El
movimiento estudiantil tradicionalmente ha estado marcado por oscilaciones
coyunturales con continuas alzas y bajas, marcadas por la influencia de doble
vía con otros sectores sociales a nivel nacional pero también responde a
dinámicas particulares en cada institución educativa con momentos de gran
movilización y otros de completa inmovilización y luchas fragmentarias.
Después
de la gran movilización estudiantil de finales del año 2011, liderada por la
MANE, que tumbó la reforma educativa del gobierno de Juan Manuel Santos que
pretendía profundizar el modelo neoliberal en la educación superior, ha habido
un reflujo generalizado a nivel macro el cual no ha permitido terminar de
consolidar una propuesta de ley que cohesione tanto al grueso del estudiantado
como a la sociedad en general que pueda defenderla y disputarle al capital la
hegemonía en el manejo de la política pública en materia educativa.
Sin
embargo el último año no ha sido de inmovilidad sino de luchas por
reivinidicaciones locales con éxitos relativos como en el caso de la
Universidad de Caldas o con fracasos parciales como en la Universidad de
Antioquia pero también el movimiento estudiantil ha sido solidario con otros
movimientos, caso concreto con el campesino, con actividades tales como
campañas de recolección de alimentos, foros, marchas así como con reiterados
enfrentamientos contra el ESMAD hechos con el objetivo liberarle carga
represiva a los campesinos y llamar la atención de la opinión pública de la
problemática rural negada por los grandes medios y por el propio presidente
cuando dijo que el “tal paro” no exisitía.
Desafortunadamente
el papel que ha jugado la MANE como organización no ha sido trascendental en
cada una de esas luchas tanto por la falta de capacidad de reacción frente a
cada situación particular como a debates internos que le han hecho perder
protagonismo y ha sido aprovechado por los enemigos de la unidad estudiantil,
incluso al seno mismo del estudiantado, para deslegitimar el movimiento.
Por lo
anterior, el movimiento estudiantil para el presente año tiene aún el reto
pendiente de disputarle al régimen un proyecto de educación superor al servicio
de los intereses de las mayorías del pueblo colombiano y en contra del modelo
neoliberal dependiente de las necesidades del capital trasnacional,
especulativo y latifundista.
Para
ello se requiere reconstruir la MANE, ponerla de nuevo en el debate nacional y,
ante todo, ganarse nuevamente al grueso del estudiantado el cual es su base
natural pero que ve cada vez más a la Mesa como un actor ajeno a sus intereses.
Se necesita superar las luchas fragmentarias en su interior que no han
explotado pero que sí la han venido descomponiendo y debilitando porque no se
han podido poner las diferencias expresamente como el tema electoral lo cual ha
generado desconfianzas y celos haciendo que cada sector de la MANE actúe por su
cuenta, además debido a que la forma como se toman las decisiones, el consenso,
ha sido la excusa para que intereses particulares de secta no permitan avanzar
y lograr decisiones y acciones conjuntas contundentes.
El
gobierno ya ha dicho que va a presentar nuevamente este semestre un nuevo
proyecto de ley de educación superior ganándole la iniciativa a la MANE pero
que es poco posible que Santos pueda imponerlo ya que en plena época electoral
le será muy complicado verse de nuevo enfrentado a un movimiento estudiantil,
que si bien no ha sido capaz de terminar de consolidar su propuesta, puede
tener una gran capacidad de respuesta como muchas veces lo ha demostrado,
renaciendo en coyunturas incluso más complicadas que la actual.
El
movimiento estudiantil además tendrá el reto de sumarse decididamente al paro
nacional agrario y popular que muy seguramente surgirá de nuevo este semestre
por los incumplimientos del gobierno nacional. Recordar que la mejor
solidaridad posible es seguir el ejemplo. Son, de todas formas, grandes las
sorpresas que puede dar este año el movimiento estudiantil que así como algunas
veces volátil, tiene gran capacidad de convocatoria en algunos momentos
pudiendo ser determinante a la hora de definir quién sera el próximo presidente
de Colombia. Si el movimiento social colombiano vuelve a ser tan o más
contundente que el semestre anterior, la derecha, llámese Santos o Uribe con
alguna de sus marionetas, la tendrá muy difícil para seguir gobernando este
país.
Leonardo
León
@ingcritica
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