Este artículo se ocupa del papel que les
queda a las humanidades y a las ciencias sociales en las últimas políticas de
Colciencias. Es también un llamado a los estudiantes y profesores
universitarios para que volvamos nuestra mirada sobre esta entidad, que sigue
estando plagada por el clientelismo y la burocracia.
Fernando
Forero
Es bien sabido que Colciencias abre
periódicamente convocatorias para medir a los grupos de investigación del país.
Estas mediciones se llevan a cabo conforme a modelos de medición de grupos de
investigación que determinan lo que sea relevante para la medición de los
grupos. Pues bien, a finales del segundo semestre de 2013 tuvo lugar la última
convocatoria de medición de grupos de investigación y en esta convocatoria se
consideró un Nuevo Modelo de Medición de Grupos de Investigación.
Lo más importante de este Nuevo modelo de
medición de grupos de investigación es que agregó dos criterios para su
clasificación. Antes de este modelo los grupos eran medidos por su producción.
Los “productos” –para utilizar la expresión técnica de los funcionarios de
Colciencias– más importantes en ciencias sociales y en humanidades son los
artículos publicados en revistas indexadas, los libros y los capítulos de libro
productos de investigación; otros productos menos valiosos son las
traducciones, las ediciones de libros, las reseñas, etc.
El Nuevo modelo de medición de grupos agrega
a este criterio de producción dos patrones más: el de interacción y el de las
hojas de vida de los investigadores que hacen parte de un grupo. El asunto es
que el criterio de interacción va a terminar por perjudicar a los grupos de
investigación procedentes de las humanidades y de las ciencias sociales.
Con el indicador de interacción los
funcionarios de Colciencias perseguían dos propósitos. En primer lugar, se
proponían asegurar que todos los investigadores vinculados a un grupo de
investigación participaran efectivamente del trabajo del grupo. En segundo
lugar, buscaban evitar un tipo de fraude, al parecer altamente practicado por
los grupos de investigación, a saber, el que consiste en vincular hojas de vida
de investigadores (los denominados CvLacs) a los grupos y arrastrar, desde
luego con el permiso del investigador, una parte de la producción de esas hojas
de vida a las hojas de vida de los grupos (los denominados GrupLacs);
presuntamente, varios grupos lograron buenos puestos en las convocatorias de
medición de grupos de los últimos años mediante este procedimiento. Con ello
terminaban convirtiéndose en grupos bien clasificados, porque tenían una
cantidad y calidad notables de productos; no obstante eran grupos que, de
hecho, no desarrollaban trabajos conjuntos entre sus investigadores.
En este contexto aparece el criterio de
interacción, que mide la relación entre los integrantes de un mismo grupo a
través de la coautoría de productos top, es decir, de artículos publicados en
revistas indexadas, capítulos de libro y libros producto de investigación; para
otras áreas de conocimiento cuentan otros productos como las patentes, los
diseños industriales, los diseños de software, etc. A fin de asegurar el
trabajo conjunto de los integrantes de un grupo y a fin de evitar el mencionado
fraude, los técnicos de Colciencias determinan que es necesario medir la
interacción o interconectividad, esto es, cuántos integrantes de un grupo
firman un producto de ese grupo. Este criterio de interacción afecta
profundamente a las humanidades y a las ciencias sociales.
Puede ocurrir con frecuencia que en las
ingenierías, en las ciencias de la salud, en las ciencias agroforestales, e
incluso en las denominadas ciencias básicas, un producto de un grupo sea
firmado por varios investigadores, esto es, por todos los investigadores que
hayan participado en su elaboración. Sucede, por ejemplo, que en la realización
de un experimento unos integrantes del grupo diseñan el experimento y varios lo
llevan a término; otros se encargan de elaborar el artículo en el que se
recogen los resultados del experimento. Por lo tanto en la publicación aparecen
como coautores todos los que hayan participado en la elaboración del producto.
Sin embargo, en la mayoría de los grupos de
investigación de ciencias sociales y humanidades, la coautoría es mínima, e
incluso inexistente. Aquí difícilmente ocurre que un producto top sea publicado
por más de un autor. De hecho, una parte importante de las revistas más
conocidas a nivel mundial de, por ejemplo, filosofía, tendrían serias reservas
ante un artículo firmado por más de dos autores. Como en el Nuevo modelo de
medición de grupos de investigación Colciencias considera que la interacción (o
coautoría) es un criterio para que un grupo esté bien clasificado, a los grupos
de ciencias sociales y humanidades no les irá muy bien. En la Universidad
Nacional la Facultad de Ciencias Humanas contaba con una parte significativa
–tal vez, la mayoría– de los grupos mejor clasificados ante el Colciencias; es
probable que esta tendencia se invierta cuando aparezcan los resultados de la
última convocatoria de medición y clasificación de grupos.
El problema es que los funcionarios de
Colciencias extrajeron un criterio con el que ciertamente se puede medir la
investigación en las denominadas ciencias aplicadas y básicas, y lo hicieron
extensivo a todas las áreas de conocimiento. En últimas, el asunto no es que
los criterios que se hagan extensivos a todas las áreas de conocimiento sean
los de las ingenierías, las ciencias de la salud, la ciencia básica, y no los
de las humanidades y las ciencias sociales; sino que los funcionarios de
Colciencias aún no advierten que las mediciones de grupos deben hacerse con
criterios diferenciados según las áreas de conocimiento de las que proceden los
grupos.
El criterio de interacción tiene una
importancia no despreciable para clasificar los grupos en la última
convocatoria de clasificación y reconocimiento. Para que un grupo esté
clasificado en las primeras categorías (A1, A y B) se exigen unos índices altos
de interacción. Entre el 14 y el 16 de marzo tendremos más claridad acerca de
qué pasó con todo esto. Es probable que muchos de los grupos clasificados en
humanidades y ciencias sociales en categoría A1 desciendan de categoría.
Ahora bien, la mayoría de las convocatorias
de Colciencias están amarradas a esta convocatoria de clasificación de grupos.
Por ejemplo, la convocatoria de Jóvenes Investigadores que se encuentra abierta
en este momento, contempla ofrecer un joven investigador a cada uno de los grupos
clasificados como A1, aun cuando estos grupos no se presenten a la
convocatoria. Los recursos que les estarían de antemano garantizados a los
grupos clasificados en A1 no son nada despreciables por concepto de esta
convocatoria.
También la convocatoria de Doctorados
Nacionales –a la que se presentan los programas de doctorado– está relacionada
con la convocatoria de medición de grupos. La investigación desarrollada por un
programa de doctorado será evaluada, entre otras cosas, conforme a la categoría
en la que se encuentren clasificados los grupos de investigación que trabajen
en el programa. De ahí que los doctorados con los que cuentan las humanidades y
las ciencias sociales estén de antemano en desventaja con los programas de
doctorado de otras áreas de conocimiento.
Habíamos dicho que existe un tercer criterio
conforme al cual se miden ahora los grupos de investigación, el de las hojas de
vida de los investigadores. Los requisitos para que un investigador esté
clasificado en las categorías más altas del nivel de investigador, son bien
difíciles de cumplir. No me cabe la menor duda de que los encargados del
Ministerio de Educación y de Cultura de las últimas décadas no satisfacen los
requisitos para ser clasificados ante Colciencias como investigadores en los
niveles más altos. Para estar en la categoría de Investigador sénior (v., gr.)
es necesario tener publicaciones en las mejores revistas del país y
publicaciones en revistas internacionales clasificadas como las mejores del
mundo en el área de conocimiento que sea del caso. Lo lamentable no es que se
mida de esa manera a los investigadores, ¿quién no desea publicar en revistas
cuyo reconocimiento impacto y visibilidad internacional garantice que su
artículo sea leído por los investigadores más notables en la materia de que la
que se trate?
El asunto es que si los investigadores
colombianos van a ser medidos por lo alto, los recursos disponibles para que
desarrollen sus investigaciones se deben incrementar considerablemente. Nos
quieren medir con criterios internacionales, particularmente conforme a los
criterios de investigación propios de los países ricos o, mejor, según las
disposiciones de la OCDE, pero nos siguen financiando conforme al modo en que
se financia la investigación en el tercer mundo.
Ahora bien, para la clasificación de la hoja
de vida de un investigador es determinante la formación de doctorado, así como
el programa y la universidad en la que el investigador haya hecho su doctorado.
Para publicar en las revistas mejor clasificadas del mundo hay que trabajar con
los investigadores más notables en el asunto del que se trate y estudiar en los
programas y universidades más sobresalientes en las áreas de conocimiento que
sean del caso. Pues bien, también en este punto hay que señalar un desequilibrio
entre las humanidades y las ciencias sociales, y las denominadas ciencias
aplicadas y básicas.
Este año abrió la convocatoria para los
estudiantes que deseen hacer su doctorado en el exterior. La convocatoria sólo
financia a los estudiantes que deseen cursar su doctorado en las universidades
mejor clasificadas del mundo en el Ranking de Shanghai 2013; esto quiere decir:
en las universidades que estén por encima de las universidades mejor
clasificadas de nuestro país en estas mediciones. Hasta aquí no hay ninguna
dificultad: quien salga del país a hacer un doctorado será financiado por
Colciencias sólo si cursa un programa de alta calidad en una universidad que
esté mejor clasificada que cualquiera de las universidades colombianas.
El problema es este: el 80% de estas becas se
destinan para las siguientes áreas de conocimiento: ingenierías, ciencias de la
salud, ciencias agroforestales y ciencias básicas. El restante 20% está
dirigido a las humanidades, las artes y las ciencias sociales. También la
formación de investigadores en estas últimas áreas de conocimiento se va a ver
afectada por las políticas de Colciencias. Si estas áreas no cuentan con
investigadores formados en las universidades mejor clasificadas del mundo,
tampoco estarán en condiciones de generar un saber que alcance los círculos
académicos más sobresalientes del mundo.
Las dificultades que acabamos de señalar son
una parte mínima en relación con todos los problemas que se pueden advertir en
el actual sistema de ciencia del país. Es sorprendente que el movimiento
estudiantil, especialmente las representaciones de posgrado, no hayan vuelto su
mirada a las políticas de Colciencias. La búsqueda de un sistema de educación
superior de alta calidad pasa también por la determinación de un sistema
nacional de investigación con políticas que beneficien indistintamente a todas
las áreas de conocimiento y que garantice no sólo más recursos para la
investigación, sino también más trasparencia en su asignación y ejecución. Un
nuevo sistema de investigación que supere el clientelismo, la burocratización y
la ineficiencia aún tan visibles en el sistema de investigación actual.
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