martes, 18 de junio de 2013

Carta al Señor Rayón, por un ex estudiante de la UN


Hola señor Rayón.
Soy Julián Cortes, fui estudiante de la UN, ex profesor universitario de la UN, ex prisionero político, y ahora un exiliado más de ese país que usted y su grupo perciben tan democrático.
He seguido y escuchado con atención tus intervenciones en radio y tu página de Facebook, y me sorprende entre otras cosas, que de manera tan rápida haya tenido eco tu expresión artística en los medios de comunicación colombianos cuando la expresión también artística de “rayones”, pintas, murales, grafitis, y expresiones de la izquierda han sido invisibilizados por décadas por los mismos medios. Bueno…, pero esta invisibilización no es tan grave a la larga, si la comparamos con la invisibilización que los medios masivos, noticieros y demás, hacen de las expresiones y resistencias de los otros sectores sociales, hablo de las movilizaciones campesinas que generalmente terminan democráticamente disueltas por violentos hombres que no pintan las paredes sino que pintan los cuerpos de los manifestantes de sangre con sus bolillos, sus gases y sus balas de goma y también de plomo. Hablo de las manifestaciones de las víctimas del terrorismo de estado, de las madres de los falsos positivos, de los familiares de miles de seres humanos que viven en las cárceles colombianas en condiciones infrahumanas, de los campesinos esclavizados en plantaciones de palma o de caña de azúcar, o de los trabajadores petroleros, todos estos sectores y muchos más se manifiestan a diario, pacíficamente y son invisibilizados por los medios que han hecho del mundo del grueso de los colombianos una especie de caja de cristal, donde se vende la imagen de que Colombia es un bello país con Shakira, Juanes, futbolistas famosos, y además difundiendo la idea de que somos el país más feliz del mundo.
Tu expresión artística de rechazo a las pintas con contenido político me recuerda por allá en el año 2001, cuando un grupo de estudiantes liderados por un joven y entusiasta cristiano evangélico y apoyados por el entonces vicedecano de bienestar, - no recuerdo su nombre,- se dió a la tarea de pintar de blanco la facultad de ingeniería y pensaban incluso llegar a ser la cabeza de un proceso mucho más amplio en la universidad para pintarla toda de blanco. Realizaron la campaña por la “limpieza” de la facultad con relativo éxito, terminando la jornada un día cualquiera como a las 7 de la noche. Aquel viernes un grupo de “mamertos“, (como sus seguidores los llaman), realizaron su primer grafiti estrenando la recién pintada pared de blanco. El joven cristiano fue el que los descubrió y como si hubiera visto al mismísimo diablo salió corriendo a gritar ante sus seguidores y ante el vicedecano que acababa de inaugurar la hermosa obra de expresión en blanco, que un terrorista había pintado con spray rojo la recién pintada pared que el mismo había logrado. Tamaña discusión se generó en el hall del edificio nuevo de ingeniería, llegaron los unos, llegaron los otros, se habló, se discutió, por ahí un joven inquieto y líder “mamerto” (como sus seguidores los llaman), planteo la famosa frase de que “Paredes blancas, mentes vacías”, otro igual de “mamerto” (como sus seguidores los llama), planteaban sus argumentos, y los discípulos de la estética planteaban los suyos, uno llego a afirmar que por ver el grafiti del salón 402 que decía “Fuera Yankis de Colombia y de todo el mundo”, no podía aprender Estática. Bueno la discusión terminó en un planteamiento dejado por el mismo vicedecano de la importancia de hacer murales “estéticos”, que en últimas era la discusión de los jóvenes activistas por el derecho de las paredes a ser blancas. Así que inteligentemente planteamos que haríamos murales lindos y gustosos a la vista del estudiantado estéticamente pulcro.
Nos armamos, con brochas, pinceles y pintura a hacer un mural “estético” que encajara en la estética de los estudiantes que querían mensajes bien vistos y que no insultaran sus vírgenes imágenes del mundo. En el muro que queda subiendo las escaleras de ingeniería viejo, hicimos un tablero gigante de color verde donde con letra blanca, simulando la letra con tiza de los profesores de antaño, hicimos un mensaje para conmemorar el 8 de marzo “día internacional de la mujer”. Una semana larga de trabajo para terminar un viernes en la tarde con una orgullosa participación de jóvenes estudiantes que ni siquiera participaban en mítines pero que habían echo suya la necesidad de expresión que los estudiantes requeríamos. El lunes siguiente al llegar al edificio, me encuentro con la desafortunada conversión del mural “estético” en una artística pared blanca recién pintada por orden del vicedecano. Mi reacción, como era de esperarse de un joven de 21 años, apasionado como los son esos jóvenes “mamertos” (como sus seguidores los llaman), fue ir a la oficina del profesor a mentarle la madre. Era el acto más violento que había echo hasta entonces, me sentía indignado, lo mismo que mis compañeros de trabajo que me acompañaron en la pintada pero que en ese momento se asustaban un poco porque yo le mentaba la madre al vicedecano de “bienestar” estudiantil.
“Usted es un hijueputa”, le dije. Es el día en que me ha salido con más ánimo ese insulto tan colombiano. Por fortuna en absoluto pesaron sobre mi algún proceso disciplinario, o cosa por el estilo. El joven cristiano se graduó, buen salario y hasta ahí le llego su activismo, de los otros jóvenes de la discusión, uno dejo de pintar grafitis y dirige un medio alternativo, el otro es profesor en un barrio popular y sindicalista docente. Posteriormente terminé dictando unas cátedras en la universidad y después de un activismo con organizaciones campesinas, a algún fiscal o a algún general le pareció chistoso hacerme un proceso judicial y terminé 3 años en la cárcel por el delito de rebelión. El resto de la historia por ahí está colgada en la web.
Ahora bien toda esta remembranza de años pasados es para comentarte señor Rayón, que tu idea no es nueva, es el eterno retorno de posiciones políticas que intentan con un discurso democrático, (es posible que involuntario), poner como centro de discusión, el tema de la libertad de expresión y la imposición de ideologías, poniendo como victimarios a un sector de la sociedad que en realidad ha sido víctima de la represión, de la violación al derecho de expresión y del aislamiento mediático. Bien podría replantear tu población objetivo y re direccionar tus esfuerzos a Caracol, a Rcn, a la W, o a las 70 emisoras de la fuerza pública, ellos sí que saben de limitar la expresión y de imposición de ideologías.
Entiendo y estoy de acuerdo que la izquierda debe reinventarse la simbología de sus discursos, pero de ahí a plantear que lo que se manifiesta con una brocha y una capucha es un discurso trasnochado, hay mucho trecho. Yo creo que los hechos dicen más que mil palabras, hace cuanto que Fukuyama hablo del fin de la historia, una manera muy intelectual de decir que el discurso de la izquierda es trasnochado, y los hechos del mundo, la historia actual contradice esa tesis. Basta ver como ese discurso trasnochado se mantiene, ninguno de estos grafitis se repetirían si no tuvieran vigencia en el pensamiento de generaciones de estudiantes que pasan por la universidad. No creo que las pintas de la universidad pública las venga haciendo el mismo tipo durante 60 años. Eso evidencia que las ideas de izquierda y revolucionarias tienen muchos simpatizantes, no solo en Colombia, sino en América Latina y el mundo entero, basta ver que plantean los manifestantes desempleados en España o en Grecia, y ahora las manifestaciones en Turquía.
Dice W en la entrevista radial que la izquierda en la universidad son minoría, pero dice que su grupo son más o menos 7. ¿Son entonces ustedes mayoría?. Si tanto les disgusta las imposiciones de las minorías porque no le planten ese debate a las minorías que ostentan las riquezas y el poder político de este país. Sería interesante que plantearas ese discurso en la radio manifestándote porque en las próximas elecciones los dos candidatos que se disputaran la presidencia son de la misma familia Santos.
Ahora bien, para mi es perfectamente claro que las minorías también transforman la sociedad, quienes con un proyecto pueden ser seguidos por las mayorías si tiene no solo un programa claro sino los medios económicos para popularizarlos. Me atrevería a afirmar con el perdón de algunos estudiantes que se ofenderán por lo que voy a decir, que el deber de los estudiantes es ser de la minoría, usted señor estudiante: no se conforme con ser de la mayoría. Las minorías son las que plantean los grandes cambios. Solo una minoría de estudiantes han defendido la Universidad Pública, mientras la gran mayoría llena auditorios para ver partidos de futbol, una minoría llega a foros, conferencias para replantearse el país y soñarlo de una manera más incluyente. Una minoría de colombianos ha evitado con su sangre que las multinacionales saqueen nuestras riquezas. Vete en calzoncillos al Magdalena medio y pregúntale a un campesino desprevenido porque no han podido las multinacionales del oro entrar con toda la fuerza a explotar ese recurso en esas tierras, (aclaro que esto es un hecho, no mi opinión, eso es lo que dicen los campesinos de la región). Una minoría también terca lleva 60 años en el monte (con todos los errores que pueden atribuirle), y hoy plantea grandes posibles y muy necesarias transformaciones en el país sentados en la Habana.
Yo por mi parte le tengo tedio a las mayorías acríticas, las mayorías eligieron a Hitler. Tedio a las mayorías borregas y teleinvidentes que juzgan la historia desde su sillón frente al televisor, (no es su culpa por supuesto). Le tengo tedio a esa mayoría de estudiantes de clase media y de universidad publica que creen que cogieron el mundo en sus manos por tener un cartón profesional y ganarse recién graduados un salario un poquito mayor que el obrero raso, y se endeudan y compran carro nuevo pagado en 15 años y con eso creen que ya salieron del estrato tres. Hastío de los intelectualoides que se burlan de las formas y los métodos que usan los de abajo, que hacen muecas al ver un campesino con su machete usando la violencia para defenderse de la violencia oficial, que disgustan de los métodos incivilizados de los de abajo y no critican los métodos civilizados de represión de los de arriba (bombas, drones, intervenciones militares, chuzadas, etc). intelectualoides que disgustan del discurso sencillo del dirigente social porque no es lo suficientemente elaborado que el del filósofo o el leguleyo. Que disgusta del populacho porque es demasiado ruidoso, porque le gustan las consignas y las arengas a sus héroes del pasado. Si te disgusta tanto que la izquierda conmemore al Che, y a Camilo y a Bateman y a Manuel, porque no te disgustan los iconos banales, desprovistos de todo intelecto y aporte a la humanidad de la actual juventud, figuras deportivas y cantantes mediáticos convertidos en dioses.
El respeto por lo público. Muy interesante y estoy de acuerdo lo público es sagrado, por eso los invito a expresarse artísticamente y manifestarse contra los Uribe, los Nule, los Moreno, contra el director del DAS. Ve a la picota en la cárcel de lujo de los congresistas encarcelados al frente de los que se han robado millones y háblales del respeto por lo público. Ellos sí que saben de irrespeto por lo público. Entre otras cosas es interesante que la fama de la universidad pública se asocia a la izquierda por su minoría crítica y activista y no asocian las universidades privadas de alto costo por su minoría de graduados que roban los recursos públicos sin el menor castigo moral, jurídico y artístico, deberían pensar también en pasearse en calzoncillos por las aulas de las universidades que gradúan congresistas ladrones, o más arriesgado aun pasarse por los batallones que gradúan héroes que suben su salario a punta de matar jóvenes indefensos. Causas para protestar en calzoncillos hay muchas.
Ahora como he visto en los hechos, las causas de los soñadores, de los fabricantes de utopías como los llamo yo, “mamertos, (como los llaman sus seguidores), siempre terminan teniendo vigencia, hoy como ayer tu causa, la del señor Rayón, no trascenderá en el tiempo, tu activismo durara hasta cuando tengas el cartón en la mano y el primer sueldo después de graduarte. Mientras aquellos, los mamertos, siguen a veces hasta la muerte, por años y años a favor de los excluidos. Sin duda esa lucha es tan del profundo del corazón que rara vez un buen salario la deja en el olvido. Como dijera Jose Marti: “Si no tienes el valor para luchar, por lo menos ten el decoro de respetar a los que si lo hacen”.

JULIAN CORTES

EXPRISIONERO POLITICO

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