sábado, 15 de marzo de 2014

COLCIENCIAS Y LA INVESTIGACIÓN EN HUMANIDADES Y CIENCIAS SOCIALES




Este artículo se ocupa del papel que les queda a las humanidades y a las ciencias sociales en las últimas políticas de Colciencias. Es también un llamado a los estudiantes y profesores universitarios para que volvamos nuestra mirada sobre esta entidad, que sigue estando plagada por el clientelismo y la burocracia.
 Fernando Forero

Es bien sabido que Colciencias abre periódicamente convocatorias para medir a los grupos de investigación del país. Estas mediciones se llevan a cabo conforme a modelos de medición de grupos de investigación que determinan lo que sea relevante para la medición de los grupos. Pues bien, a finales del segundo semestre de 2013 tuvo lugar la última convocatoria de medición de grupos de investigación y en esta convocatoria se consideró un Nuevo Modelo de Medición de Grupos de Investigación.

Lo más importante de este Nuevo modelo de medición de grupos de investigación es que agregó dos criterios para su clasificación. Antes de este modelo los grupos eran medidos por su producción. Los “productos” –para utilizar la expresión técnica de los funcionarios de Colciencias– más importantes en ciencias sociales y en humanidades son los artículos publicados en revistas indexadas, los libros y los capítulos de libro productos de investigación; otros productos menos valiosos son las traducciones, las ediciones de libros, las reseñas, etc.
El Nuevo modelo de medición de grupos agrega a este criterio de producción dos patrones más: el de interacción y el de las hojas de vida de los investigadores que hacen parte de un grupo. El asunto es que el criterio de interacción va a terminar por perjudicar a los grupos de investigación procedentes de las humanidades y de las ciencias sociales.

Con el indicador de interacción los funcionarios de Colciencias perseguían dos propósitos. En primer lugar, se proponían asegurar que todos los investigadores vinculados a un grupo de investigación participaran efectivamente del trabajo del grupo. En segundo lugar, buscaban evitar un tipo de fraude, al parecer altamente practicado por los grupos de investigación, a saber, el que consiste en vincular hojas de vida de investigadores (los denominados CvLacs) a los grupos y arrastrar, desde luego con el permiso del investigador, una parte de la producción de esas hojas de vida a las hojas de vida de los grupos (los denominados GrupLacs); presuntamente, varios grupos lograron buenos puestos en las convocatorias de medición de grupos de los últimos años mediante este procedimiento. Con ello terminaban convirtiéndose en grupos bien clasificados, porque tenían una cantidad y calidad notables de productos; no obstante eran grupos que, de hecho, no desarrollaban trabajos conjuntos entre sus investigadores.

En este contexto aparece el criterio de interacción, que mide la relación entre los integrantes de un mismo grupo a través de la coautoría de productos top, es decir, de artículos publicados en revistas indexadas, capítulos de libro y libros producto de investigación; para otras áreas de conocimiento cuentan otros productos como las patentes, los diseños industriales, los diseños de software, etc. A fin de asegurar el trabajo conjunto de los integrantes de un grupo y a fin de evitar el mencionado fraude, los técnicos de Colciencias determinan que es necesario medir la interacción o interconectividad, esto es, cuántos integrantes de un grupo firman un producto de ese grupo. Este criterio de interacción afecta profundamente a las humanidades y a las ciencias sociales.

Puede ocurrir con frecuencia que en las ingenierías, en las ciencias de la salud, en las ciencias agroforestales, e incluso en las denominadas ciencias básicas, un producto de un grupo sea firmado por varios investigadores, esto es, por todos los investigadores que hayan participado en su elaboración. Sucede, por ejemplo, que en la realización de un experimento unos integrantes del grupo diseñan el experimento y varios lo llevan a término; otros se encargan de elaborar el artículo en el que se recogen los resultados del experimento. Por lo tanto en la publicación aparecen como coautores todos los que hayan participado en la elaboración del producto.

Sin embargo, en la mayoría de los grupos de investigación de ciencias sociales y humanidades, la coautoría es mínima, e incluso inexistente. Aquí difícilmente ocurre que un producto top sea publicado por más de un autor. De hecho, una parte importante de las revistas más conocidas a nivel mundial de, por ejemplo, filosofía, tendrían serias reservas ante un artículo firmado por más de dos autores. Como en el Nuevo modelo de medición de grupos de investigación Colciencias considera que la interacción (o coautoría) es un criterio para que un grupo esté bien clasificado, a los grupos de ciencias sociales y humanidades no les irá muy bien. En la Universidad Nacional la Facultad de Ciencias Humanas contaba con una parte significativa –tal vez, la mayoría– de los grupos mejor clasificados ante el Colciencias; es probable que esta tendencia se invierta cuando aparezcan los resultados de la última convocatoria de medición y clasificación de grupos.

El problema es que los funcionarios de Colciencias extrajeron un criterio con el que ciertamente se puede medir la investigación en las denominadas ciencias aplicadas y básicas, y lo hicieron extensivo a todas las áreas de conocimiento. En últimas, el asunto no es que los criterios que se hagan extensivos a todas las áreas de conocimiento sean los de las ingenierías, las ciencias de la salud, la ciencia básica, y no los de las humanidades y las ciencias sociales; sino que los funcionarios de Colciencias aún no advierten que las mediciones de grupos deben hacerse con criterios diferenciados según las áreas de conocimiento de las que proceden los grupos.

El criterio de interacción tiene una importancia no despreciable para clasificar los grupos en la última convocatoria de clasificación y reconocimiento. Para que un grupo esté clasificado en las primeras categorías (A1, A y B) se exigen unos índices altos de interacción. Entre el 14 y el 16 de marzo tendremos más claridad acerca de qué pasó con todo esto. Es probable que muchos de los grupos clasificados en humanidades y ciencias sociales en categoría A1 desciendan de categoría.

Ahora bien, la mayoría de las convocatorias de Colciencias están amarradas a esta convocatoria de clasificación de grupos. Por ejemplo, la convocatoria de Jóvenes Investigadores que se encuentra abierta en este momento, contempla ofrecer un joven investigador a cada uno de los grupos clasificados como A1, aun cuando estos grupos no se presenten a la convocatoria. Los recursos que les estarían de antemano garantizados a los grupos clasificados en A1 no son nada despreciables por concepto de esta convocatoria.

También la convocatoria de Doctorados Nacionales –a la que se presentan los programas de doctorado– está relacionada con la convocatoria de medición de grupos. La investigación desarrollada por un programa de doctorado será evaluada, entre otras cosas, conforme a la categoría en la que se encuentren clasificados los grupos de investigación que trabajen en el programa. De ahí que los doctorados con los que cuentan las humanidades y las ciencias sociales estén de antemano en desventaja con los programas de doctorado de otras áreas de conocimiento.

Habíamos dicho que existe un tercer criterio conforme al cual se miden ahora los grupos de investigación, el de las hojas de vida de los investigadores. Los requisitos para que un investigador esté clasificado en las categorías más altas del nivel de investigador, son bien difíciles de cumplir. No me cabe la menor duda de que los encargados del Ministerio de Educación y de Cultura de las últimas décadas no satisfacen los requisitos para ser clasificados ante Colciencias como investigadores en los niveles más altos. Para estar en la categoría de Investigador sénior (v., gr.) es necesario tener publicaciones en las mejores revistas del país y publicaciones en revistas internacionales clasificadas como las mejores del mundo en el área de conocimiento que sea del caso. Lo lamentable no es que se mida de esa manera a los investigadores, ¿quién no desea publicar en revistas cuyo reconocimiento impacto y visibilidad internacional garantice que su artículo sea leído por los investigadores más notables en la materia de que la que se trate?

El asunto es que si los investigadores colombianos van a ser medidos por lo alto, los recursos disponibles para que desarrollen sus investigaciones se deben incrementar considerablemente. Nos quieren medir con criterios internacionales, particularmente conforme a los criterios de investigación propios de los países ricos o, mejor, según las disposiciones de la OCDE, pero nos siguen financiando conforme al modo en que se financia la investigación en el tercer mundo.

Ahora bien, para la clasificación de la hoja de vida de un investigador es determinante la formación de doctorado, así como el programa y la universidad en la que el investigador haya hecho su doctorado. Para publicar en las revistas mejor clasificadas del mundo hay que trabajar con los investigadores más notables en el asunto del que se trate y estudiar en los programas y universidades más sobresalientes en las áreas de conocimiento que sean del caso. Pues bien, también en este punto hay que señalar un desequilibrio entre las humanidades y las ciencias sociales, y las denominadas ciencias aplicadas y básicas.

Este año abrió la convocatoria para los estudiantes que deseen hacer su doctorado en el exterior. La convocatoria sólo financia a los estudiantes que deseen cursar su doctorado en las universidades mejor clasificadas del mundo en el Ranking de Shanghai 2013; esto quiere decir: en las universidades que estén por encima de las universidades mejor clasificadas de nuestro país en estas mediciones. Hasta aquí no hay ninguna dificultad: quien salga del país a hacer un doctorado será financiado por Colciencias sólo si cursa un programa de alta calidad en una universidad que esté mejor clasificada que cualquiera de las universidades colombianas.

El problema es este: el 80% de estas becas se destinan para las siguientes áreas de conocimiento: ingenierías, ciencias de la salud, ciencias agroforestales y ciencias básicas. El restante 20% está dirigido a las humanidades, las artes y las ciencias sociales. También la formación de investigadores en estas últimas áreas de conocimiento se va a ver afectada por las políticas de Colciencias. Si estas áreas no cuentan con investigadores formados en las universidades mejor clasificadas del mundo, tampoco estarán en condiciones de generar un saber que alcance los círculos académicos más sobresalientes del mundo.


Las dificultades que acabamos de señalar son una parte mínima en relación con todos los problemas que se pueden advertir en el actual sistema de ciencia del país. Es sorprendente que el movimiento estudiantil, especialmente las representaciones de posgrado, no hayan vuelto su mirada a las políticas de Colciencias. La búsqueda de un sistema de educación superior de alta calidad pasa también por la determinación de un sistema nacional de investigación con políticas que beneficien indistintamente a todas las áreas de conocimiento y que garantice no sólo más recursos para la investigación, sino también más trasparencia en su asignación y ejecución. Un nuevo sistema de investigación que supere el clientelismo, la burocratización y la ineficiencia aún tan visibles en el sistema de investigación actual.

0 comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores

Twitter Delicious Facebook Digg Stumbleupon Favorites More

 
Powered by Blogger