“El reto es demostrar que, además de protesta
y propuestas políticas soñadoras, hay una comunidad que está dispuesta a tomar
en sus manos el timón de la institución y darle un buen rumbo."
Por: Ángel Ramírez Pineda/The Capucho Times.
La
discusión de la “Asamblea permanente” de los estudiantes, eufemismo para
denominar al Paro, se refundió en la agenda de las discusiones que tuvieron
lugar en la Universidad Nacional ayer (9 de septiembre) desde las 9 de la
mañana.
Necesario
era que este álgido punto, fuente de gran polémica en la universidad, se
aplazara para un momento más propicio, que seguro no existirá este semestre.
Sin embargo, que la amenaza de convocatoria a paro por parte de ciertos grupos
haya desaparecido temporalmente no desaparece los problemas que sirven de argumento
a tal proposición.
La
Universidad se encuentra en una profunda crisis presupuestal, agravada por la
in-eficiencia de la administración actual, en cabeza de Ignacio Mantilla,
ligada a la ausencia de voluntad para asumir la exigencia de pago de deudas del
Estado con la institución. Los planes para la construcción del edificio de
Arquitectura y el de Enfermería se ponen en riesgo con el actual paro de
trabajadores, que completa 15 días, hecho que demuestra, una vez más, el
terrible manejo de Mantilla y su incendiario monaguillo Diego Hernández. Eso es
lo que va. Lo que se avecina, da pavor.
El Plan
de Ordenamiento Territorial cambia el uso del suelo en los predios de la
Universidad que se verían afectados con la proyección actual del Plan de
Renovación Urbana del CAN. El artículo del decreto que dice otorgar a la
Universidad la facultad de decidir si participa o no, no es garantía. El
Ministerio de Educación sigue construyendo su propuesta de reforma a la Ley 30
y, cuando tenga algo medianamente consensuado con las empresas de la educación
y las instituciones que reglan su funcionamiento, no vacilará en presentarlo.
El
vicerrector Diego Hernández anuncia la gestión de un crédito a favor de la
universidad para adelantar las obras proyectadas con base en los recursos que
se obtendrán de la estampilla. Endeudar la institución es un evento que se debe
rechazar enfáticamente por parte de los estamentos de la comunidad, pues
empeñar la universidad con una proyección de los recursos que se obtendrían, si
todo marcha como quieren, es un riesgo grandísimo sin mencionar que nos expone
a los intereses de la banca multilateral.
Por
otra parte, la propuesta denunciada por la representante estudiantil ante el
CSU de constituir una policía universitaria para el control de las
manifestaciones internas que perturban la normalidad como los paros y bloqueos,
debe debatirse en el seno de la comunidad para entender los cómos y porqués
esperando que, una vez más, la universidad se movilice para rechazar o afirmar
la propuesta de quienes mayoritariamente se expresan en el máximo órgano
directivo.
Un
consenso indiscutible que emergió de las deliberaciones en cada facultad y se
hizo común en cada informe presentado ante la plenaria del León de Greiff, fue
la necesidad de reinventar las formas de movilización, hacerlas atractivas y
democráticas, buscando que cada quien aporte desde lo que quiere y puede al
movimiento de protesta.
La
renuncia, temporal, de los promotores del paro estudiantil a imponer su
iniciativa implica la manutención de las actividades de movilización en el
marco de la continuidad del calendario académico. Es necesario que los miembros
de la comunidad honremos el acto con esa necesaria reinvención de las formas de
protestar, una concurrencia masiva a los eventos planeados, con expresiones
constantes de rechazo a la situación de la universidad, a las nefastas
propuestas que la amenazan y la pronta construcción de alternativas realmente
viables. El reto es demostrar que, además de protesta y propuestas políticas
soñadoras, hay una comunidad que está dispuesta a tomar en sus manos el timón
de la institución y darle un buen rumbo.
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