viernes, 29 de marzo de 2013

La Licencia Literaria También Mata

El papel mediático de las series televisivas en el alcance de la paz o en la perpetuación de la violencia
La Asociación de Profesores de la Universidad de Antioquia ha seguido con atención los pronunciamientos de las unidades académicas, de la directiva, los columnistas de opinión y la respuesta que el Canal RCN ha emitido a propósito de la serie de televisión titulada “Tres caínes”. Al respecto, llama la atención que columnistas calificados, expertos en cine y televisión señalen sobre la serie la ligereza del tratamiento del tema por parte de los libretistas, los parlamentos de los actores, las referencias explícitas a la Universidad de Antioquia y, peor aún, los alcances que series como éstas tienen en un país que se supone suma esfuerzos actualmente para la construcción de la paz a través de unos diálogos tan largamente esperados.
No hemos superado el conflicto, estamos inmersos en el, prueba de ello son los enfrentamientos armados en las comunas de Medellín, las fronteras invisibles, el incremento de muertes violentas donde los menores de edad para vergüenza nuestra repuntan en las estadísticas, los asesinatos de mujeres y el incremento de feminicidios en una ciudad cuyo pacto entre bandas se ha roto y hoy expone a toda la ciudad a una amenaza permanente. De hecho grupos de autodefensas autodenominados de la Universidad de Antioquia han amenazado directamente a las oficinas estudiantiles, base de la estructura institucional en espacios legítimamente reconocidos para el debate, la pluralidad de pensamiento y el trabajo del propio estamento estudiantil uno de los más importantes de la Universidad.
Tal vez no se han calculado los altos costos que licencias literarias como la que la serie tiene para la vida institucional de la universidad pública, dedicada a la formación académica, científica, ciudadana y humanista de quienes a ella acceden, tarea que en un país polarizado por la guerra lleno de lenguaje guerrerista de estigmatización, discriminación y desprecio por el pensamiento diferente, ha cobrado la vida de estudiantes, profesores, trabajadores y empleados del Alma Máter. En los últimos veinticinco años, la Universidad ha perdido más de una veintena de profesores y una cantidad muy superior de estudiantes en la ilógica de la guerra, en la persecución de las ideas y la descalificación de quienes piensen distinto; El asesinato aleve de Héctor Abad Gómez, Leonardo Betancur y Luis Fernando Vélez, presidentes de nuestra organización interrumpió su ideario de convivencia, derechos humanos, vida digna, y los de Jesús María Valle y Hernán Henao solo por nombrar algunos, fueron consumados por actores del conflicto armado que perpetúan la violencia, que renuncian al diálogo y al debate de las ideas e imponen las armas al pensamiento, cuando no la amenazas a colegas destacados de la altura de María Teresa Uribe de Hincapie, Alfredo Molano, Orlando Fals Borda, entre otros.
Series como estas, emitidas en plena agudización del conflicto urbano, de amenazas recientes a los estamentos universitarios y en medio de las negociaciones de paz, con un manejo indelicado de lo que hace la Universidad Pública en el país y de sus aportes al desarrollo, al conocimiento y a la cultura desdicen del interés y del bien común y nos expone ante los enemigos del diálogo y del logro de la negociación de la paz, tan anhelada por la gran mayoría del pueblo colombiano. Ingenuidad de parte de la Universidad al autorizar las grabaciones de las escenas de la mencionada serie sin haber revisado su contenido y fin irresponsable del canal que no da cuenta de sus verdaderas intenciones al hacer presencia en el campus y al creer que los universitarios veremos con buenos ojos que nos sigan estigmatizando y convirtiendo en objetivo militar de quienes persisten en la guerra, el terror, la amenaza y la crueldad. Sabemos lo que al país y a sus ciudadanos le ha costado el ser permanentemente señalados en el exterior como productores y portadores de droga, sabemos del “trato preferencial” que recibimos los colombianos en aeropuertos y en trámites migratorios por la “fama” que nos antecede con todo lo que ello implica, ¿Cuándo vamos a superar los estigmas que las mismas series televisivas elevan como fin en sí mismo?
Estamos en otro momento, en la Universidad intentamos reponernos de la cantidad de vidas perdidas que no tienen compensación ni consuelo para el Alma Máter, recuperar el legado de nuestros compañeros alevemente asesinados es una tarea irrenunciable para nosotros. No necesitamos exponernos ni que nos expongan a la ofensa, al señalamiento y a la amenaza y eso es lo que hace una serie como la señalada que de manera indelicada, vuelve a señalar el nombre de la Institución y el trabajo de miles de profesores, estudiantes, trabajadores y empleados. La licencia literaria tiene límites, la memoria universitaria no necesita una sola muerte más porque la paz está lejos de alcanzarse de continuar en la lógica amigo-enemigo y en la polarización y estigmatización de quienes piensan diferente.
La paz tiene adeptos y detractores, negar la pluralidad, la diversidad de pensamiento, el debate de las ideas es atacar el alma misma de la Universidad, perseguirla de parte de la opinión pública con base en prejuicios y señalamientos como los que la serie hace gala es un ejercicio desproporcionado del poder de los medios masivos de comunicación con la mal llamada licencia literaria, mezcla de ficción con realidad con una audiencia lamentablemente mal informada y deformada. Nuestro trabajo cotidiano ahora tendrá que acompañarse de todos los argumentos para decirle a la gente del común que nuestro hacer diario en la Universidad construye país y construye nación, redoblados además al tener que aclarar a todos que lo que se presentó en la serie no es generalizable, ni la constante de nuestro contexto, que aquí se debate, se piensa y se aporta por un país al fin en paz, donde la memoria recupere el legado de nuestros muertos, muchos producto de señalamientos como
los de la serie –producto de la ficción, cierto– y recupere su pensamiento y enseñanza de la defensa de la vida como derecho fundamental, de la prevalencia de los derechos humanos y la dignidad de las personas sobre los intereses particulares, del derecho a disentir y a opinar distinto y por el respeto a la diferencia y a defender los derechos sin que ello represente poner en riesgo la vida y ser objeto de amenazas y de señalamientos.

Medellín, 18 de marzo de 2013

JUNTA DIRECTIVA
ASOCIACIÓN DE PROFESORES DE LA UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA

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