En la
Universidad Nacional, estos últimos años han estado cargados de coyuntura tras
coyuntura, muchos estudiantes respondemos frente a ello, pero esto no es
suficiente, pues nos quedamos en la reacción momentánea, y al final los
problemas se terminan evadiendo o desaparecen un tiempo; así mismo vemos que
hay muy pocas propuestas desde la academia y no hay soluciones concretas ante
lo que nos afecta. Los administrativos de la sede muchas veces actúan, como si
de las manos se les escapara la visión de la educación, siendo arbitrarios en
tomar decisiones que corresponden a toda la comunidad universitaria. En este
sentido se hace necesario reflexionar sobre cuál es nuestro papel como actores
de la realidad que compartimos y de qué manera incidimos en esta.
Para el
transcurso de este semestre en la Unalmed, es pertinente evidenciar algunas
cuestiones inmediatas; desde que inicio el semestre académico (Y aún hoy
finalizado) no han podido terminar de arreglar todos los baños de los primeros
pisos, causando esto una enorme desconcentración a la hora de estar en clase,
pues la actividades de “remodelación” se hacen en horas de estudio, generando
un gran ruido que muchas veces interrumpe las actividades académicas. Es una
decisión incoherente comenzar estos trabajos durante el calendario escolar,
curiosamente contradictorio con el hecho de que en el periodo de vacaciones,
los murales fueron eliminados en todo el campus, incluyendo aquellos que eran
emblema de la lucha estudiantil y ya tenían más de veinte años de existencia.
La
pregunta que surge es: ¿por qué entonces no hicieron el mantenimiento a los
baños en vacaciones?, y la respuesta llega con que estaban demasiado ocupados
censurando las iniciativas estudiantiles. ¿Cómo es posible que una hoja de
plátano o una auyama se confundan con maleza?; y de esta manera talen los
jardines y huertas que han sembrado con tanto esmero, los grupos estudiantiles
adscritos a la universidad. Como ejemplo, podemos recordar las flores del
Jardín de la capilla, situadas al lado del bloque de artes, que en más de una
ocasión se les ha lanzado herbicidas y guadaña venteada, ocurriendo esto cuando
la universidad se encuentra cerrada… al final las administrativas se
justifican, argumentando que a los
trabajadores de servicios generales “se les fue la mano” o que hacen las
“respectivas” labores de mantenimiento.
¿Cuáles
son las verdaderas intenciones de la administración de sede? ¿Qué pretenden con
remodelar los baños que estaban buenos?, será que siguen derrochando los pocos
recursos que hay, con campañas de silencio creativo en la facultad de humanas o
en lo sucedido en la nacho de Bogotá, con el caso del rector Mantilla y la
compra de un carro blindado y unos muebles de plumas de ganso para su oficina.
Parece
que intentan ocultarnos las urgencias latentes de este claustro universitario,
¿qué pasará con la reducción de becas de posgrado? y con la problemática de los
estudiantes que reciben clases en el suelo del bloque 12, como si hubiesen
pagado una matrícula económica para graduarse en el piso. O la cuestionable
calidad de los servicios de bienestar y salud. Ahora, en lo que piensan es en
remodelar la infraestructura, pintar la fachada, más parqueaderos, sabiendo que
la futura construcción de estos, podría desaparecer lugares como la capilla de artes, sitio considerado
como patrimonio cultural de los estudiantes, o las cabras lecheras, quienes
serían desplazadas por la construcción de una circunvalar.
Todas
estas problemáticas dejan un sinsabor histórico, mas no nos arrebatan la
esperanza, pues es momento de continuar
construyendo la visión de una
universidad critica, responsable y autónoma; a partir del fortalecimiento de
las iniciativas estudiantiles: música,
arte, agroecología, ciencia, docencia y rockanroll, en la
búsqueda de fortalecer con la
sociedad, esas carencias que solo desde las realidades concretas, a
través de las prácticas en campo, se pueden comenzar a debatir.
“Si no
le gusta mi forma de protestar… quéjese en bienestar”
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