domingo, 13 de abril de 2014

Sobre ratas de dos y cuatro patas. Reflexiones para combatir la indiferencia y la naturalización en la UPN

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Abundan las ratas [1] en la universidad. Unas de cuatro patas, como las que se ven diariamente en el muro de la calle 11 destruido el semestre pasado por los agentes de la ley y el “orden”. Otras de dos patas, como las que se observan hablando de “entornos amables”, viajando al exterior, firmando convenios con bancos para construir Valmaría, destruyendo las oficinas estudiantiles, ofreciendo cursos para profesionales no licenciados, comprando mesas de billar para ponerlas en uno de los lugares con mayor hacinamiento de la universidad y luego arrumándolas en el Ático, y por último vulnerando los derechos de los trabajadores de la universidad. Esas maravillas, propias de burócratas de cuello blanco, enorgullecen a nuestras amigas de cola larga que se creen las más lindas entre aquellas que buscan privatizar la educación pública. ¿Pero qué hemos hecho con estos roedores que siguen andando oriundamente por la universidad como si nada hubiera pasado? Seguir nuestros estudios normalmente y hacernos las de la vista gorda mientras ellas siguen haciendo sus fechorías con nuestra complicidad envuelta en un silencio que, como diría Galeano, es bastante parecido a la estupidez.
Frente al cruel deterioro de los baños y la abundancia de ratas de dos y cuatro patas muchas estudiantes y profesoras han preferido guardar silencio, hablar solamente de temas meramente académicos o criticar ciegamente las acciones de aquellas que luchan diariamente por una educación al servicio de las oprimidas. Solo unas pocas hemos participado de los procesos asamblearios y de movilización en apoyo a las trabajadoras y en defensa de nuestra universidad; La gran mayoría, al parecer, sigue esperando que el techo se les caiga encima, que las ratas se le entren al salón o que les quiten los almuerzos subsidiados para poder actuar y mostrar su inconformidad. Peor aún, una gran parte de la comunidad universitaria piensa que todos los problemas que afronta la universidad se van a solucionar armónicamente de la noche a la mañana: Falso pensamiento. Las ratas de dos patas prefieren gastarse el dinero en proyectos de extensión cultural o en arriendos costosos lejos de la Comunidad Universitaria para cobardemente evadir cada uno de sus justos reclamos antes que invertir en el mejoramiento de la infraestructura y el nivel de vida de trabajadoras, profesoras y estudiantes. Esos roedores que visten de paño, siempre han buscado impulsar la creación de una empresa privada que forme acríticamente a sus trabajadoras intelectuales para que no protesten ni piensen fuera de lo establecido por las leyes del mercado.
Las únicas alternativas que nos quedan a la Comunidad Universitaria para luchar contra estas ratas, son la organización y la movilización. Tenemos la gran tarea de participar activamente en los consejos estudiantiles, asambleas, marchas y mítines, y sobre todo de no quedarnos callados frente a la crisis financiera, alimentaria, sanitaria, académica y de infraestructura que sufre no solo la sede de la calle 72 sino las sedes de Valmaria, el Nogal, el Parque Nacional, Valle de Tenza y Guapi. No deleguemos la responsabilidad de defender nuestra universidad a unas pocas; por el contrario, construyamos desde abajo una UPN sin ratas ni problemas de salubridad, sin corrupción ni burocracia, sin despotismo ni represión. Es nuestro deber, como educadoras, defender nuestra casa y construir una UPN digna, publica, rebelde y gratuita.
Grupo Estudiantil Anarquista- GeA UPN
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[1] No queremos legitimar la violencia contra los animales pues, muchas libertarias que componemos el GeA, nos consideramos defensoras de sus derechos. Es por eso, que hacemos una analogía con la administración Orozco.


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