El
pasado lunes el colegio Scalabrini de la Ciudadela Atalaya, zona occidental de
la ciudad, fue robado. Las problemáticas sociales abundan en el sector producto
del abandono estatal, además sé que la presencia de grupos armados ha dejado
secuelas de violencia imposibles de saldar hasta hoy.
La
Institución Educativa perdió útiles de uso deportivo de los estudiantes, además
equipos electrónicos recientemente adecuados. Los afectados denunciaron que los
recursos regionales asignados a la educación son limitados y las instalaciones
físicas para atención a la población, deficientes.
Datos históricos del sector
Las
comunas 6 y 7 de Cúcuta crecieron aceleradamente desde finales de la década de
los 90 en razón del desplazamiento forzado, ocasionado por la incursión de los
grupos paramilitares en la zona del Catatumbo. Como resultado, los campesinos
fueron despojados de sus tierras y atemorizados por la muerte de sus
familiares. La mayoría huyó de su tradicional realidad rural a Cúcuta, que por
esa época se convirtió en el centro receptor de desarraigados de la región.
Así
creció la periferia y los sectores populares, como en el caso del barrio La
Estancia. En pocos meses de 1999 y como por arte de magia, nace la invasión
Crispín Duran, alrededor de los barrios Camilo Daza y La Ermita. Allí, los
desplazados se enfrentaron a otra dura realidad: falta de vivienda, desempleo,
ineficiencia en servicios, salud y educación.
A
finales de 1995, había llegado a Cúcuta Gabriella Parussini, con experiencia
migratoria de las misiones scalabrinianas de Argentina, y a inicio de 1996
llegó el Padre Francesco Bortignon, desde la misión scalabriniana de Caracas,
quienes junto con el padre Roberto, de la misma comunidad que ya estaba ubicado
en la ciudad, tenían la misión inicial de atender a la población migrante. Sin embargo,
después de ver la realidad de estas comunidades, fortalecieron la misión
pastoral y optaron por garantizar la educación, derecho inexistente en las invasiones
de esa área de Atalaya.
Fue la
comunidad scalabriniana la que construyó escuelas, zonas comunitarias,
comedores infantiles y espacios recreativos que permitieran formar a las
familias alrededor de sus hijos; así,
125 familias construyen autónomamente el barrio que lleva su nombre:
“Scalabrini”. Trazan las vías, instalan tubería de alcantarillado y agua,
levantan sus ranchos, en madera, zinc, paroy y otros materiales transitorios.
Por esa
época, la ciudad presentó un alto índice de violencia que convirtió al barrio
Camilo Daza y sus alrededores en su epicentro. La zona fue declarada zona roja.
La educación en Colombia, ¿a quién corresponde?
Con
tristeza y nostalgia el padre Francesco, líder actual del trabajo educativo en
la comunidad Scalabrinni, cuenta que su labor sigue siendo la misma de hace 20
años, cuando n había nada. Hoy existen muy pocos centros educativos oficiales y
el Estado no cumple con su función para la educación integral.
“Para
que una educación sea integral y global, hace falta que nos eduquemos todos,
tanto las entidades oficiales como las familias, es todo de responsabilidad”,
manifestó Francesco a esta Agencia.
Con
nostalgia, menciona que la decepción más grande es la de graduar muchachos para
que la ciudad, que no tiene capacidad de desarrollo, no les ofrezca nada.
Agrega que las cuatro horas donde ellos aprenden ciertas ideas y hábitos, caen
al vacío en razón de las difíciles condiciones del entorno. “La educación tiene
sentido solo cuando se convierta en un punto un eje, en donde el papá, los
adultos, las autoridades, los ex alumnos, sienten que es un punto de referencia,
nuestra escuela tiene que crecer y ser muy fuerte porque ahí crecen nuestros
hijos, porque de ahí se inspiran ideas, proyectos, hábitos, sentir comunitario”
enfatizó.
Por
último, Francesco señaló que a las siete sedes construidas por los scalabrinianos,
la Alcaldía Municipal sólo le asigna personal docente, no administrativo como
vigilantes, aseadores, bibliotecarios ni secretario.
Lo
mismo ocurre en otros colegios del sector, como el caso del Instituto Técnico
Mercedes Abrego. El coordinador de una de sus sedes, Darío Enrique Ramírez,
manifestó: “Si no se nombra personal administrativo para nuestra Institución,
el próximo miércoles cesaremos actividades”.
Agregó que llevan tres años sin que se asigne personal para el aseo y
que son los padres de familia los quienes asumieron el costo.
Según
datos del Banco Mundial, el porcentaje del Producto Interno Bruto (PIB) para
educación se redujo progresivamente en los últimos años. De 4,7 por ciento en
2009, pasó a 4,4 en 2012.
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