Profesor,
leímos con atención las observaciones y reflexiones personales expuestas en su
mensaje número 3 del 28 de mayo pasado. Las situaciones que usted aborda
también suscitan en nosotros hondas inquietudes aunque, es forzoso decirlo, las
perspectivas son distintas; usted como vicerrector se mueve en las alturas de
la burocracia administrativa, los empresarios privados y las posibilidades de negocio
globalizadas. Nosotros como estudiantes desde la simple cotidianidad del campus
y la vida universitaria. Es claro sin embargo que compartimos preocupaciones en
torno a la universidad.
Reconoce
usted que muchas de las problemáticas expresadas en la universidad son reflejo
y parte de las problemáticas nacionales, es apenas obvio, pues es la
Universidad Nacional de Colombia y aquí no sólo confluyen sino que deben
hacerlo, las circunstancias académicas, políticas, sociales que son la esencia
a la que se debe la universidad y a cuya resolución debe dedicarse su
actividad. Pero es allí donde los referentes éticos y políticos toman caminos
divergentes y surgen entonces preguntas necesarias.
Profesor,
¿a qué llama usted convivencia?, es acaso la criminalización de las posturas
políticas incomodas al interior del campus, haciendo llamados a su
“erradicación” y afirmando tendenciosamente que las manifestaciones son
pacíficas “cuando son organizadas por integrantes de la comunidad académica” y
otras veces usadas “por grupos de encapuchados” insinuando que no son
integrantes de la comunidad. Pues respetado profesor quienes expresamos desde
la capucha posiciones políticas e inquietudes respecto a la vida universitaria
somos integrantes de la comunidad universitaria y comete usted un error al
pretender mostrarnos como delincuentes y culpables del deterioro de deliberado
de las instalaciones de la universidad.
Encumbrado
profesor: ¿hicimos nosotros la contratación con una empresa familiar, para la
remodelación de la biblioteca que quedo mal terminada y que se inunda?,¿somos
nosotros quienes dejan caer deliberadamente los edificios de arquitectura,
enfermería y derecho para justificar los préstamos onerosos con la banca
privada, las fiducias y lo que es peor los negocios en los que ciertos sectores
de las directivas universitarias se han comprometido con el señor Luis Carlos
Sarmiento Angulo y sus empresas?.
Entendemos,
eminentísima autoridad académica, que bien poco le preocupa a usted “el uso de
explosivos con mayor potencia y alcance”, por parte de quienes se manifestaron
en la calle 26 el miércoles 22 de Mayo, exigiendo la renuncia del señor rector
Ignacio Mantilla. Primero porque tal afirmación no deja de ser propaganda para
una teleaudiencia desconcertada y
crédula, que a partir de semejante manipulación justificaría el ataque militar
desproporcionado contra esas expresiones que, no lo dude profesor, son
estudiantiles.
Segundo
porque en su calidad de vicerrector e impulsor de un proyecto de universidad,
no es usted un incauto desorientado sin criterio político y sin una visión del
mundo bien definida. Muy por el contrario, es un cuadro que lidera la
aplicación de un programa y la proyección de la Universidad de acuerdo a sus
concepciones o posturas políticas y en ese sentido entendemos que le resulta
más preocupante que lo anterior, la existencia de una tendencia en la comunidad
universitaria que se oponga a su proyecto político y a su visión de universidad.
Proyecto y visión que comparte claramente con el profesor Mantilla.
La
crisis universitaria, ilustre dómine, tiene más vínculos con las erráticas
administraciones universitarias, más preocupadas por desfinanciar la
universidad, por adecuarla a los intereses de Tratados de Libre Comercio, por
convertirla en instituto tecnológico superior para los inversionistas
extranjeros. Que por ubicarla como escuela de democracia para el país, como
cuna de la ciencia, el arte y la cultura
que oriente desde la autoridad del saber la construcción de una nación.
Una universidad de clase mundial, en nuestro concepto profesor Hernández, es
una capaz de trazarse autónomamente rumbos y trazárselos a la sociedad en que
está integrada y no una dedicada a la desagregación de ciencia traída desde los
países desarrollados, dedicada a la formación de elites tecnocráticas que
administren la dependencia, dedicada a buscar nuevas formas de entregar los
recursos nacionales a la maquinaria minera o al mercado inmobiliario. Eso al parecer
nos diferencia.
¿Cómo
puede construirse una universidad de “clase mundial” si le da la espalda a los
candentes y profundos problemas de la nación y de su gente?, ¿Cómo puede una
universidad ser de “clase mundial”, si ni siquiera es de “clase nacional”,
porque los y las negros, indios, campesinos, pobres y sus necesidades no caben
en ella?. Es evidente que una universidad concentrada en servir a empresas que
por su carácter generan, a donde sea que lleguen, marginalidad, pobreza,
exclusión para la gran mayoría. Es una universidad que fomenta esos males
endémicos de nuestra Colombia y cuando eso pasa en un país marcado por el
conflicto, es ese conflicto lo que se fomenta, de modo que son dos modelos de
universidad los que se debaten de cara a los modelos de nación que se proponen.
Así las cosas, insigne ingeniero, la amenaza y la descalificación de las
posturas contrarias tildándolas de delincuenciales no puede ser el camino para
la resolución de los problemas universitarios.
Se
refiere usted en otro aparte de sus reflexiones a la necesidad de la
“deliberación racional como principio fundamental de la vida universitaria… en
los distintos cuerpos colegiados institucionales”. Afirmaciones estas preñadas
de buena intención pero que ante las evidencias de su talante aparecen
confusas. Porque precisamente muchos de nuestros problemas como comunidad se
originan en la inoperancia de tales cuerpos colegiados que además de
insuficientes no tienen posibilidad de juego político ante medidas inconsultas,
por tanto autoritarias y antidemocráticas. Ejemplo fehaciente de ello son las
denuncias realizadas por representantes profesorales estudiantiles y del sector
productivo que se retiraron de la sesión del consejo de sede del 10 de mayo por
causa de su autoritarismo e intransigencia. Sus acciones y las del rector
Mantilla niegan la legitimidad que usted reclama para los cuerpos colegiados de
la institución.
Medidas
como las del nuevo sistema de admisiones, -incomprensible por absurdo-, o las
anunciadas en su “mensaje No 3”, acerca de desalojar los viernes la
universidad, además de presentarse con un tinte demagógico más bien pedestre,
(para los estudiantes día cultural de colegio, para los administrativos más
tiempo con sus hijitos y para los docentes reunión de profesores), es una decisión
por lo menos enigmática.
Nada
mejor para garantizar compromisos adquiridos con los empresarios que avalar el
control territorial y político de la universidad por parte del paramilitarismo
que acompaña a los distribuidores de droga, entregándoles un día para que se
fortalezcan y para que la izquierda universitaria no se manifieste. Usted no
puede ser tan ingenuo, celebre académico, usted no ignora y nosotros lo
sabemos; la garantía de la inversión de capital en la Universidad, la garantía
de los negocios en Colombia es el uso de la fuerza y la erradicación de las
posturas críticas o contrarias a los designios de los patrones financieros.
Mire
usted que para solucionar el problema del consumo y la distribución de drogas
en la universidad, deciden entregar un día la universidad a quienes distribuyen
la droga y ampliar el mercado de la olla que ahora va a funcionar desde el
jueves (además del funcionamiento del negocio de drogas el resto de la semana).
Si a ello sumamos la escasa programación de clases los lunes, tendremos una
universidad para la academia, el debate y la construcción de universidad los
martes y miércoles.
Cuando
usted desconoce las posturas contrarias, aun siendo radicales, como cosas
ajenas a la universidad y las asocia a la delincuencia; cuando usted y los
afectos a su proyecto impulsan desde las redes sociales la polarización de la
universidad con campañas que califican cualquier reflexión crítica y a cualquiera que se exprese en contra de
las directivas como “mamertos” o “terroristas”, o con el “manual antibloqueo”
para impedir las expresiones de inconformidad de los trabajadores; cuando
usted, ante una propuesta y debate como la que se trató de plantear el diez de
abril en el auditorio León de Greiff, recurre al desalojo y la amenaza de
entrar las fuerzas especiales de la policía para sacarnos del escenario natural
de los debates universitarios; cuando usted actúa de tal forma, no sólo
desvirtúa su dicho del “diálogo y la razón” sino que usa la violencia y la
amenaza de su uso para sustentar sus fines políticos. Por lo que sus
reflexiones resultan ligeramente estrambóticas.
Entonces
profesor Hernández, o usted sigue la línea de conducta del profesor Mantilla de
alejarse de la realidad universitaria, de no acercarse al campus y llegar al
extremo de plantear una “rendición de cuentas” semiclandestina. O
deliberadamente está generando una situación que justificaría el uso de la
violencia institucional y paramilitar en contra del movimiento político
universitario. Sin entrar en debates acerca de la globalización y la crisis
económica de los países desarrollados que no tienen ningún interés en recibir
estudiantes o trabajadores latinos en sus tierras, ¿Cómo se construye una
universidad de clase mundial desde el autoritarismo y la antidemocracia?
De
nuevo, señor vicerrector, lo invitamos a abrir los espacios para el debate
democrático incluso con sectores contrarios totalmente a su propuesta como el
que nosotros expresamos, lo invitamos a la organización de un gran debate
universitario en el que se expongan los modelos de universidad y de país de
cara a una constituyente universitaria que reconfigure la toma de decisiones en
la universidad y que permita trazar rumbos democráticos, realmente
participativos para el conjunto de la comunidad universitaria. Esto es muy
importante a propósito del modelo de universidad que usted alude en su
comunicación. La universidad norteamericana y su modelo de relación con las
empresas, esta de retirada en este momento. El mundo multipolar supera las relaciones
planteadas por el neoliberalismo para la universidad y la sociedad. No puede
imponerse un modelo de universidad caduco en un país ansioso y necesitado de
propuestas y salidas nuevas.
Desde
orillas distintas en la comprensión de la universidad y del país y con el mayor
de los respetos lo invitamos a hacer realidad el ambiente deliberativo que
usted plantea debe existir en la universidad. Porque usted se equivoca al
pretender mostrarnos como enemigos de la universidad, no es con amenazas,
soberbia y autoritarismo como se orienta el principal centro académico del
país.
Habla
usted, distinguido funcionario, de la universidad como territorio de paz.
Tenemos que hacer nuestras, una vez más, palabras ya conocidas pero no
suficientemente comprendidas:
“fundar
la garantía de una paz fecunda en el artículo conminatorio de un reglamento o
de un estatuto es, en todo caso, amparar un régimen cuartelarío, pero no una
labor de ciencia. Mantener la actual relación de gobernantes a gobernados es
agitar el fermento de futuros trastornos… los gastados resortes de la autoridad
que emana de la fuerza no se avienen con lo que reclaman el sentimiento y el
concepto moderno de universidades. El chasquido del látigo sólo puede rubricar
el silencio de los inconscientes o de los cobardes, la única actitud
silenciosa, que cabe en un instituto de ciencia es la del que escucha una
verdad o la del que experimenta para crearla o comprobarla”. (Manifiesto de
córdoba)
ESTUDIANTES
UN
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