Hola
señor Rayón.
Soy
Julián Cortes, fui estudiante de la UN, ex profesor universitario de la UN, ex
prisionero político, y ahora un exiliado más de ese país que usted y su grupo
perciben tan democrático.
He
seguido y escuchado con atención tus intervenciones en radio y tu página de
Facebook, y me sorprende entre otras cosas, que de manera tan rápida haya
tenido eco tu expresión artística en los medios de comunicación colombianos
cuando la expresión también artística de “rayones”, pintas, murales, grafitis,
y expresiones de la izquierda han sido invisibilizados por décadas por los
mismos medios. Bueno…, pero esta invisibilización no es tan grave a la larga,
si la comparamos con la invisibilización que los medios masivos, noticieros y
demás, hacen de las expresiones y resistencias de los otros sectores sociales,
hablo de las movilizaciones campesinas que generalmente terminan
democráticamente disueltas por violentos hombres que no pintan las paredes sino
que pintan los cuerpos de los manifestantes de sangre con sus bolillos, sus
gases y sus balas de goma y también de plomo. Hablo de las manifestaciones de
las víctimas del terrorismo de estado, de las madres de los falsos positivos,
de los familiares de miles de seres humanos que viven en las cárceles
colombianas en condiciones infrahumanas, de los campesinos esclavizados en
plantaciones de palma o de caña de azúcar, o de los trabajadores petroleros,
todos estos sectores y muchos más se manifiestan a diario, pacíficamente y son
invisibilizados por los medios que han hecho del mundo del grueso de los
colombianos una especie de caja de cristal, donde se vende la imagen de que
Colombia es un bello país con Shakira, Juanes, futbolistas famosos, y además
difundiendo la idea de que somos el país más feliz del mundo.
Tu
expresión artística de rechazo a las pintas con contenido político me recuerda
por allá en el año 2001, cuando un grupo de estudiantes liderados por un joven
y entusiasta cristiano evangélico y apoyados por el entonces vicedecano de
bienestar, - no recuerdo su nombre,- se dió a la tarea de pintar de blanco la
facultad de ingeniería y pensaban incluso llegar a ser la cabeza de un proceso
mucho más amplio en la universidad para pintarla toda de blanco. Realizaron la
campaña por la “limpieza” de la facultad con relativo éxito, terminando la
jornada un día cualquiera como a las 7 de la noche. Aquel viernes un grupo de
“mamertos“, (como sus seguidores los llaman), realizaron su primer grafiti
estrenando la recién pintada pared de blanco. El joven cristiano fue el que los
descubrió y como si hubiera visto al mismísimo diablo salió corriendo a gritar
ante sus seguidores y ante el vicedecano que acababa de inaugurar la hermosa
obra de expresión en blanco, que un terrorista había pintado con spray rojo la
recién pintada pared que el mismo había logrado. Tamaña discusión se generó en
el hall del edificio nuevo de ingeniería, llegaron los unos, llegaron los
otros, se habló, se discutió, por ahí un joven inquieto y líder “mamerto” (como
sus seguidores los llaman), planteo la famosa frase de que “Paredes blancas,
mentes vacías”, otro igual de “mamerto” (como sus seguidores los llama),
planteaban sus argumentos, y los discípulos de la estética planteaban los
suyos, uno llego a afirmar que por ver el grafiti del salón 402 que decía
“Fuera Yankis de Colombia y de todo el mundo”, no podía aprender Estática.
Bueno la discusión terminó en un planteamiento dejado por el mismo vicedecano
de la importancia de hacer murales “estéticos”, que en últimas era la discusión
de los jóvenes activistas por el derecho de las paredes a ser blancas. Así que
inteligentemente planteamos que haríamos murales lindos y gustosos a la vista
del estudiantado estéticamente pulcro.
Nos
armamos, con brochas, pinceles y pintura a hacer un mural “estético” que
encajara en la estética de los estudiantes que querían mensajes bien vistos y
que no insultaran sus vírgenes imágenes del mundo. En el muro que queda
subiendo las escaleras de ingeniería viejo, hicimos un tablero gigante de color
verde donde con letra blanca, simulando la letra con tiza de los profesores de
antaño, hicimos un mensaje para conmemorar el 8 de marzo “día internacional de
la mujer”. Una semana larga de trabajo para terminar un viernes en la tarde con
una orgullosa participación de jóvenes estudiantes que ni siquiera participaban
en mítines pero que habían echo suya la necesidad de expresión que los
estudiantes requeríamos. El lunes siguiente al llegar al edificio, me encuentro
con la desafortunada conversión del mural “estético” en una artística pared
blanca recién pintada por orden del vicedecano. Mi reacción, como era de
esperarse de un joven de 21 años, apasionado como los son esos jóvenes
“mamertos” (como sus seguidores los llaman), fue ir a la oficina del profesor a
mentarle la madre. Era el acto más violento que había echo hasta entonces, me
sentía indignado, lo mismo que mis compañeros de trabajo que me acompañaron en
la pintada pero que en ese momento se asustaban un poco porque yo le mentaba la
madre al vicedecano de “bienestar” estudiantil.
“Usted
es un hijueputa”, le dije. Es el día en que me ha salido con más ánimo ese
insulto tan colombiano. Por fortuna en absoluto pesaron sobre mi algún proceso
disciplinario, o cosa por el estilo. El joven cristiano se graduó, buen salario
y hasta ahí le llego su activismo, de los otros jóvenes de la discusión, uno
dejo de pintar grafitis y dirige un medio alternativo, el otro es profesor en
un barrio popular y sindicalista docente. Posteriormente terminé dictando unas
cátedras en la universidad y después de un activismo con organizaciones
campesinas, a algún fiscal o a algún general le pareció chistoso hacerme un
proceso judicial y terminé 3 años en la cárcel por el delito de rebelión. El
resto de la historia por ahí está colgada en la web.
Ahora
bien toda esta remembranza de años pasados es para comentarte señor Rayón, que
tu idea no es nueva, es el eterno retorno de posiciones políticas que intentan
con un discurso democrático, (es posible que involuntario), poner como centro
de discusión, el tema de la libertad de expresión y la imposición de
ideologías, poniendo como victimarios a un sector de la sociedad que en
realidad ha sido víctima de la represión, de la violación al derecho de
expresión y del aislamiento mediático. Bien podría replantear tu población
objetivo y re direccionar tus esfuerzos a Caracol, a Rcn, a la W, o a las 70
emisoras de la fuerza pública, ellos sí que saben de limitar la expresión y de
imposición de ideologías.
Entiendo
y estoy de acuerdo que la izquierda debe reinventarse la simbología de sus
discursos, pero de ahí a plantear que lo que se manifiesta con una brocha y una
capucha es un discurso trasnochado, hay mucho trecho. Yo creo que los hechos
dicen más que mil palabras, hace cuanto que Fukuyama hablo del fin de la
historia, una manera muy intelectual de decir que el discurso de la izquierda
es trasnochado, y los hechos del mundo, la historia actual contradice esa
tesis. Basta ver como ese discurso trasnochado se mantiene, ninguno de estos
grafitis se repetirían si no tuvieran vigencia en el pensamiento de
generaciones de estudiantes que pasan por la universidad. No creo que las
pintas de la universidad pública las venga haciendo el mismo tipo durante 60
años. Eso evidencia que las ideas de izquierda y revolucionarias tienen muchos
simpatizantes, no solo en Colombia, sino en América Latina y el mundo entero,
basta ver que plantean los manifestantes desempleados en España o en Grecia, y
ahora las manifestaciones en Turquía.
Dice W
en la entrevista radial que la izquierda en la universidad son minoría, pero
dice que su grupo son más o menos 7. ¿Son entonces ustedes mayoría?. Si tanto
les disgusta las imposiciones de las minorías porque no le planten ese debate a
las minorías que ostentan las riquezas y el poder político de este país. Sería
interesante que plantearas ese discurso en la radio manifestándote porque en
las próximas elecciones los dos candidatos que se disputaran la presidencia son
de la misma familia Santos.
Ahora
bien, para mi es perfectamente claro que las minorías también transforman la
sociedad, quienes con un proyecto pueden ser seguidos por las mayorías si tiene
no solo un programa claro sino los medios económicos para popularizarlos. Me
atrevería a afirmar con el perdón de algunos estudiantes que se ofenderán por
lo que voy a decir, que el deber de los estudiantes es ser de la minoría, usted
señor estudiante: no se conforme con ser de la mayoría. Las minorías son las
que plantean los grandes cambios. Solo una minoría de estudiantes han defendido
la Universidad Pública, mientras la gran mayoría llena auditorios para ver
partidos de futbol, una minoría llega a foros, conferencias para replantearse
el país y soñarlo de una manera más incluyente. Una minoría de colombianos ha
evitado con su sangre que las multinacionales saqueen nuestras riquezas. Vete
en calzoncillos al Magdalena medio y pregúntale a un campesino desprevenido
porque no han podido las multinacionales del oro entrar con toda la fuerza a
explotar ese recurso en esas tierras, (aclaro que esto es un hecho, no mi
opinión, eso es lo que dicen los campesinos de la región). Una minoría también
terca lleva 60 años en el monte (con todos los errores que pueden atribuirle),
y hoy plantea grandes posibles y muy necesarias transformaciones en el país
sentados en la Habana.
Yo por
mi parte le tengo tedio a las mayorías acríticas, las mayorías eligieron a
Hitler. Tedio a las mayorías borregas y teleinvidentes que juzgan la historia
desde su sillón frente al televisor, (no es su culpa por supuesto). Le tengo
tedio a esa mayoría de estudiantes de clase media y de universidad publica que
creen que cogieron el mundo en sus manos por tener un cartón profesional y
ganarse recién graduados un salario un poquito mayor que el obrero raso, y se
endeudan y compran carro nuevo pagado en 15 años y con eso creen que ya
salieron del estrato tres. Hastío de los intelectualoides que se burlan de las
formas y los métodos que usan los de abajo, que hacen muecas al ver un campesino
con su machete usando la violencia para defenderse de la violencia oficial, que
disgustan de los métodos incivilizados de los de abajo y no critican los
métodos civilizados de represión de los de arriba (bombas, drones,
intervenciones militares, chuzadas, etc). intelectualoides que disgustan del
discurso sencillo del dirigente social porque no es lo suficientemente
elaborado que el del filósofo o el leguleyo. Que disgusta del populacho porque
es demasiado ruidoso, porque le gustan las consignas y las arengas a sus héroes
del pasado. Si te disgusta tanto que la izquierda conmemore al Che, y a Camilo
y a Bateman y a Manuel, porque no te disgustan los iconos banales, desprovistos
de todo intelecto y aporte a la humanidad de la actual juventud, figuras deportivas
y cantantes mediáticos convertidos en dioses.
El
respeto por lo público. Muy interesante y estoy de acuerdo lo público es
sagrado, por eso los invito a expresarse artísticamente y manifestarse contra
los Uribe, los Nule, los Moreno, contra el director del DAS. Ve a la picota en
la cárcel de lujo de los congresistas encarcelados al frente de los que se han
robado millones y háblales del respeto por lo público. Ellos sí que saben de
irrespeto por lo público. Entre otras cosas es interesante que la fama de la
universidad pública se asocia a la izquierda por su minoría crítica y activista
y no asocian las universidades privadas de alto costo por su minoría de
graduados que roban los recursos públicos sin el menor castigo moral, jurídico
y artístico, deberían pensar también en pasearse en calzoncillos por las aulas
de las universidades que gradúan congresistas ladrones, o más arriesgado aun
pasarse por los batallones que gradúan héroes que suben su salario a punta de
matar jóvenes indefensos. Causas para protestar en calzoncillos hay muchas.
Ahora
como he visto en los hechos, las causas de los soñadores, de los fabricantes de
utopías como los llamo yo, “mamertos, (como los llaman sus seguidores), siempre
terminan teniendo vigencia, hoy como ayer tu causa, la del señor Rayón, no
trascenderá en el tiempo, tu activismo durara hasta cuando tengas el cartón en
la mano y el primer sueldo después de graduarte. Mientras aquellos, los
mamertos, siguen a veces hasta la muerte, por años y años a favor de los
excluidos. Sin duda esa lucha es tan del profundo del corazón que rara vez un
buen salario la deja en el olvido. Como dijera Jose Marti: “Si no tienes el
valor para luchar, por lo menos ten el decoro de respetar a los que si lo
hacen”.
JULIAN
CORTES
EXPRISIONERO
POLITICO
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