El
bloqueo físico e institucional que están viviendo los campus de Bogotá y
Palmira de la Universidad Nacional de Colombia la debilita como institución
pública y proyecto común de la sociedad colombiana. Comparto el sentimiento de
desasosiego y frustración que tienen otros profesores y muchos estudiantes y
trabajadores, ante la imposibilidad de desarrollar las actividades académicas
que le dan sentido a la primera institución de educación superior en el país.
Una universidad bloqueada es incapaz de responder frente a los inmensos
desafíos que implica la deuda histórica del Estado colombiano con la mayoría de
los bachilleres y con los problemas que nos aquejan como colectividad.
La
reivindicación hecha por el Comité Promejora Salarial (CPS) en lo relacionado
con la nivelación de los ingresos económicos de los trabajadores de la
Universidad Nacional, con respecto a los funcionarios del mismo nivel dentro de
la administración pública colombiana, ha sido reconocida por la actual
dirección de la U.N. y por los expertos nombrados como consecuencia del Acta de
Compromiso suscrita el 18 de marzo del año en curso. Falta por definir el
porcentaje del incremento salarial, que en los estudios fluctúa entre el 19 y
el 63%, y los reajustes a la planta administrativa. Por consiguiente, existen
razones para la protesta; no obstante, no sucede lo mismo con los medios
utilizados por el CPS.
La
Universidad, dentro de los límites de su autonomía, no está en capacidad de
aprobar incrementos salariales, pero si debe construir y apoyar una solución
justa. Solo el Gobierno Central, en especial la rama ejecutiva y el Ministerio
de Hacienda tienen la competencia para hacer los reajustes en la remuneración
de los trabajadores. En consecuencia, la U.N. no debería ser la afectada principal
por una protesta que debe tener otro destinario y que como está planteada
desdibuja al principal responsable de la financiación adecuada de las
universidades públicas: el Estado colombiano.
Un
campus vacío, con edificios cerrados, donde a los miembros de la comunidad
universitaria nos impiden ingresar para reunirnos, desarrollar los cursos,
realizar las investigaciones, impulsar los proyectos de interrelación con el
resto de la sociedad o construir la vida y los lazos de solidaridad de una
comunidad universitaria es el peor escenario para legitimar una reivindicación
que se considera justa. Además, conlleva un conflicto de derechos que alimenta
los llamados a las soluciones autoritarias. El bloqueo físico realizado por el
CPS agrava el bloqueo institucional al que está sometida la comunidad
universitaria de la U.N. desde hace muchos años y que en la actualidad
repercute en el manejo equivocado de los conflictos por parte de la
administración y en la elusión o tratamiento coyuntural de los problemas
centrales que nos aquejan. Solo a modo de ejemplo, las actividades académicas
de los viernes por la tarde han sido suprimidas, en virtud de una medida
adoptada por la Vicerrectoría de la Sede que no soluciona los problemas
causados por el microtráfico de drogas ilícitas en el campus de Bogotá, pero
que sí denota el talante autoritario de la dirección de la universidad y
desidia frente a la vida académica. Día a día asistimos a la adopción de
medidas que únicamente consultan los intereses de una minoría de los miembros
de la comunidad universitaria o de políticas que desatienden los problemas
estructurales de la U.N. El despotismo institucional se ha ido imponiendo como
una forma de bloquear la participación de los profesores, estudiantes y
trabajadores en la adopción de las decisiones que afectan su trabajo y su
cotidianidad, o de evadir las soluciones concertadas que requerimos con
urgencia.
El
bloqueo institucional, tan grave como el físico, exige que encontremos el
camino para que la comunidad universitaria defina sus derroteros y no siga
siendo sometida las decisiones de miembros de los cuerpos colegiados que no
representan a las mayorías de sus estamentos. Cuando me veo sometido a una
institucionalidad que inhibe mi participación activa y decisoria, como
profesor, en la definición del destino de una universidad con una autonomía
única y especial reconocida por la constitución de 1991, siento el mismo
desasosiego, la misma frustración y la misma negación de mis derechos que me
suscitan los bloqueos físicos.
No
deseo acallar mi voz ante el debilitamiento de la Universidad Nacional de
Colombia, el cual puede llevar a una intervención externa o a una escalada de
imposiciones autoritarias, derivada de la ruptura de los diálogos y la
deliberación propios de la academia que fue propiciada por el Rector y los
Vicerrectores en el Consejo Superior. Por tal razón, propongo que exijamos la
apertura inmediata de los campus bloqueados, así como la transformación de la
actual institucionalidad autoritaria, y acojamos las propuestas siguientes:
1.
Formar una comisión compuesta por representantes de los profesores, los
estudiantes, los trabajadores y las directivas de la U.N. que decida sobre el
porcentaje justo para el incremento del salario de los trabajadores e
implemente una veeduría pública que le haga el seguimiento al trámite que debe
hacer la Rectoría ante el Ministerio de Hacienda, con el objetivo de obtener
los recursos necesarios para responder a la reivindicación del CPS, ponderada
por la comunidad universitaria. Es el momento de unirnos para que el
presupuesto de la Universidad y de las instituciones públicas, que actualmente
se discute en el Congreso, satisfaga sus necesidades reales.
2.
Realizar una consulta por estamentos en la que se le pregunte a la comunidad
universitaria si considera que los órganos colegiados de dirección de la U.N
deben estar conformados mayoritariamente por sus representantes directos, para
que sean ellos los que definan las reformas urgentes que necesita la
institución y las propuestas que debemos hacerle al país con el objetivo de
superar la crisis de la educación superior colombiana. El resultado de dicha
consulta, cualquiera que sea, debe ser tomado como un mandato imperativo por
todos los que participen en ella y por la dirección de la universidad. Si es el
caso, se deben efectuar los cambios estatutarios necesarios y proponer las
reformas legislativas pertinentes. De esta manera, se podría empezar a
interrumpir el bloqueo institucional que nos afecta.
Esta
carta solo me compromete a mí, como profesor de la Universidad Nacional de
Colombia. No debemos guardar silencio cuando la vida de nuestra comunidad
universitaria está amenazada por diferentes autoritarismos que inhiben el
diálogo, la deliberación y la participación decisoria, y por bloqueos físicos e
institucionales que niegan su razón de ser.
Bogotá,
3 de septiembre de 2013
Leopoldo
Múnera Ruiz
Profesor
Asociado Universidad Nacional de Colombia.
3 comentarios:
Que buena carta profesor eso es lo que necesitamos porque unos pocos estan acabando con la mejor universidad porque si miramos en esta universidad han entrado buenos muchachos y no delicuentes como dicen espero que con su ayduda esto sea resuelto y que nuestros hijos puedan terminar su carrera con todo lo orgullo que se se merecen ya no mas perdedera de tiempo y de tanta mediocridad yo como madre de familia lo apoyo porque nadie da solucion a este problema ni quisiera la ministra de educacion, ni el rector gracias
Es cierto que una universidad cerrada, poco da que hablar, los pasillos abandonados, las cafeterías silenciosas y las aulas vacías. No son una buena señal de como marchan las cosas, y es claro admitir que muchas de las causas por las que se encuentra la u cerrada son válidas, debido al abandono que ha tenido la educación pública en el país.
En efecto la actual situación es un llamado a esta crisis que ha sido postergada. No obstante es difícil seguir construyendo una propuesta alternativa cuando el alma mater se encuentra cerrada. ¿dónde están los debates? ¿cómo se piensa en ese estado, llegar a un acuerdo? cuando sabemos que la procuaduría piensa poner sanciones a los trabajadores, por exigir su derecho, entre otras cosas. Es cierto en este país hay que expresarse y visibilizarse para que se reconozcan los problemas que nos atraviesan. Mas no por eso hay que detenerse, lo contrario sería que hay necesidad de avanzar en un consenso, a través de propuestas que provengan de todas partes, (padres de familia, estudiantes, trabajadores de toda índole universitaria y la comunidad en general, la cual debe estar al tanto del nivel de la discusión por iniciativa)
No faltante a ello debe estar la prensa (local, radial, alternativa, privada, regional o nacional) ayudando y generando opinión, haber si con un poquito de seriedad y voluntad se llegan a los consensos.
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