lunes, 9 de junio de 2014

Día del estudiante caído: por Gonzálo, Uriel y otros tantos

A 85 años del primer asesinato político de un estudiante en Colombia, organizaciones estudiantiles, intelectuales, plataformas sociales y políticas, recuerdan a las víctimas estudiantiles de crímenes de Estado. A continuación presentamos un panorama histórico de los hechos, y la mirada de organizaciones estudiantiles que, según manifiestan, se rehúsan a dejar en el olvido a sus muertos.
De Miguel Abadía Méndez a Gustavo Rojas Pinilla
Los días 8 y 9 de junio son sinónimo de memoria desde el lamentable asesinato de Gonzalo Bravo, cometido por el batallón Guardia Presidencial, en medio de una multitudinaria movilización contra las medidas represivas del gobierno de Miguel Abadía Méndez y la “rosca” que se había instalado en el poder y deterioraba día a día las condiciones de vida de los colombianos. Era la época de la hegemonía conservadora en la que ya se habían presentado otros  asesinatos, así que la fuerte represión era de esperarse. Ya en diciembre del año anterior, Abadía había ordenado a Carlos Cortés Vargas, cabeza de sus fuerzas militares, atacar a los manifestantes de las bananeras en Magdalena, beneficiando a la United Fruit Company, hoy Chiquita Brands, responsable de otras tantas masacres cometidas por paramilitares en la misma zona del país. Gonzalo era estudiante de derecho en la Universidad Nacional, y lleva consigo el poco agradable peso histórico de ser el primer miembro de ese sector en ser asesinado.
Pero no era suficiente con Gonzalo. En 1954, en pleno furor de la dictadura militar encabezada por Gustavo Rojas Pinilla, los estudiantes decidieron salir a rememorar a su compañero asesinado años atrás, además de manifestar su rechazo al terror promovido por el gobierno (censura en la prensa, persecución, estigmatización). La respuesta fue del mismo talante represivo a la de Abadía: sin mediar palabra, abrieron fuego. Entonces murió Uriel Gutierrez, un ocho de junio, en cercanías al Cementerio Central en Bogotá. Al día siguiente, la indignación estudiantil motivó a cerca de diez mil estudiantes de universidades y colegios a movilizarse rumbo al Palacio Presidencial, pero son fueron detenidos por el Batallón Colombia, recién llegado de la Guerra de Corea. En la acción fueron heridos más de medio centenar y asesinados 13 manifestantes, entre ellos Álvaro Gutiérrez, Elmo Gómez Lucich, Hernando Morales, Rafael Chávez Matallana, Jaime Moure Ramírez, Hernando Ospina López, Hugo León Vásquez,  y Jaime Pacheco, entre otros.
Secundaria dice…
“El 8 y 9 de junio se conmemoran para no dejar en el olvido los acumulados históricos del sector, para reivindicar a los compañeros que han dado la pelea contra el sistema educativo y por la construcción de uno nuevo y, en general, para visibilizar las expresiones de lucha estudiantil que continúan actualmente”, comentó Daniel Henao, vocero nacional de la organización de estudiantes de secundaria, Pizarrón Rebelde.
Afirmó además que “para los secundarios, los crímenes de Estado no son ajenos. No es solo en las universidades han masacrado estudiantes. En el marco de las protestas del Paro Cívico de 1977, cuando la participación de los colegios fue importante, tuvimos 3 compañeros asesinados. Posteriormente, en los años noventa en Medellín, cae Hamilton Chica. La investigación arrojó que la bala que lo asesinó fue disparada por el Ejército. En 2012, desarrollamos una campaña exigiendo verdad en el proceso del compañero. Seguimos pidiendo que se sancione al Estado por estos hechos pues, si bien el Ejército asumió su responsabilidad, no se ha logrado el castigo a los culpables”. 
En esa oportunidad, la secretaria de Educación del municipio de Medellín, Beatriz Restrepo, aseguró que las balas que terminaron con la vida de Chica no provenían de las Fuerzas Armadas. El Liceo Marco Fidel Suárez fue cerrado luego de las protestas que exigían el desmonte del servicio militar obligatorio. Los hechos ocurrieron el 30 de julio de 1993.
“Es una memoria viva de quienes luchamos”
Laura Niño es vocera nacional del Proceso Identidad Estudiantil. Para ella, “conmemorar esta fecha es una forma de decir que no hacemos parte de una historia muerta, o la anécdota de unos estudiantes que asesinaron. Nosotros y nosotras somos el legado de resistencia y defensa de ideas en contra de la oligarquía rancia que lleva tanto tiempo gobernando en nuestro país”.
El 8 y 9 de junio, afirmó, “es una muestra de cómo las  universidades y colegios colombianos, en particular el sujeto estudiante, siempre ha sido parte activa de la revolución no en abstracto sino la reivindicación y defensa de los territorios, de los derechos, de los espacios de vida, luchas de las que los estudiantes siempre han hecho parte. Hay que decir que esta no es una memoria lejana de cosas que pasan. Es una memoria viva y son cosas que siguen sucediendo, los acontecimientos de 1929 y 1958 se reflejan en situaciones como el asesinato de Jean Farid Cheng Lugo, ocurrido en 2011, en las amenazas al movimiento social que se siguen presentando”.
Niño agregó que la conmemoración es necesaria para denunciar la persecución sistemática que ha vivido el sector popular, partiendo de que “esa es la memoria viva de quienes estamos luchando por una educación para el pueblo y por un país diferente”. Sobre la responsabilidad del Estado en los crímenes cometidos contra los estudiantes, y en general de la masacre contra el pueblo colombiano, afirmó que es altísima: “Hablar de paz pasa por evaluar el papel de las Fuerzas Militares, la Policía y del mismo Estado de asesinar a quien piensa diferente o tiene otras opciones de pensamiento. Además, no solo condenar al Ejército por matar a Gonzalo en 1929, sino denunciar que siguen jugando un papel de control social y de acallamiento. Nosotros y nosotras buscamos que en esa construcción de un país en paz que es vida digna, que es justicia social, se haga memoria de las víctimas y se dé un nuevo lugar a esas fuerzas para que no sigan siendo lo que han sido”.
Silenciados por soñar
David Garzón de la organización Conciencia Crítica, afirmó que el 8 y 9 de junio permite recordar que el movimiento estudiantil no es un escenario nuevo dentro de la lucha social y popular colombiana. “Los estudiantes, si bien no han sido la vanguardia del movimiento social, si han sido actores importantes en los procesos de transformación y en proponer un país distinto. Precisamente, esta fecha nos recuerda que no ha sido una lucha fácil, que lamentablemente las políticas de estado siempre han buscado silenciarlos” agregó.
Además, mencionó que no se trata de recordar a compañeros que han caído porque han muerto, sino porque son ejemplo de esa lucha, aseverando que  como  su organización estudiantil, hay muchas otras que “han dado su vida y sus esfuerzos, todos los sacrificios posibles, por construir ese mundo con el que no sólo nuestra organización sueña sino con el que millones de colombianos también desean”.
Al preguntarle por la responsabilidad del Estado colombiano en los asesinatos de los estudiantes, afirmó que éste ha demostrado que su manera de silenciar el pensamiento diferente es a través de la fuerza bruta, de la intimidación, de la política de terror, de la cual mencionó que no es un escenario nuevo que surgiera con el mandato de Álvaro Uribe. Aseguró que a la oposición  que proviene de la academia se le han aplicado distintas formas de acallamiento, legales e ilegales.
Para Garzón, cuando existen personas que subvierten las realidades y que plantean un modelo de país, un modelo educativo distinto, básicamente una reestructuración de un modelo económico, bien sean jóvenes estudiantes, campesinos, sindicalistas o madres que han luchado por la verdad de sus hijos asesinados, el Estado ha actuado sin distinción alguna: desapareciendo, asesinando. “Hay una deuda histórica que tiene el Estado colombiano y es reconocer que no es el accionar de unos cuantos militares, o unos pocos miembros de la Policía Nacional, sino que su política y parte de lo que construyeron, que en este momento se reconoce como seguridad, como un país, se consolidó a partir de las decisiones que tomó el Estado para silenciar” dijo Garzón.
Culminó afirmando que el Estado debe recocer que “es responsable, no solo de los asesinatos sino de las detenciones arbitrarias que últimamente se han reforzado, del exilio, de los heridos en las movilizaciones”, agregó que “esto es un primer paso para avanzar a políticas distintas, garantizar la diversidad de ideas que no se agota en eso. Es una lucha política, eso es lo que se plantea en La Habana, las víctimas de crímenes de Estado han exigido garantías para ser oposición, para avanzar en la construcción de país”
Muchos nombres más
La ocasión permite recordar casos en los que aún hay impunidad y silencio estatal. Ejemplo de ello son los  asesinatos que no son reconocidos por el Estado, como el caso de los desalojos en las residencias estudiantiles de la Universidad Nacional el 16 de mayo de 1984; el crimen del estudiante de filosofía de la Universidad de Antioquia Gustavo Marulanda; el de Oscar Salas de la Universidad Nacional, o de Simón Torres, estudiante de secundaria de Medellín, entre muchos otros.
Es necesario mirar en perspectiva la historia del sector estudiantil en Colombia. En la actualidad existen iniciativas como la Mesa Amplia Nacional Estudiantil -MANE- que representa la voluntad unitaria de las organizaciones gremiales y que pretende el respeto por las acciones de protesta desarrolladas por los estudiantes. En su pliego mínimo, el quinto punto, menciona el tema de las libertades democráticas como una necesidad para el goce efectivo de los Derechos.
Los testimonios y la historia dejan la certeza de que, al caer los estudiantes en aquel junio, nació un movimiento que poco a poco se ha dado un lugar en la historia de la nación, que sigue del lado del pueblo y que se compromete con la construcción de un nuevo país.
Notas relacionadas
Estudiantes secundarios conmemoran la muerte de Hamilton Chica

0 comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores

Twitter Delicious Facebook Digg Stumbleupon Favorites More

 
Powered by Blogger