El
papel mediático de las series televisivas en el alcance de la paz o en la
perpetuación de la violencia
La
Asociación de Profesores de la Universidad de Antioquia ha seguido con atención
los pronunciamientos de las unidades académicas, de la directiva, los
columnistas de opinión y la respuesta que el Canal RCN ha emitido a propósito
de la serie de televisión titulada “Tres caínes”. Al respecto, llama la
atención que columnistas calificados, expertos en cine y televisión señalen
sobre la serie la ligereza del tratamiento del tema por parte de los
libretistas, los parlamentos de los actores, las referencias explícitas a la
Universidad de Antioquia y, peor aún, los alcances que series como éstas tienen
en un país que se supone suma esfuerzos actualmente para la construcción de la
paz a través de unos diálogos tan largamente esperados.
No
hemos superado el conflicto, estamos inmersos en el, prueba de ello son los
enfrentamientos armados en las comunas de Medellín, las fronteras invisibles,
el incremento de muertes violentas donde los menores de edad para vergüenza
nuestra repuntan en las estadísticas, los asesinatos de mujeres y el incremento
de feminicidios en una ciudad cuyo pacto entre bandas se ha roto y hoy expone a
toda la ciudad a una amenaza permanente. De hecho grupos de autodefensas
autodenominados de la Universidad de Antioquia han amenazado directamente a las
oficinas estudiantiles, base de la estructura institucional en espacios
legítimamente reconocidos para el debate, la pluralidad de pensamiento y el
trabajo del propio estamento estudiantil uno de los más importantes de la
Universidad.
Tal vez
no se han calculado los altos costos que licencias literarias como la que la
serie tiene para la vida institucional de la universidad pública, dedicada a la
formación académica, científica, ciudadana y humanista de quienes a ella
acceden, tarea que en un país polarizado por la guerra lleno de lenguaje
guerrerista de estigmatización, discriminación y desprecio por el pensamiento
diferente, ha cobrado la vida de estudiantes, profesores, trabajadores y
empleados del Alma Máter. En los últimos veinticinco años, la Universidad ha
perdido más de una veintena de profesores y una cantidad muy superior de
estudiantes en la ilógica de la guerra, en la persecución de las ideas y la
descalificación de quienes piensen distinto; El asesinato aleve de Héctor Abad
Gómez, Leonardo Betancur y Luis Fernando Vélez, presidentes de nuestra
organización interrumpió su ideario de convivencia, derechos humanos, vida
digna, y los de Jesús María Valle y Hernán Henao solo por nombrar algunos,
fueron consumados por actores del conflicto armado que perpetúan la violencia,
que renuncian al diálogo y al debate de las ideas e imponen las armas al
pensamiento, cuando no la amenazas a colegas destacados de la altura de María
Teresa Uribe de Hincapie, Alfredo Molano, Orlando Fals Borda, entre otros.
Series
como estas, emitidas en plena agudización del conflicto urbano, de amenazas
recientes a los estamentos universitarios y en medio de las negociaciones de
paz, con un manejo indelicado de lo que hace la Universidad Pública en el país
y de sus aportes al desarrollo, al conocimiento y a la cultura desdicen del
interés y del bien común y nos expone ante los enemigos del diálogo y del logro
de la negociación de la paz, tan anhelada por la gran mayoría del pueblo
colombiano. Ingenuidad de parte de la Universidad al autorizar las grabaciones
de las escenas de la mencionada serie sin haber revisado su contenido y fin
irresponsable del canal que no da cuenta de sus verdaderas intenciones al hacer
presencia en el campus y al creer que los universitarios veremos con buenos
ojos que nos sigan estigmatizando y convirtiendo en objetivo militar de quienes
persisten en la guerra, el terror, la amenaza y la crueldad. Sabemos lo que al
país y a sus ciudadanos le ha costado el ser permanentemente señalados en el
exterior como productores y portadores de droga, sabemos del “trato
preferencial” que recibimos los colombianos en aeropuertos y en trámites
migratorios por la “fama” que nos antecede con todo lo que ello implica,
¿Cuándo vamos a superar los estigmas que las mismas series televisivas elevan
como fin en sí mismo?
Estamos
en otro momento, en la Universidad intentamos reponernos de la cantidad de
vidas perdidas que no tienen compensación ni consuelo para el Alma Máter,
recuperar el legado de nuestros compañeros alevemente asesinados es una tarea
irrenunciable para nosotros. No necesitamos exponernos ni que nos expongan a la
ofensa, al señalamiento y a la amenaza y eso es lo que hace una serie como la
señalada que de manera indelicada, vuelve a señalar el nombre de la Institución
y el trabajo de miles de profesores, estudiantes, trabajadores y empleados. La
licencia literaria tiene límites, la memoria universitaria no necesita una sola
muerte más porque la paz está lejos de alcanzarse de continuar en la lógica
amigo-enemigo y en la polarización y estigmatización de quienes piensan
diferente.
La paz
tiene adeptos y detractores, negar la pluralidad, la diversidad de pensamiento,
el debate de las ideas es atacar el alma misma de la Universidad, perseguirla
de parte de la opinión pública con base en prejuicios y señalamientos como los
que la serie hace gala es un ejercicio desproporcionado del poder de los medios
masivos de comunicación con la mal llamada licencia literaria, mezcla de
ficción con realidad con una audiencia lamentablemente mal informada y
deformada. Nuestro trabajo cotidiano ahora tendrá que acompañarse de todos los
argumentos para decirle a la gente del común que nuestro hacer diario en la
Universidad construye país y construye nación, redoblados además al tener que
aclarar a todos que lo que se presentó en la serie no es generalizable, ni la
constante de nuestro contexto, que aquí se debate, se piensa y se aporta por un
país al fin en paz, donde la memoria recupere el legado de nuestros muertos,
muchos producto de señalamientos como
los de
la serie –producto de la ficción, cierto– y recupere su pensamiento y enseñanza
de la defensa de la vida como derecho fundamental, de la prevalencia de los
derechos humanos y la dignidad de las personas sobre los intereses particulares,
del derecho a disentir y a opinar distinto y por el respeto a la diferencia y a
defender los derechos sin que ello represente poner en riesgo la vida y ser
objeto de amenazas y de señalamientos.
Medellín,
18 de marzo de 2013
JUNTA
DIRECTIVA
ASOCIACIÓN
DE PROFESORES DE LA UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA
0 comentarios:
Publicar un comentario