NO SOMOS CAMPO DE GUERRA: EXIGIMOS GARANTÍAS PARA LA VIDA, LA INTEGRIDAD Y LA ACTIVIDAD ACADÉMICA
La Junta Directiva de la Asociación de Profesores de la Universidad de Antioquia, en forma clara, enfática y categórica, rechaza los hechos de ayer, miércoles 18 de abril en Ciudad Universitaria. La vocación que sostiene la función social y académica de los estamentos universitarios, profesores, estudiantes, trabajadores, empleados y jubilados, sobre todo cuando se trata de una universidad pública, se articula a la apuesta por servirnos de los medios de la razón y el debate civilizado. Esta estrategia se opone de manera radical, a la violencia como medio, violencia real que pone en vilo la integridad física, pero además, la violencia simbólica que atenta contra el pensamiento, que paraliza en tanto pone en escena la indefensión y el desvalimiento ante la imposición de la fuerza.
Por espacio de cuatro horas, la comunidad universitaria fue sitiada y confinada en la completa indefensión, donde se terminó poniendo en riesgo la seguridad, la vida y los bienes de las personas, de la Universidad y de los vecinos donde se cuentan los niños de la Escuela Javiera Londoño que salían de su jornada escolar justamente en el momento de los disturbios. En esta ocasión –más que en cualquier otra– miles de personas quedamos atrapadas entre dos fuegos, en los cuales no teníamos nada que ver y, en medio de ello, para agravar la situación, con las puertas bloqueadas, las personas intimidadas, cuando no escondidas, abarrotadas, presas del pánico colectivo y sin posibilidad alguna de salir en forma segura por cualquiera de las vías de evacuación, que dicho sea de paso no están demarcadas ni cuentan con personal identificado que oriente y facilite la búsqueda de rutas de salida.
Pero la complejidad de la situación que volvió a vivir nuestra Alma Máter, no se limita a los desafueros cometidos por los grupos de cientos de encapuchados y a la agresión que de hecho, y de manera generalizada, recibe la comunidad universitaria: también tenemos que referirnos a las instancias de poder que, desde dentro y desde fuera de Ciudad Universitaria, también contribuyen con la crudeza de las confrontaciones y, por ende, con el riesgo para quienes no participamos de los actos de violencia. Nos referimos, de un lado, a las directivas universitarias, las cuales deben responder oficialmente al interrogante de si dieron o no la orden para que la fuerza pública ingresara a los predios institucionales; y por otra parte, están las autoridades departamentales –con el gobernador a la cabeza–, que no tienen reparo alguno para permitir el ingreso del ESMAD a la Universidad, con la población universitaria en medio.
A las directivas universitarias y a las autoridades departamentales y municipales les preguntamos si por un instante han reflexionado sobre la suerte que está corriendo ese principio sagrado de una entidad académica, paradigma de la libertad y el pensamiento libre, como es la autonomía, el cual no representa otra cosa que la capacidad para darse sus propias formas de gobierno y al mismo tiempo para resolver por sí misma sus propios conflictos, por más complejos que sean, requisitos esenciales para alcanzar el desarrollo y el progreso científicos. En situaciones como éstas se pone a prueba, precisamente, la sabiduría que es capaz de desplegar una institución de las calidades de nuestra Alma Máter.
El espíritu y el quehacer universitario encuentran su inspiración y realización en la libre exposición de los argumentos, en las propuestas; porque es en medio del debate abierto de las ideas y de la expresión autónoma de las diferencias y de la pluralidad como se recrean sus valores y misión, no al calor y el estruendo de bombas papas, explosivos artesanales, gases, balas ensordecedoras, tanquetas, intimidación y fuerza irrefrenable, como se construye y se defiende la Universidad. Ejercer la violencia en los predios universitarios, resulta tan ofensivo al espíritu universitario como la presencia de grupos armados, sean ilegales o institucionales, que, guardadas proporciones, generan, unos y otros, un rechazo similar desde el ser académico y civilizado que habita el Alma Máter.
Rechazamos contundentemente, lamentamos y nos solidarizamos con el dolor que ha causado el ataque del que, en medio de los enfrentamientos, fue objeto el miembro de la policía que sufrió la amputación de una de sus piernas, así como las heridas que se causaron a otros en la refriega. Este desgraciado suceso nos hace temer por lo que habrá de pasar en el futuro inmediato con la Universidad de Antioquia, escenario, esta vez, de un delito de lesiones personales, gravísimas, contra un miembro de la fuerza pública. Que se esclarezcan los hechos, que se investigue y se haga el balance de pérdidas, daños y lesionados que quedaron como saldo es una obligación y una tarea inaplazable para autoridades académicas y civiles; porque es importante ponderar no solo el ingreso del Esmad, sino también quiénes y con qué medios están provocando su ingreso.
Exigimos la garantía de nuestros derechos humanos a la vida y a la integridad; exigimos nuestro derecho a la educación y al trabajo en condiciones dignas y seguras, porque la Universidad es para la ciencia, la formación, el saber y el conocimiento. Es en el debate, en la exposición de los argumentos, en el ejercicio de las diferencias y la pluralidad como se recrean los valores y la misión institucional, como se construye o se defiende la Universidad.
Buscando salidas a la situación, proponemos la activación del Comité de Derechos Humanos y la Mesa por la Convivencia en la Universidad, de carácter multiestamentario, que abra caminos para la búsqueda de una coexistencia democrática, académica y laboral en la Institución, por parte de quienes formamos parte de ella. Estas instancias deben ser responsabilidad e iniciativa de todos los estamentos universitarios, acompañados por el gobierno local y departamental y debe contar, además, con la presencia de organismos del ministerio público, organismos de derechos humanos y representantes de organismos humanitarios como el Comité Internacional de la Cruz Roja, CICR, y la Organización de Naciones Unidas, ONU.
Alertamos a toda la comunidad universitaria sobre lo que puede pasar en una situación similar, si no se toman medidas inmediatas. Lo sucedido ayer muestra el escalamiento de la violencia, sus intensidades y sus características. Tememos lo que pueda pasar frente a un nuevo evento en similares o mayores proporciones en términos de violencia. En ese sentido, es imperativo llamar a todas las instancias universitarias a reflexionar, a no permitir que estos actos se vuelvan a presentar, pues estamos en riesgo, todos los que a diario concurrimos en la ciudad universitaria.
Por la garantía de la vida, el respeto de nuestros derechos, por la salud mental y física y por la integridad de la institución, convocamos a la reflexión de todos los estamentos, tanto de la Universidad como de la ciudad, para construir estrategias para la resolución de las tensiones existentes al interior de la universidad. Como comunidad universitaria EXIGIMOS la vigencia y el respeto de los derechos fundamentales en el campus, no estamos en un campo de batalla y tampoco somos botín de guerra; nos resistimos a quedar reducidos, inermes y vulnerables frente a hechos como los ocurridos este miércoles 18 de abril.
Medellín, 19 de Abril de 2012
ASOPRUDEA - SINTRAUNICOL - SINTRAUDEA - APENJUDEA
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