios rectores de la universidad pública, esto es, la autonomía universitaria, que como ustedes saben está consagrada constitucionalmente. Hoy se aplicará esta sanción al profesor Miguel Ángel Beltrán, pero mañana la procuraduría podrá investigar y sancionar a cualquier docente de la universidad nacional que exprese posturas críticas.
Pero el impacto de esta decisión no se restringe al campo puramente universitario, también este fallo tiene graves implicaciones para el país, pues estamos ante un caso donde un nacional es juzgado dos veces por el mismo delito, y esto va creando una nefasta jurisprudencia. La Procuraduría se convierte así en un ente de persecución contra la oposición. Ya tenemos aquí casos repudiables como el de la ex senadora Piedad Córdoba, a quien se le separó de su cargo de parlamentaria, cuando ni siquiera existía un proceso penal en su contra. Sin embargo, las élites políticas colombianas, partidarias de la guerra, necesitaban frenarle el paso a una figura de dimensiones internacionales que venía adelantando importantes gestiones a favor de la paz. Otro tanto ha sucedido con el alcalde Petro que, más allá de las diferencias que tengamos con sus posturas políticas, ha sido hostigado y perseguido por la Procuraduría General de la Nación, y se le ha pretendido separar de su cargo como una manera de castigar sus acciones de gobierno que han afectado los intereses de las élites bipartidistas que siguen administrando el país. ¿Podemos tener confianza en un régimen que por un lado habla de reconciliación, y le exige a la insurgencia gestos de paz, pero por otro lado, a través de sus entes públicos, estigmatiza, persigue y castiga el ejercicio del pensamiento crítico?
El Rebelde: Hemos sido testigos de múltiples persecuciones, señalamientos y estigmatizaciones en contra del pensamiento crítico y sus expresiones. El caso del profesor Renán Vega o de Francisco Tolosa son algunos de los más recientes  ¿cree usted que estas acciones hacen parte de una política contra el pensamiento disidente?
Miguel Ángel Beltrán: En efecto el caso Miguel Ángel  no es el único, pues la persecución contra el pensamiento crítico es una política sistemática ejercida por el estado colombiano para silenciar las expresiones disidentes. Te doy ejemplos concretos: a principios de los años setenta el profesor Antonio García, reconocido por sus importantes aportes a las ciencias sociales Latinoamericanas  y uno de los fundadores de la Facultad de Economía fue destituido de su cargo como docente por oponerse a la toma militar de la Facultad de Medicina; en los años de la aplicación del Estatuto de Seguridad del entonces presidente Turbay (1978-1982), la socióloga María Cristina Salazar, fue judicializada y encarcelada acusada de tener nexos con la insurgencia. Tenemos incluso casos dolorosos en que no sólo se ha recurrido a la persecución judicial sino que se ha atentado contra la integridad personal, como sucedió con el defensor de derechos humanos y profesor universitario, Alberto Alava, asesinado en 1982 por escuadrones paramilitares, de los cuales se supo tenían estrechos nexos con el Estado Colombiano. Más recientemente están los casos de los profesores Adolfo Freytter y Alfredo Correo, asesinados por su pensamiento crítico.
La situación que hoy viven reconocidos intelectuales como nuestro colega Renán Vega, premio libertador al pensamiento crítico, quien ha sido recurrentemente objeto de amenazas a través de pasquines y panfletos insultantes;  en el pasado las directivas universitarias de turno le han abierto investigaciones disciplinarias tratando de silenciar a través de este procedimiento su pensamiento.
Hay quienes piensan que esta persecución política contra el pensamiento crítico es cuestión del pasado, pero ahí están los casos de los estudiantes de la FEU que llevan más de dos años detenidos sin que se les resuelva su situación jurídica, sólo por el hecho de participar en las protestas contra la reforma a la educación que pretendió implantar el presidente Santos; así mismo, los estudiantes incriminados en hechos de “terrorismo” por un agente de policía que se hacía pasar por estudiante. En fin, es claro que en Colombia existe una política de persecución contra el pensamiento crítico.
El Rebelde: Desde su perspectiva ¿cuál es el papel que debe jugar la academia frente a las problemáticas sociales, en particular en el marco de los procesos de paz a los que hoy asistimos? Y en sentido ¿por qué es importante la libertad de cátedra?
Miguel Ángel Beltrán: La academia ha tenido un compromiso fundamental con el análisis de los problemas sociales y en  la búsqueda de soluciones a los mismos, por lo menos así ha sido desde el emblemático movimiento de Córdoba Argentina (1918). Sin embargo con el paquete de reformas dirigidas a dirigidas a reestructurar las universidades públicas, y colocarlas bajo los intereses del mercado, este papel se ha ido desdibujando. Esta contrareforma universitaria que se ha venido imponiendo en todo el continente, ha sido crítica en el caso colombiano,  debido a la existencia de un prolongado conflicto armado y social, de modo todo tal que la universidad no se ha sustraído de estas lógicas afectando de una u otra forma su función social. Las puertas que hoy se han abierto con los diálogos de paz entre la insurgencia de las FARC y el gobierno de Juan Manuel Santos, es una excelente oportunidad para que la universidad pueda ejercer un liderazgo en la búsqueda de soluciones políticas y dialogadas al conflicto social y armado colombiano. De hecho hay que reconocer el papel que viene jugando el Centro de Pensamiento y Seguimiento al Proceso de Paz, de la Universidad. Sin embargo es todavía una participación muy limitada, en cuanto no es representativa de las diferentes tendencias que coexisten en la Academia, porque la Academia no es un ente monolítico, sino  un campo también de luchas, y en este sentido es que reivindico la importancia que debe tener la libertad de cátedra y de pensamiento en la universidad. No podemos casarnos con una única visión del mundo, y esto supone no sólo que sea incluyente frente a las diferentes tendencias ideológicas sino, también, frente a las diversas concepciones del mundo, de hacer academia, de construir conocimiento. Los saberes populares, el conocimiento ancestral de los pueblos indígenas y las comunidades afrodescendientes debe tener también un lugar allí. Está representada allí toda la academia, pues la academia es (y debe ser plural)

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