Posición de la
Representación Profesoral a los cuerpos Colegiados- Sede Bogotá
Ponente: Alonso Correa Toro
Intervengo
un tanto cohibido frente a las consideraciones meramente técnicas. La relación
entre la disponibilidad de metros de zona verde y recreativa por número de
habitantes que en Bogotá es sólo de 4 ms2 frente a 16 ms2 de horizonte deseable
en la mayoría de ciudades; preguntarse si los predios del CAN son
absolutamente imprescindibles para el
desarrollo urbano de la capital, considerar si para un exitoso "cierre
financiero" del proyecto de renovación urbana se requiere de los predios
de la UN, son asuntos que -seguramente- serán abordados en extenso por los
especialistas. Ciertamente, en la discusión cuentan mucho aspectos del manejo
de urbanistas, financistas e ingenieros catastrales, pero esos aspectos no
condensan todos los elemento de juicio, porque hay aspectos históricos,
legales, patrimoniales, políticos, de visión del desarrollo, estéticas, que
convierten en multidisciplinaria esta discusión. No es gratuito que el
escenario donde se define un POT sea
político, allí se discuten los intereses de los pobladores, las visiones de
ciudad y los intereses económicos en juego.
Probablemente
-hasta el momento- en la discusión del plan de renovación urbana del CAN, la
visión de la Universidad Nacional haya sido tenida como una voz menor. Pero
para algo debe contar su "autonomía", como atribución constitucional,
y en todo caso hay que salirle al paso a la pretensión de que como "entidad oficial" se la puede
marginar, intentando asimilar automáticamente
sus razones a las del "interés general" en la versión de los
funcionarios interesados. Un decreto Presidencial no borra una tradición de
pensamiento crítico. El asesor
presidencial, el Secretario de Planeación Distrital, el Concejo Distrital deben
estar advertidos de las consideraciones e intereses de los moradores dela
Ciudad Blanca. Porque al igual que el barrio La Esmeralda, el Salitre,
el Greco, la Ciudad Blanca no es
un espacio urbano deshabitado, cuenta con más memoria e identidad que la mayor
parte del espacio urbano y sus dolientes pueden sumar varias generaciones de
intelectuales colombianos. Así que la Representación Profesoral planteará otros
énfasis.
1. Explicitaremos la especial importancia que
el asunto tiene para una comunidad que cuenta con sobrados argumentos para no
aceptar pasivamente la propuesta gubernamental. Esto puede ilustrarse con un evento del pasado Consejo Académico,
sesión del 19 de Abril, que discurrió con especial celeridad y cuando estaba a
punto de dar por terminada la sesión, un Representante Estudiantil solicitó
aclarar tres asuntos: a. posición de la universidad respecto al proyecto de Renovación
Urbana-CAN; b. dilucidar la conexión del asunto con el cambio de Vicerrectora
de sede; c. aclarar la posición al respecto del recién nombrado Vicerrector de
sede. Estas inquietudes suscitaron un animado intercambio de palabras entre el
estudiante y el Rector; el profesor Mantilla adujo que el asunto ya se había
tratado, que el Representante no podía manejarle la agenda, que había que
preguntar a las personas mencionadas. Pero como el asunto sólo se había tocado
informando de la realización del presente foro, enfatizando como aspecto de
interés el considerar "la conveniencia del proyecto para la ciudad en lo
atinente a lo urbanístico, la movilidad y el espacio público", el
Representante Profesoral, aclaró qué fue lo informado y reiteró que el asunto
preocupaba mucho a los universitarios, especialmente cuando el recién nombrado
Vicerrector había sido funcionario de una de las empresa interesadas en el
proyecto. El Presidente del Consejo adujo que esos eran "juicios de
valor", se levantó y desde la puerta invitó a ocuparse de asuntos más
gratos, como el dar paso al almuerzo.
Por
esto es ineludible examinar si los
asuntos sugeridos por la Representación Estudiantil son de trascendencia en la
definición de las políticas universitarias, preguntándose de paso por qué la
dirección universitaria le ha dado un manejo pausado y lento. Manejo que parece
sustentarse en que lo procedente y científico es atender principalmente a
consideraciones técnicas, a cuyo efecto se acude a asesores que ya tuvieron
relación con el tema cuando participaron de un proyecto de asesoría para
elaborar el Plan de Regularización y Manejo (PRM) del CAN. Pero lo significativo es que ese
proyecto, a pesar de su segura versatilidad técnica, ahora reposa en los
anaqueles, pues "las instituciones
involucradas desistieron de su trámite ante la Secretaría de Planeación
Distrital, una vez el gobierno nacional anunció su decisión de realizar un
proyecto de renovación urbana al comenzar la administración Santos".
Quiere que una decisión política inconsulta, invalidó todo un trabajo técnico,
sin que ello sea óbice para que se pagaran los consabidos contratos de asesoría
a los profesores participantes.
Ahondando
en consideraciones políticas, no puede desapercibirse que según el Secretario
de Planeación Distrital, tenía un especial simbolismo que la UN se pronunciará
con urgencia respecto al carácter que le atribuía a su campus. Pero ya se
señaló que la dirección universitaria opta por esperar a la opinión de expertos
y consultores y hasta congeló el trabajo que lideraba la anterior Vicerrectora
para que la Ciudad Blanca fuera declarada patrimonio urbano. En una discusión
con peso decisivo de lo político y del pulso entre poderes, colocando sobre la
mesa las consideraciones y los propios intereses, según se extrae de los intereses financieros interpuestos a través
de la Casa de Nariño, la dirección universitaria hace otro tipo de lectura y
aplaza una toma de posición, escudándose en razones técnicas.
Pero
¿cómo se puede explicar, si no por la pronta reacción de sus moradores, que un
Decreto Presidencial diera otro tratamiento a los habitantes de La Esmeralda?.
Entonces, hay que tener ojo avizor respecto a quién beneficia el lucro de la plusvalía
generado por la valorización de una área urbana que ahora se hace más
neurálgica, gracias a obras realizadas con
pagos del impuesto predial y de
valorización. Hay que procurar que el beneficio redunde para los
moradores, la ciudadanía y la comunidad universitaria. Hay que evitar que los
intereses financieros se oculten bajo equívocas lecturas del supuesto
"interés general".
De otra
parte, destacamos que el profesor Diego Hernández debe enorgullecerse de su
brillante trayectoria laboral que incluye trabajos en la organización Sarmiento
Angulo y que como profesor tiene completa
libertad para sustentar las opiniones que considere más convenientes
respecto a asuntos como el que nos ocupa. Pero simplemente, ahora que tiene
tanta incidencia en las decisiones universitarias en su condición de
Vicerrector de la Sede, debe ofrecer una explicación respecto a por qué, cuando el asunto del CAN no era muy
conocido entre la comunidad universitaria, incluyó dentro de su programa de
aspiración a Rector, una especie de adhesión de la UN al programa de renovación
urbana. Igualmente, dado que el profesor Hernández no se autoerigió en
Vicerrector de la sede, debe ser el Rector quien responda por qué, estando
informado de lo que pensaba el profesor Hernández sobre el asunto, optó
voluntariamente por nombrarlo como vicerrector de la sede afectada por el
mencionado proyecto. Estas respuestas no pueden eludirse pretextando que son
"juicios de valor", esperando que exista tanta ingenuidad entre los
auditorios de universitarios.
2. La Ciudad Blanca tiene historia y es símbolo
histórico. Es destacada enseña de las reformas nacionales y sociales
adelantadas por la "revolución en marcha". Al desmembrarla, al romper
la idea de la universidad unitaria, laica, heterogénea y científica, ¿no se
mancillan aspectos del ideario de construcción de nacionalidad?. Este es el
sentido patrimonial de la Ciudad Blanca, pero mientras, por ejemplo, los
predios de la UNAM constituyen un símbolo intocable de la construcción de la
historia Mexicana, aquí se pretende construir historia sin recato de
intercambiar la memoria por el lucro
3. Además para los universitarios el tema puede
alcanzar dimensiones éticas, según dos aristas. Una versa sobre la "puerta
giratoria", consuetudinaria en un
país en que los ejecutivos del sector privado muy rápidamente son incorporados
como altos funcionarios de la administración pública, caso de antiguos
servidores de la organización AVAL que hoy se desempeñan como importantísimos
funcionarios públicos. Se da un muy rápido tránsito, que deja dudas acerca de
si se ha contado con la oportunidad de decantar las diferencias entre las
lógicas privadas y las lógicas públicas. Procedimiento giratorio que constituye
una forma privilegiada de encubrir el "interés particular" con el
manto del "interés general". Expediente con el que los intereses del
capital financiero alcanzan una visibilidad y representación política que
difícilmente tienen los intereses de las comunidades residentes o la comunidad
universitaria. Véase como, según se le escuchó a un exdirectivo de esta
universidad, produce tristeza que en una de las pocas oportunidades en que la
Universidad fue convocada al palacio de Nariño, no se la llamó a tratar de sus
proyectos académicos estratégicos o de su crisis de infraestructura, si no que
se la hizo escuchar una propuesta que rotulaba de "ayuda" la
parcelación de su patrimonio predial; como si por el contrario, una universidad
dinámica, en la era del conocimiento, no estuviera urgida por expandirse. También,
según declaraciones de un funcionario Distrital, las discusiones en el palacio de los
presidentes, en torno al destino de la ciudad parecen circunscribirse a un
trueque: "me apoya el plan del CAN y yo apoyo sus iniciativas
urbanas"; y que un aspecto importante de ese debate se sesgó hacia si el
cierre de la rentabilidad financiera del proyecto dependía de una exención en
el pago de valorización. Con estos elementos de juicio, ¿cuál podrá ser el peso
de los argumentos expresamente técnicos?, ¿se está frente a una decisión
racional que se sustenta en las principales conveniencias para la ciudad ó se
está frente a un escueto pulso de poderes en que a la UN se la trata como un
apostador menor?
Ya la
UN le había hecho un buen gesto a "la ciudad", al ceder parte de su área
perimetral sin exigir contraprestación evidente, según aprobación del CSU.
Pero, así como los bogotanos contribuyen con sus impuestos a realizar obras que
terminan desplazándolos del centro, pero que generan enormes plusvalías a
interesados más avisados y con mayor poder,
igualmente la UN obsequió parte de sus espacios para permitir obras que
ahora son la justificación de proyectos que contemplan su desplazamiento a
sitios como Marengo. Definitivamente lo público puede ser muy efímero, mientras
lo financiero y el negocio inmobiliario puede resultar avasallante, si no
emergen otros argumentos de razón ciudadana, es decir si no se plasman lo que
pueden ser verdaderos contenidos del "interés general".
La otra
arista versa sobre el procedimiento para encarar la crisis financiera de la UN.
Estudiantes, padres de familia y profesores, salen a las calles, soportan
aguaceros, reclamando un trato a la educación no como servicio sino como
derecho, de manera que el financiamiento de la educación y la investigación
sea responsabilidad del Estado. Mientras
que hay quienes ven en la presente coyuntura "más que una amenaza una
oportunidad"; en consecuencia, optan por calcular el valor de cada M2 de
la Ciudad Blanca, aceleran el "diseño" de lo que se hará con la indemnización recibida por
la demolición de edificios, omitiendo por completo la memoria histórica que
albergan. Cálculos en mano, ya abrazados por la exclusiva lógica del negocio,
sugieren que la acción más conveniente y ante todo realista es aceptar la enajenación
del patrimonio universitario ("del riñón" según mención de un
exrector), y miran con desdén a quienes
hablan de la preservación.
Así,
ante la falta de financiamiento estatal se opta por aprovechar "la
oportunidad" de ceder unos bienes y construir otros supuestamente más modernos y asépticos. De esta manera
avanza la lógica -que ya casi es cultura- del autofinanciamiento y la venta de
servicios, adoptada por quienes proclaman que la U necesita de gerentes que sustituyan
a la comunidad académica, sin importar si esos gerentes son los que dejen
expuesta a la universidad ante la presión del capital financiero. Ya se
presenta esa lógica como si fuera la lógica de la vida, justificada a título
del realismo en el manejo de los asuntos universitarios. Por esto, el
presente debate tiene tanta incidencia
en la cultura universitaria. No nos podemos resignar a que las decisiones se
adopten sin previamente ser discutidas. En todo caso, no guardaremos silencio.
4. También se enfrentan visiones políticas
antagónicas. Un sector universitario puja por declarar el patrimonio de la
Universidad como inembargable y darle
una significación y uso al campus universitario
en sintonía con los intereses universitarios, de los bogotanos y de la
nación. Otro sector opta por una lógica adaptativa, que hoy ya cuenta con el
libreto predecible que describiremos. Inicialmente al asunto hoy debatido se le da un bajo
perfil. Tal vez esperando a que los políticos
bogotanos pacten las decisiones que hagan del futuro del campus algo irreversible;
la discusión sobre el POT se inicia hoy 2 de mayo, sin que se conozca por parte
de la UN la posición respecto al carácter que espera le sea reconocido en ese
POT, pese a que se conoce que en la propuesta se incluye la clínica Santa Rosa,
la unidad Camilo Torres y Gorgona como áreas de "edifacibilidad
resultante" y "actividad económica intensiva". Tal vez por que
se considera que las decisiones son
meramente técnicas, se desdeña la búsqueda de aliados políticos y de quienes
trastoquen esa decisión en otra de
interés público. Se enfatiza la atención
al supuesto interés general de la ciudad, pero restringiéndolo a aspectos
exclusivos de la "circularidad", la "densificación", etc.
También, como lo advirtiera Alfredo Molano, se práctica la lección de quienes
adquieren casas viejas en la Candelaria, aceleran su deterioro con el abandono
y finalmente las exhiben como irrecuperables. Cuando ya sea irreal hablar de la
preservación de bienes ya extintos, la lógica no puede ser otra que la
inexorablemente financiera. Cuánto vale, de cuánto se dispone, cuál es la forma
más rápida y efectiva de financiarnos. Los agiotistas podrán entonces exhibirse
bajo el caparazón de salvadores. El realismo permitirá la relajación de los
espíritus y las concesiones hechas permitirán que apoteósicamente se emprendan
nuevas construcciones. Afloraran las comparsas de los beneficiarios: quiénes
hacen los estudios, cuáles serán los contratistas de obra, a quienes -como
premio seco- se les convierte en beneficiarios de los nuevos espacios. Habrá
cierto clientelismo arquitectónico, que permita a quienes negociaron el
patrimonio reclamar el trato de benefactores. Esperemos que no sea esta lógica
y accionar el que imponga. La puja ética, política y socio-urbanística está
planteada; y no se nos excusará si en el momento oportuno no intentamos poner en evidencia cuál fue el libreto de los
responsables de la decisión.
5. El construir hoteles o apartamentos para el
estrato 8, no es la única forma de maximizar la rentabilidad de estos predios.
Las ciudades en el mundo entero no sólo están hechas de oficinas y edificios
rentables para los constructores y el sector financiero. La rentabilidad -mejor
decir la eficiencia del uso y la sustentabilidad- de lo urbanístico, no puede
reducirse al valor de lo predial y financiero; puede optarse también por lo
social, lo ambiental, lo patrimonial y la calidad de vida. La arquitectura y el
urbanismo, pueden generar alternativas.
La
ciudad requiere más pulmones, pero curiosamente
se habla de inversiones millonarias y no hay cantidades mínimas para
reforestar este campus y los árboles siguen siendo declarados vestigios del
atraso. Los bogotanos requieren gozar del patrimonio arquitectónico albergado
en la Ciudad Blanca y tener oportunidades semejantes a las de indígenas que
estos días se alborozaban tomando fotos a la madrina yegüeriza de la UN, pero
hay quienes -tachándonos de incultos y atrasados- se empeñan en hacernos creer
que el único éxtasis deriva del contemplar construcciones de más de 20 pisos o
de imaginar la manera cómo viven los futuros residentes del CAN y de Gorgona;
por esto dijimos que el debate también es estético y de visiones de ciudad. La
ciudad necesita espacios recreativos y
auditorios para que los colegios públicos desarrollen sus asambleas y
festejen la promoción de su bachilleres y tecnólogos; requiere bibliotecas
donde hacer las tareas los fines de semana, pero se impide el acceso a la
Ciudad Blanca con la excusa de que no hay con qué pagar los porteros, y aún así se nos habla de un uso eficiente de los
espacios públicos. Bogotá requiere más
corazones culturales y recreativos, proyecto para el cual la ciudad
universitaria es un acumulado de enorme ahorro en bienes patrimoniales y prediales,
pero la imaginación de los urbanistas y planificadores prefiere orientarse
hacia otros horizontes.
Por
esto es concebible proponer al gobierno nacional y distrital la declaratoria
como patrimonio cultural y arquitectónico de todo el campus. Pero rescatando el
sentido de un campus ampliado, que desborde la malla e integre el campus a la
ciudad. En el mismo sentido Bogotá requiere de un hospital universitario y un
centro de investigación y desarrollo tecnológico en salud, para lo cual
son aprovechables los predios comprados
por la universidad a lo que fue la clínica Santa Rosa; aquel no puede ser visto
como un simple lote que se pueda vender al mejor postor, debe presentárselo
como un proyecto de interés distrital y nacional, tan importante para la ciudad
y el país como el negocio de la
renovación del CAN. Si se sigue adelante con el proyecto CAN, la universidad
debe presentar estas iniciativas a la Presidencia de la República y la sociedad
colombiana, para que se tenga otro diseño del proyecto de renovación del CAN,
según la ciudad lo merece.
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