martes, 4 de septiembre de 2012

La educación como escenario de resistencia frente a la ofensiva de las políticas neoliberales


LA EDUCACIÓN COMO ESCENARIO DE RESISTENCIA FRENTE A LA OFENSIVA DE LAS POLÍTICAS NEOLIBERALES
  “Otro mundo y otra universidad no sólo son posibles como un ideal remoto, sino como un proyecto concreto en construcción”
Hugo Aboites
En las diversas etapas de constitución del capitalismo como sistema y estructura en el cual se manifiestan las relaciones de producción, se han evidenciado las maneras de actuar de este para lograr su hegemonía, es decir, el mantener e imponer su poder en un determinado espacio. En este sentido, es posible considerar que para ello este nuevo orden social y económico recurre a diversos mecanismos de control, desde el uso indiscriminado de la violencia física (haciendo alusión a su carácter depredador) hasta el manejo e incidencia abrupta en las perspectivas de conocimiento, que en otras palabras se denominaría violencia epistémica. Estos dispositivos, en América Latina, trajeron consigo todo un proceso de dependencia en la medida en que los ejercicios simbólicos (violencia epistémica) y prácticos (violencia física) iban determinando las formas de leer la realidad, volviéndola unánime, homogénea, lo cual implicaba que los sujetos no se reconocieran como protagonistas de la historia, ni lectores y escritores de la misma, quizás por miedo, ignorancia o conformismo.
Por esta razón, no es ajeno pensar que dentro de las lógicas de poder y  los procesos de consolidación del patrón de dominación y acumulación capitalista se subordine, en palabras de Sousa (2003), los Estados nacionales a las agencias multilaterales o a bloques económicos con gran influencia y poderío en el territorio latinoamericano; esta situación, genera un debilitamiento del Estado porque precisamente se ven amenazados por las ya mencionadas agencias y multinacionales. En este sentido, Sousa (2003) plantea que “el Estado debe intervenir para dejar de intervenir” y este es el caso que en el marco de los proyectos neoliberales el Estado debe ser participe en la elaboración y puesta en marcha de las políticas de ajuste estructural y de estabilización económica promovidas por estas entidades, pues lo que se busca es aplicar una de las máximas del neoliberalismo que es privatizar lo público.
Con base en estos planteamientos es importante cuestionarnos sobre ¿Cómo se concibe a la educación en las políticas y proyectos neoliberales? ¿Es posible hablar del derecho a la educación en dichas políticas? Y Por último ¿Qué importancia tiene el generar y potenciar procesos contrahegemónicos, de movilización y resistencia frente a la actual coyuntura?
En primer lugar, la educación superior, en el marco del capitalismo, se constituye como componente clave en la lógica de mercado; por ende, deja de concebirse como espacio público para la socialización y producción de conocimiento. En este sentido, la incidencia del neoliberalismo en el ámbito educativo se entiende en clave de privatización, es decir, bajo la noción de que las instituciones educativas se conviertan, como lo menciona Renán Vega (2011), en “empresas de conocimiento”, empresas que para su funcionamiento requieren de individuos que tengan la capacidad de reproducir las lógicas mercantiles en la mal llamada “sociedad de conocimiento” (Vega, 2011), lo cual resulta siendo irónico porque primero no ejerce su función de sociedad y mucho menos de conocimiento porque como se ha evidenciado, las políticas neoliberales llevan una serie de prácticas encaminadas a la desvalorización del conocimiento puesto en términos de compra-venta.
De aquí que Estrada (2002) enuncie que la educación vista desde los proyectos neoliberales se configura en un escenario en el cual se negocia, un escenario de “valorización capitalista”, un espacio permeado casi en su totalidad por términos tan comunes y devastadores, como lo son el costo-beneficio. De modo que no es problema afirmar que el neoliberalismo, desde una perspectiva mesiánica, se plantee como propósito el organizar las relaciones que se manifiestan en el ámbito social de acuerdo a las lógicas mercantiles, esto implicaría, someter a la sociedad a la tan codiciosa y ambiciosa “ley del valor”, siempre destinada a intereses particulares. 
Por otra parte, Leher (2010) considera que el neoliberalismo como ideología se centra en la defensa del libre mercado, en garantizar la extracción de plusvalía y su apropiación por parte de unos sectores específicos. Es así, que este autor afirma que el Banco Mundial (BM) como sector financiero se ha convertido en los últimos tiempos en el mayor organizador de las políticas neoliberales en Latinoamérica, sin embargo, no queda duda de que éste como mecanismo de toda una maquinaria depredadora, se caracteriza por la capacidad que tiene de irrumpir abruptamente en la organización de las luchas sociales. Si bien esto nos alerta sobre esa amenaza y ofensiva privado – mercantil que existe contra lo público, porque en cierta manera se ve en este ultimo un potencial en cuanto a su respectivo funcionamiento en la prestación de servicios para empresas de esta índole.
En segundo lugar, es relevante mencionar que en las políticas y proyectos de carácter neoliberal se rompe con la concepción de la educación como un derecho social puesto que esta dinámica busca adaptar, adecuar e imponer principios y ejercicios mercantiles en la práctica educativa.  No se puede entender a la educación como derecho social en un mundo que ante la ofensiva neoliberal y su afán privatizador se conciba como mercado (Díez, 2010), haciendo que dicha práctica se convierta en cualquier producto o mercancía que se compra y se vende.
Es así, que frente a la negación de su carácter social, político y ético en las ya mencionadas políticas, la práctica educativa se convierte en un asunto privado, en donde también se configuran las maneras de entender las relaciones sociales existentes en ella, es el caso de trabajar en el sentido clientelista de quien vende el saber y quien lo consume, es decir, estar inmersos en una lógica de mercantilización del saber implica sustituir lo educativo por el valor; aquí, es necesario hacer énfasis en cómo los escenarios educativos se van diluyendo en su función esencial, porque así como la educación es concebida, desde una perspectiva neoliberal, como cualquier producto, los lugares de enunciación de la misma (educación) se ven como organizaciones productoras de servicios.
Cabe recordar que la noción de Derecho surge al calor de las luchas sociales, emergiendo de esta manera, como conquista lograda por sujetos que reivindican su actuar en la historia. Aquí, es indispensable ver que los derechos en el marco del neoliberalismo corren un gran riesgo porque debido a la (re)presión generada por los procesos de acumulación es poco probable que asuman su función en un sentido amplio, es decir, que estamos ante una realidad que desconoce los derechos sociales para enaltecer a aquel y único derecho permitido por las estructuras dominantes “el derecho a la propiedad privada”. De aquí, que en las políticas neoliberales no se conciba a la educación como un derecho, sino como servicio, pues bien, no estamos ante un mundo que reconozca a las relaciones humanas como una lógica posible. En resumen, frente a la problemática de la debilidad y cumplimiento de derechos la sociedad latinoamericana ha olvidado su compromiso en cuanto carece de aquello que Gallardo (2007) denomina, “cultura, una sensibilidad generalizada hacia derechos humanos y ello porque nuestra historia económico-social no es la historia europea”
Por último, la importancia de generar, potenciar, fortalecer y dinamizar prácticas de resistencia en los escenarios educativos radica en romper con los esquemas ideológicos de dominación como condición necesaria para generar proyectos alternativos que contrarresten las consecuencias generadas por el actual (des)orden social. De ahí que la movilización se constituya en esa lucha por rescatar lo pedagógico en los procesos organizativos. Es devolverle ese carácter eminentemente congruente con la historia, porque como hemos visto, la educación no es un proceso neutral ni mucho menos ahistórico, es entender que la educación como proceso de liberación esta llamada a convertir su práctica en una praxis política que se evidencie en sus prácticas de formación socio-política, es decir, una verdadera praxis con un horizonte de transformación.
En conclusión, la educación al ser un hecho o fenómeno social esta puesta en función de un sistema capitalista a través de las políticas neoliberales; al estar subordinada a este gran sistema su campo de acción se limita. En esta medida, el objetivo de la educación como práctica liberadora se invisibiliza gracias a las prácticas hegemónicas que el sistema instaura en todos los ámbitos hasta el punto de concebirla como servicio, deslegitimando así la educación como derecho fundamental; entonces, los escenarios educativos (escuelas, universidades, institutos, etc.) al situarse en el lugar del mercado están destinados a una permanente y continua pérdida de su identidad social, de sus amplios y múltiples horizontes de transformación al subordinarse a las necesidades e intereses de grupos minoritarios que detentan poder.
Sin embargo, al existir esa deslegitimación de la educación como derecho se gestan movimientos que sin lugar a dudas han marcado a través de sus luchas la reivindicación de sus derechos, luchas que siembran y permiten que la educación sea la praxis liberadora, parafraseando a Freire, que la educación se convierta en la reflexión y acción del hombre en el mundo para transformarlo. De esta manera, las lecciones de dignidad emprendidas por los estudiantes, maestros, trabajadores, padres y demás sectores sociales que asumieron el compromiso de llevar a cabo procesos de resistencia desde sus lugares de enunciación, esto se constituye en el germen de una lucha que va más hacia lo estructural, entendido como la necesidad de cambiar desde una perspectiva totalizante el sistema para que pueda comprenderse otro tipo de educación. Entonces,  ¿Estamos dispuestos a asumir un proyecto socio-histórico de colocar en un primer lugar las razones pedagógicas, sociales y culturales para llevar a cabo procesos de transformación? ¿Quizás, la importancia de recuperar el carácter emancipatorio de la educación a partir de nuestra praxis?

BIBLIOGRAFIA:
  • DE SOUSA, Boaventura. La universidad en el Siglo XXI: Para una reforma democrática y emancipadora de la universidad.
  • DIEZ, Enrique. La globalización neoliberal y sus repercusiones en educación. 2010.
  • GALLARDO, Helio. Derechos humanos y Globalización en América Latina. Entrevista de Jürg Schiess para ILSA, 4 de junio del 2007.
  • LEHER, Roberto. Por una reforma radical de las universidades latinoamericanas. En: Capitalismo dependiente y Educación: propuestas para la problemática universitaria. Primera edición. Rosario. Homo sapiens ediciones, 2010. 380 p.
  • MEJIA, Marco Raúl. Movimiento Pedagógico. Una búsqueda plural de los educadores colombianos. Segunda edición. CINEP. 1987.
  • VEGA, Renán. Contrarreforma educativa en Colombia…¡Bienvenidos a la universidad de la ignorancia!

Este es un escrito enviado por una reportera rebelde de la facultad de educación de la universidad pedagógica nacional

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