domingo, 10 de marzo de 2013

La encrucijada de la Universidad Nacional

Profesores, estudiantes, académicos y exrectores piden una solución urgente, además de recursos.
Se completan casi tres semanas del paro de trabajadores administrativos. Profesores, estudiantes, académicos y ex rectores piden una solución urgente, además de recursos. El desfinanciamiento, que tiene a la institución en aprietos, se calcula en 57.000 millones de pesos. (Lea: Se mantiene paro de trabajadores en la Universidad Nacional).
La universidad pública más importante del país, reconocida por aportar la mayor producción científica en Colombia, atraviesa por una crisis financiera que amenaza con impactar su calidad y a la cual acaba de sumarse un nuevo componente: la interrupción indefinida de su actividad investigativa y académica por cuenta de un paro de trabajadores.
En la tercera semana de protesta, los empleados administrativos –que demandan un incremento salarial del 30 por ciento, pues afirman que sus salarios son demasiado bajos– mantienen bloqueado el acceso a salones y laboratorios en las sedes de Bogotá y Palmira, lo que hoy tiene a 30.000 estudiantes de pregrado y posgrado sin clases y a más de 2.000 docentes con “los brazos cruzados”.
Desde hace 15 o 16 años, dicen expertos, la universidad no afrontaba un problema reivindicativo de orden salarial de este tinte. Sin embargo, algunos se atreven a señalar que el de ahora es mucho más grave por la interrupción de la labor docente.
Los profesores, precisamente, han optado por recolectar firmas que apoyen el desbloqueo de los campus, las cuales entregarían este lunes a los trabajadores. Afirman que la protesta está vulnerando “los derechos a la educación, a la salud y al trabajo”.
Y es que además de la pérdida de clases, la parálisis se refleja en el abandono forzado de proyectos de investigación, particularmente en el área de las ciencias biológicas. "Hemos tenido que deshacernos de líneas celulares. Además, varios animales están prácticamente abandonados. Escasamente entramos para que no se mueran", afirma una docente.
“A los estudiantes de maestría y doctorado les dan solo dos horas para entrar a los laboratorios. Estamos en manos de personas descalificadas que nos dicen qué hacer y qué no. Esto es una vergüenza para la universidad más importante del país”, se queja otra académica.
Los paros, protestas y bloqueos han hecho que los estudiantes, en las últimas décadas, hayan perdido cerca del 25 por ciento de sus clases. Según el rector de la U. Nacional, Ignacio Mantilla, por diferentes movimientos y dificultades, la universidad ha tenido que extender unas semanas más los periodos académicos y en otros casos, recortarlos. Incluso, afirma, algunos profesores han dado por terminados los programas con el 90 o 95 por ciento de la actividad académica cursada.
El problema financiero
La situación se ha tornado tan crítica, que las actuales directivas, así como algunos ex-rectores y prestigiosos académicos han reprochado no solo la toma del campus sino que han llamado la atención sobre la desfinanciación que arrastra la universidad desde hace años, la cual hoy se acerca a los 57.000 millones de pesos.
Frente a la crisis financiera que no solo vive la U. Nacional sino las demás universidades públicas, y que hace poco fue retratada en un documento por las 32 que existen en el país, la Ministra de Educación, María Fernanda Campo, señala que el Gobierno logró aumentar el presupuesto para las universidades públicas en 260.000 millones pesos, así como obtener 1,5 billones de pesos más para la educación pública, por cuenta de la reforma tributaria.
“La calidad se ha visto afectada por este desfinanciamiento, pues mientras los costos van en ascensor los recursos llegan por escalera”, afirma el rector Mantilla.
En esto coincide el ex rector de la UN, José Félix Patiño, miembro del Consejo Superior Universitario, quien afirma que la institución está pasando por una época especialmente buena en lo académico pero con una limitación presupuestal inadmisible. “Se trata de la principal universidad del Estado y debe recibir el correspondiente tratamiento”, acota. Resalta, incluso, el nivel de producción académica de la institución: la publicación de casi un libro diario.
“La universidad aporta el 28 por ciento de la producción científica del país y este tipo de hechos la afectan –recalca el ex rector Moisés Wasserman-. Todo el mundo tiene derecho de estar insatisfecho con su salario y de manifestarlo, pero las protestas no pueden perjudicar los derechos de los otros, que es lo que está sucediendo”.
El académico agrega que la institución forma con muy buena calidad estudiantes que le cuestan al Estado, en promedio, 4,5 millones de pesos por semestre, mientras que algunas en algunas universidades privadas de igual prestigio este valor se sitúa entre los 12 y los 18 millones de pesos.
Por su parte Gabriel Burgos, ex viceministro de educación superior, señala que “es absurdo lo que está pasando, pues le está haciendo un enorme daño a la universidad. Es un atropello contra la comunidad académica de la institución más representativa del país”.
El ex rector Víctor Manuel Moncayo explica que en diez años la Universidad Nacional no ha aumentado su cobertura en programas de pregrado. "El desarrollo se ha focalizado únicamente en los posgrados, pues en estos viene operando un proceso real de privatización mediante el cobro de elevadas matrículas. Su infraestructura está en un estado más que lamentable y tampoco ha vuelto avanzar en la dotación de equipos actualizados para la investigación”, afirma. Ponerla al día la infraestructura cuesta, en promedio, 2 billones de pesos.
El académico agrega que la desfinanciación comenzó a identificarse aproximadamente hace 10 años, pero a pesar de que se ha venido evidenciando "el Estado y los gobiernos en particular han sido sordos a esa reclamación y sólo la han atendido con migajas presupuestales”.
“Se está violando el derecho a la educación de miles de estudiantes y esto está generando pérdidas -expresa la Ministra de Educación, María Fernanda Campo-. Hago un llamado a los líderes del paro para que levanten el bloqueo y se restablezca la actividad académica".
Y advierte frente a esta situación que las universidades tienen autonomía financiera, presupuestal y académica y que buena parte de la solución a esta parálisis “reposa en la Universidad Nacional”.
Sin embargo, recalca que el Ministerio de Educación ha acompañado de forma permanente el proceso de negociación entre las directivas y los trabajadores con el fin de culminar la protesta.
“La solución no depende de la universidad"
Ignacio Mantilla, rector de la UN
¿A qué se debe el desfinanciamiento?
La universidad, con recursos propios, ha tenido que asumir costos adicionales por leyes que se aprueban, pero que no están soportadas con recursos. Entre ellas está un decreto que, con el ánimo de estimular la investigación, determina estímulos económicos para los profesores que investiguen y que produzcan artículos. Esto no llega por presupuesto y lo asume la universidad cada año. Solo el año pasado asumimos costos que superaron los 7.000 millones de pesos. Esto es apenas un elemento de por qué el desfinanciamiento.
¿Cuánto pierde la universidad por esta parálisis?
En solo nómina, un día de parálisis equivale a más de 1000 millones de pesos, pero el valor más importante que se está perdiendo es que deja de funcionar la universidad, deja de hacerse de investigación y se pueden perder productos en laboratorios de biología, veterinaria y medicina. A esto se suma el hecho de que los estudiantes tienen que quedarse en sus casas.
¿En qué van las conversaciones con los trabajadores?
Estamos haciendo todos los esfuerzos para atender las solicitudes, pero la solución no depende de la universidad. No tenemos competencia para resolver el tema en materia salarial. Si bien el Gobierno nos ha dicho que tenemos autonomía para resolverlo, una autonomía sin plata del Estado no nos permite actuar.

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