jueves, 20 de marzo de 2014

No eran los encapuchados de siempre - Y la Universidad Nacional Ni Sabe Ni Responde

"Les cuento que yo ayer salí de la universidad orinado del susto", nos dijo la única persona que accedió a contarle a VICE cómo le fue cuando tuvo que entenderse con el grupo de seis hombres que aparecieron bajo la lluvia en la tarde del miércoles pasado, portando armas largas y cubiertos de los pies a la cabeza, en la sede Bogotá de la Universidad Nacional de Colombia.
"Porque a mí me vieron. Yo empujé a un tipo y los madrié a todos, pero no le ví el rostro a él ni a los demás, entonces no sé de quién tengo que cuidarme". Al día siguiente del incidente, un rato antes de nuestra entrevista con él y por estar repartiendo volantes de la cumbre agraria que el viernes pasado se iniciaba en esa Universidad, una amiga se le acercó para preguntarle si no quería su vida, que por qué se boleteaba así.
Parece que en la Nacho todo el mundo está igual de atemorizado o peor. Uno se patonea la sede tratando de conseguir un testimonio y todo el mundo responde que claro, que se enteraron de lo que pasó, incluso algunos admiten haber visto pasar a los tipos y otras personas ofrecen narraciones con cierto grado de detalle, pero nadie habló con ellos. Nadie los miró a la cara. Con nadie entablaron intercambio directo. "No, es que no quisiéramos que cites nombres en el artículo porque nos parece un poco pesado lo que pasó", explica una representante estudiantil.
En el caso específico de Andrés (llamemos así al estudiante que sí nos contó su experiencia), lo que pasó nos parece también a nosotros un poco pesado. A eso de las 2:30 p.m., él estaba estudiando sentado en el suelo frente a la biblioteca central Camilo Torres, cuando se distrajo de su lectura por un grito que atravesó la plaza Che Guevara:
-¡Paracos!
Cuando Andrés levantó la mirada no vio a nadie, pero después de unos minutos volvió a alzar la cabeza del libro para inmediatamente tropezar la visión con unos hombres de ruana impermeable y pasamontañas. Estos le preguntaron a un grupo de estudiantes que estaba reunido junto a él, que si ellos solamente consumían o además vendían drogas y, acto seguido, procedieron a impartir instrucciones a los jóvenes.
-A la Universidad se viene es a estudiar. No a fumar marihuana, ni a vender, ni a mamertiar.
Luego pusieron sus manos sobre los bolsillos de uno de los muchachos:
"Venga yo miro a ver qué es lo que usted vende".
Cuando comenzaron a bajar por el pantalón para requisar al estudiante, sus compañeros se levantaron para impedirlo. Ése fue el momento en que Andrés empujó a uno de ellos, desafío suficiente para que el fulano se levantara el impermeable y apuntara hacia su cuerpo con un fusil que nuestro testigo identifica como del tipo Gallil.
"Usted se calla, sapo", le dijo.
Antes de irse, reiteraron que en 'la Che' no se podría fumar marihuana, que, cuando quisieran hacerlo, tenían que irse a los predios ubicados entre la facultad de química y la periferia del campus. O no respondían por sus vidas.
El representante del Departamento de Sociología ante el Comité Asesor de Carrera explica que algo similar ocurrió en 'el Freud', una zona verde de la sede Bogotá, junto a la cual se encuentran la cafetería de su departamento y la Facultad de Derecho. Los tipos aparecieron y, aun cuando sus armas no eran visibles bajo las capas impermeables, desconcertaron con su mera presencia a los estudiantes allí reunidos, dado que casi toda la Nacional identifica fácilmente la apariencia y el proceder acostumbrado por las organizaciones clandestinas de encapuchados  que siempre han estado radicadas en la Universidad. 'Capuchos', les dice todo el mundo en el medio de las universidades públicas. 'Se sabía que no eran los capuchos', asegura este líder estudiantil. "Uno reconoce cuándo son estudiantes y cuándo no. Usualmente estos grupos clandestinos siempre se identifican ante la comunidad, tienen un nombre, y nunca salen a amedrentar absolutamente a nadie".
Óscar Mauricio Aponte, autor del comunicado estudiantil que dio a conocer los sucesos a través de las redes sociales, nos explicó que los encapuchados tradicionales que hacen parte del paisaje cotidiano de esta y otras universidades oficiales usualmente se tapan la cara con camisetas y destacan en su indumentaria las insignias de sus respectivas organizaciones. Además, distribuyen comunicados, gritan arengas y se echan discursos políticos frente a los estudiantes, sin exigirle requisas a nadie. "Pero este grupo no usaba distintivos y en cambio sí  pasamontañas, que son, tanto en Colombia como en  sus universidades, un símbolo de los paramilitares", dice.
El caso es que los tipos se acercaron a la cafetería del departamento de sociología, comenzaron a requisar y le mostraron las armas a quien se negaba a abrir la maleta o dejarse esculcar la ropa. Finalmente, dieron por prohibido el consumo de marihuana ahí. Los que quisieran hacerlo, tendrían que desplazarse a otra zona verde de la sede conocida como el parque Humboldt. Además, dejaron una amenaza que también recorre el campus de boca en boca: si continuaba el consumo de marihuana frente a la cafetería de sociología, sembrarían 'El Freud' de minas antipersona.
La representación estudiantil aún no respalda ninguna de las hipótesis que ha venido considerando desde que se enteró de lo sucedido, por varias aspectos que hacen verdaderamente confusa la manifestación violenta que se dio. Por ejemplo, si los hombres que atacaron la Universidad el miércoles en la tarde hubieran sido enviados por una organización que buscara reprimir absolutamente el consumo al interior del campus, sus hombres se hubieran esforzado por disuadir a los estudiantes de drogarse en cualquier rincón de la Universidad. Lo raro es que, después de sentar como principio de su intervención el argumento de que a la universidad se va a estudiar y no a vender ni a meter, los hombres señalaron sectores específicos del campus en donde ellos parecieran, dentro de su lógica autoritaria, estar dispuestos a tolerar el consumo de drogas.
También existe la posibilidad de que este intento por forzar a los estudiantes a cambiar los lugares en donde suelen drogarse sea una estrategia cuya implementación beneficiaría a una o varias bandas de microtráfico que se andan mechoneando con la competencia por el dominio territorial en la sede Bogotá de la Nacho. Oscar Mauricio recuerda el hecho de que hace diez años murió un expendedor en medio de una disputa territorial entre dos grupos de microtráfico cuando se estaban enfrentando por el control del 'Freud', que es ese mismo campito en el edificio de sociología donde se aparecieron los señores de pasamontañas el miércoles a decir que nadie podía seguir fumando marihuana ahí.
El líder estudiantil afirma que 'el Freud' ha sido, por mucho tiempo, precisamente, una zona de alto consumo y expendio de drogas en la Nacional. Sin embargo, a Oscar Mauricio Aponte (quien es, además, el representante estudiantil ante el Consejo de la Sede en Bogotá y la única de nuestras fuentes que autorizó su identificación sin reservas para esta nota), esa hipótesis no lo deja del todo satisfecho: "No podemos aseverar que se trata de una red de microtráfico. No cualquier bandita de barrio puede conseguir seis fusiles para traerlos a la Universidad Nacional de Colombia. Son seis armas de guerra, propias de ejércitos, que no están al alcance de cualquiera".
Y, por último, los estudiantes descartan también la posibilidad de que el objetivo de los agresores sea limpiar la universidad de jíbaros, a pesar de que, afirman, hay antecedentes de grupos que se dedicaron hace casi cuarenta años en la Nacho a ahuyentar jíbaros e incluso llegaron a  asesinar a unos cuantos. Si ese fuera el caso, dice Aponte, los hombres hubieran interceptado a los jíbaros y no exclusivamente a los estudiantes.
Lo que sí queda claro para muchos es que los encapuchados de la semana pasada distan mucho de ser los mismos que en ocasiones han aparecido en manifestaciones y pedreas. "Los capuchos no tienen presupuesto para comprar pasamontañas y ponchos", dice una estudiante que pidió su anonImato. "Además, los capuchos nunca tocan a los estudiantes, ni llevan fusiles".
Según Aponte y Andrés, el testigo que entrevistamos, al momento de la aparición del grupo de hombres armados, ningún miembro de los cuerpos de seguridad de la Universidad intervino para evitar las requisas forzadas y la intimidación hacia los estudiantes, o para obligar a los seis sujetos a salir de las instalaciones de la Universidad. Óscar Mauricio nos contó que, en una reunión que se llevó a cabo el mismo miércoles entre la representación estudiantil, algunos funcionarios de la administración universitaria y la Defensoría del Pueblo, los líderes estudiantiles que asistieron le hicieron preguntas al jefe de la División de Vigilancia y Seguridad sobre la reacción del personal de vigilancia durante los minutos en que todo sucedió. El estudiante de sociología afirma que el representante de la División le informó que la respuesta de la seguridad en ese momento se limitó a reportar la presencia de los seis tipos armados y a seguir sus desplazamientos a través del sistema de cámaras y de la información que daban los vigilantes en cada uno de los puntos que los señores visitaron.
Acerca del recorrido que realizó el grupo armado, Aponte dice que para ellos todavía no es muy claro, pero creen que comenzó en "El Freud", continuó hacia "La Perola", de ahí pasaron estos hombres a la plaza Che, luego llegaron al edificio de ciencia y tecnología y remataron el tour en el edificio de ciencia y tecnología, desde el cual se esfumaron antes de las tres y media de la tarde.
"¿Cómo es posible que hayan podido ingresar y salir del edificio de química sin ser siquiera detectados por los cuerpos de seguridad del edificio, llevando seis fusiles, cuando se supone que se les estaba haciendo un seguimiento?", se pregunta Aponte.
VICE intentó por varios medios obtener una entrevista con fuentes oficiales de la Universidad, cosa que no logró. La única respuesta que recibió decía por escrito que la oficina de prensa no comprendía por qué había dos periodistas haciendo reportería en el campus sin previa autorización. VICE, por su parte, no entendió cómo puede ser indebido que un medio de comunicación ingrese sin autorización a una universidad pública para investigar por qué seis hombres armados ingresaron sin autorización a la misma universidad pública.

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