El propagandista libre
Después del descanso de semana santa venimos a la Universidad Industrial de Santander a retomar nuestras actividades académicas muy probablemente sin el tiempo para cuestionar ninguna situación que pueda afectarnos, pero es bastante deprimente y triste ver como nuestro campus es convertido en un verdadero campo de concentración, un lugar donde es imposible encontrar un lugar que este libre del asedio y el control hostigante de un sistema de vigilancia que todo lo abarca y ningún movimiento quiere que se le escape.
Esto no es nuevo, desde el siglo XIX los diferentes Estados, en su afán de imponer el orden y la estabilidad social, poseen órganos militares y policiales que les aseguran el monopolio del ejercicio de la violencia. Con estas herramientas aseguran el mantenimiento de un determinado sistema económico, político y cultural que beneficia a los grupos de poder que se alojan y amparan tras el aparato estatal.
Un ejemplo en la literatura, lo podemos ver en la novela 1984 de George Orwell, que describe una sociedad localizada en una futura Inglaterra, y se encuentra dividida en tres grupos. Los miembros externos del Partido Único, los miembros del Consejo dirigente, o círculo interior del partido, y el pueblo que vive marginado, atemorizado aislado de la política, los plebeyos. Los miembros externos constituyen la burocracia del aparato estatal (de ahí la necesidad de la estricta vigilancia), viven sometidos a un control asfixiante y a una propaganda alienante que los desmoraliza y les impide pensar críticamente. El Estado suprime todo derecho y los condena a una existencia poco más que miserable, con riesgo de perder la vida o sufrir vejámenes espantosos si no demostrasen suficiente fidelidad y adhesión a la causa nacional. Para ello se organizan numerosas manifestaciones donde se requiere la participación activa de los miembros, gritando las consignas favorables al partido, vociferando contra los supuestos traidores, dando rienda suelta al más desaforado fanatismo. Sólo con fervor fanático se puede escapar a la omnipresente vigilancia de la policía del pensamiento.
En el ambito local, la policía del pensamiento esta organizada por el control de la celaduría privada y los vínculos que tiene la empresa TECNISEG y algunos de sus integrantes con el paramilitarismo, el control por parte de la policía nacional en las entradas, y el ESMAD con sus tanquetas a pocos metros de la Universidad, además de la inteligencia policial vestida de civil en las aulas y los lugares de esparcimiento, además de la gran cantidad de cámaras de alta tecnología colocadas en puntos estratégicos del campus y que durante esta semana de vacaciones se instalaron 10 NUEVAS cámaras donde aun había puntos ciegos.
Con todo esto no responsabilizamos únicamente a la actual administración, ni al gobernador, o al 'gobierno santista', si bien hacen parte de la toma de decisiones en contra de los diferentes sectores sociales, una gran verdad es que cada persona en el mundo es la co-creadora de esta sociedad y de todas sus virtudes y sus defectos, desde lo más noble a lo más monstruoso, sucede que esta co-creación no es consciente, sino alienada. Por eso "el mundo", "la sociedad", "la historia", "la realidad" se presentan como cosas extrañas y hostiles a los individuos que las crean, como cosas que se crean a sí mismas y que condicionan definitiva y rígidamente a los individuos.
El secreto mejor guardado es que la del gente común, la que no tiene poder, es la que puede cambiar todo esto. No sólo colectivamente, en momentos donde la indignación de muchos individuos se transforma en acción política de masas. También individual y grupalmente, en la vida cotidiana, aquella porción mayoritaria de la realidad vista como "gris" desde la perspectiva que sólo ve el cambio a través de la política.
En cada momento tenemos la oportunidad de aportar mediante el cambio personal y al cambio social eligiendo otras opciones a las que estamos acostumbrados.
La solución esta en la creatividad, en la lucha organizada al margen de las organizaciones tradicionales, en despertar todo ese espíritu rebelde dormido por la alienación producida por los medios de comunicación, somos todos y todas quienes podemos cambiar esta absurda realidad, la pregunta es : ¿que estamos esperando?
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