Desde la madrugada del pasado martes 27 de agosto y tras
un mes de agitación laboral, un importante sector de las trabajadoras de planta
de la Universidad Nacional sede Bogotá (luego secundada por la sede Palmira),
de todas las facultades y divisiones administrativas se han vuelto a declarar
en Asamblea Permanente, entrado en cese laboral y bloqueando la inmensa mayoría
de edificios y dependencias del campus central. Este movimiento, el tercero de
este tipo organizado por las trabajadoras de la universidad en menos de año y
medio, es hijo directo del paro de dos semanas del segundo semestre de 2012 y
la paralización de mes y medio del primer semestre de 2013 [2], fruto como
ellos de la deuda histórica de la Universidad con sus trabajadoras y resultado
específico del incumplimiento de la ilegitima rectoría de Ignacio Mantilla a
los acuerdos previos.
La Asamblea Permanente con cese laboral, de nuevo
organizada por el Comité Pro Mejora Salarial a su vez impulsado por el
Sindicato Mixto de Trabajadores de las Universidades Públicas Nacionales
SINTRAUNAL, el sindicato mayoritario de las sedes en conflicto, así como por
trabajadoras independientes y no organizadas, se ha declarado en espacios
asamblearios legítimos de las propias obreras universitarias, con base a 4
justas razones puntuales: 1) La exigencia de que la Universidad se comprometa a
liderar el pedido de aumento salarial ante el Ministerio de Hacienda, 2) La
devolución de los 126 cargos de libre nombramiento y remoción que la
Universidad ha venido tercerizando desde los años 80 en desmedro de la carrera
administrativa, y que hasta hace poco, eran responsabilidad de un rector dotado
de desproporcionados poderes en términos de contratación, 3) El retorno de las
trabajadoras afectadas por traslados arbitrarios como resultado del movimiento
del semestre pasado, a sus anteriores puestos de trabajo y 4) las garantías de
las autoridades universitarias de que no tomarán represalias contra las
participantes del movimiento y así buscar detener las constantes amenazas
provenientes de la administración.
Esta coyuntura que las trabajadoras universitarias han instalado
en la agenda política por la fuerza de su movilización, se da en medio de la
apertura de un periodo de negociación sindical en las universidades públicas
fruto de la derogación de las leyes laborales más restrictivas en el sector
estatal y la propuesta de un pliego nacional estatal, que llevó a las
trabajadoras de la Universidad del Valle a un cese análogo de labores el
semestre pasado. El movimiento de las trabajadoras de la Nacional, que tiene
comparativamente una de las escalas salariales más bajas de las instituciones
estatales y que viene aumentando su productividad desde hace años sin recibir
un aumento de la base real de su salario desde hace 17 años, también es
expresión de la crisis general de la Educación Superior pública a nivel
nacional, acosada por la des-financiación, la privatización y la precariedad
laboral, problemas comunes que afectan a toda la comunidad universitaria y en
particular a la Universidad Nacional, donde la crisis presupuestal y de
infraestructura llega a niveles críticos. En paralelo, su demanda se
desenvuelve en los momentos en los que el país profundiza el ciclo de protestas
sociales de 2011-2012, los paros agrarios de 2013 cuestionan fuertemente el
modelo neoliberal y el movimiento sindical vive una reactivación, en medio del
liderazgo de las trabajadoras de la educación y su propuesta de construcción de
un gran sindicato de industria que agrupe a las trabajadoras y profesoras del
sector educativo público y privado desde todos los niveles.
La respuesta de la cuestionada administración Mantilla,
sostenida por un Consejo Superior Universitario direccionado por el Presidente
de la República y legitimada por un sector derechizado, lamentablemente
creciente y radicalizado, del profesorado de las facultades más gobiernistas como
Ciencias, bastión de Mantilla donde por la presencia de laboratorios hay
importantes números de trabajadoras y no es fuerte la organización estudiantil;
no ha sido otra que la negativa a entablar negociaciones, y el desarrollo de
una estrategia intencionada que complementa la desinformación hacia la
Comunidad Universitaria, con campañas de terror para que las trabajadoras no
vinculadas se alejen del movimiento y las participantes se vean amenazas por la
judicialización y la intervención policial. En su estrategia de desgaste y
aislamiento del movimiento, la administración ha recurrido a acciones
grandilocuentes como la falsas acusaciones de secuestro de las vigilantes
subcontratadas, el retiro de las puertas de las entradas y algunas
edificaciones del campus, y la costosa cancelación de los exámenes de admisión
del actual semestre para la Universidad, en este último punto, contradiciendo
el compromiso estricto de las trabajadoras con su realización y la tranquila
experiencia del semestre pasado cuando los exámenes se presentaron en completa
calma en medio de una coyuntura análoga de conflicto.
Ante este panorama creemos que las estudiantes debemos
apoyar una vez más lucha de las trabajadoras, levantando las banderas de unidad
obrera, estudiantil y popular que siempre hemos impulsado desde nuestro grupo.
De esta forma debemos contribuir a quebrar la estrategia de la administración
rodeando de solidaridad a las trabajadoras y presionando a la administración
junto con las profesoras progresistas por una solución rápida de las justas
demandas obreras; propender por un campus abierto, deliberativo y militante en
donde las trabajadoras encuentren eco de sus demandas y las estudiantes
profundicemos nuestra organización y
comprensión de los problemas generales de la educación y el país; profundizar
la unidad triestamentaria en todos los niveles y apropiarnos de las demandas de
participación de las trabajadoras en el gobierno universitario, la defensa de
los salarios dignos y los puestos de trabajo; al tiempo que sostenemos en
nuestros espacios de base, la coordinación y movilización con este movimiento
de paralización que ha asumido la forma de una legitima huelga salvaje.
Finalmente y en medio del respeto a la autonomía de las
compañeras trabajadoras, debemos resaltar la importancia de la unidad sindical
clasista, pues el antagonismo local entre dos organizaciones combativas de
importante trayectoria como SINTRAUNAL y SINTRAUNICOL ha debilitado y
fragmentado territorialmente al movimiento; la decisivo que es para el
movimiento sindical en general y para el universitario en particular,
incorporar a sus filas a las trabajadoras más precarizadas definidas por sus
contratos temporales, que en la actualidad constituyen la mayoría de las
asalariadas del país y cuya aun incompleta vinculación al movimiento obrero ha
permitido luchas extraordinarias como las de los corteros de caña en el Valle
en 2008 y las trabajadoras petroleras del Meta en 2011; y la siempre importante
brega por aumentar la organización de base y la horizontalidad al interior del
movimiento, que permitirán el surgimiento de nuevos liderazgos y un mayor
protagonismo político de las bases.
Hoy como ayer, arriba la lucha de las trabajadoras de la
Universidad Nacional
¡Obreras y estudiantes, unidas y adelante!
Grupo Estudiantil Anarquista GeA
Universidad Nacional
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[1] Usamos el femenino generalizando hacia personas, y no
el masculino individuos asociado históricamente solo con los hombres.
[2] Ver nuestro comunicado sobre el movimiento del primer
semestre del 2013. Link:
http://grupoestudiantilanarquista.wordpress.com/2013/03/14/comunicado-del-grupo-estudiantil-anarquista-gea-en-apoyo-de-la-asamblea-permanente-de-trabajadoras-de-la-universidad-nacional1/
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