El desconocimiento de la propuesta de la educación popular ha llevado a la desestimación y subvaloración de la misma, desatendiendo los elementos de empoderamiento que rescata en sus contenidos de formación.
La Educación Popular, como concepción político pedagógica, vive la vorágine de las disputas ideológicas de nuestro tiempo, cuya esencia contrapone a la opresión y a la libertad, posicionándose militantemente en la segunda. Tal disputa se concreta en cada ámbito de la vida social, y en todos, la educación popular tiene cosas que decir.
El camino prolongado de la lucha por crear la sociedad liberadora ha estado empedradode tergiversación, simplificación y de la reproducción de aprendizajes jerárquicos y excluyentes que han dado forma a muchas experiencias de proyección emancipadora. La Educación Popular no está carente del riesgo de caer en la tradición político cultural que la opresión impone en este desafío histórico, como no es infalible a las naturalizaciones, disimulos, ardides y “encantamientos” desde los que también ha aprendido a operar la opresión, cuyo ataque, a veces sutil, lo concentra en desmontar la ideologización de la lucha.
La Educación Popular tiene su lugar en el proceso de deshacer las ataduras que ha sufrido durante siglos la creatividad individual y colectiva del ser humano. Desde ella se develan las posibilidades insospechadas de las personas en condición de vivir socializando sus potencialidades infinitas y múltiples. La socialización de las prácticas humanas: económicas, políticas, culturales, sociales y ambientales, se relaciona, como condición de posibilidad, con la socialización del poder. También de este asunto se ocupa la Educación Popular.
El texto que ahora presentamos, pretende dar cuenta de los desafíos que tiene la Educación Popular, como ideología y herramienta en la batalla por la formación y recreación social de una conciencia crítica que se verifique en el modo de organizar y vivir todas las relaciones sociales, en el modo de organizar la vida humanizadora, dentro del contexto específico cubano, signado por los desafíos de un cambio en las formas y las razones del proyecto revolucionario.
Para este fin compartimos un fragmento de una entrevista mayor realizada a miembros de la Red de educadoras y educadores populares que anima el Centro Memorial Martin Luther King.
(Ariel) El ordenamiento sociopolítico y económico cubano está sujeto a revisiones de diversa índole con diferentes contenidos y con horizontes distintos. De un lado emergen, no carentes de contradicciones, propuesta, supuestos y sentidos de contenido liberal, es decir, ideas que tienen su base en la ideología que sustenta al capitalismo. De otro lado emergen propuestas de contenido socialista, también contradictorios y de variados significados. ¿En esta disputa de sentidos, qué lugar usted le atribuye la Educación Popular en Cuba?
(Gilberto) Para analizar un asunto de tal magnitud política y teórica se necesita, en primer lugar, hacer dejación del pensamiento dicotómico. La Educación Popular es un antídoto para eso.
El no comprometimiento del socialismo con un paquete de rasgos fijos e inamovibles es, precisamente, la manera más productiva de conservar lo alcanzado, descubrir las salidas multivariadas que ofrece la crisis de la época y abrirnos hacia nuevos grados de socialidad desenajenada.
Una presentación dicotómica de las categorías “capitalismo” y “socialismo”, “socialismo” y “mercado”, “plan” y “mercado” empobrecería el espectro teórico y práctico de alternativas intermedias, formas transicionales ajustadas a una u otra época o coyuntura, cuya riqueza es del todo imposible de fijar de antemano.
En la transición socialista, la democracia adquiere un contenido verdaderamente social con la redefinición de la política; se anula la separación entre instituciones y masas y la organización del Estado privilegia las asambleas por encima de las burocracias y las tecnocracias.
De lo que se trata, para esa otra democracia, es de una superación histórica real, no declarativa, tanto del liberalismo como del democratismo burgués; no de un “rodeo” sociopolítico que a la postre no satisfaga las expectativas democráticas superadoras. La historia reciente muestra cómo terminaron esos ensayos (por muy legítimos que resultaran en sus inicios): con la vuelta al más ramplón consumo “simbólico” liberal.
El tránsito de la concentración y la representación de poder a la descentralización y el predominio de las formas participativas es una aspiración democrática mundial. Sin embargo, en un mundo de tan alta concentración y ejercicio hegemonista de poder, la socialización de la política que se plantea la Revolución Cubana está mediada por una obligada centralidad.
El reto mayor, en una perspectiva de avance hacia el socialismo, es la activación del libre movimiento de la sociedad, la sostenida devolución al organismo social de todas las fuerzas absorbidas tradicionalmente por el Estado. Mas este no es un acto contractual, ni comporta un antiestatismo pedestre: es un proceso derivado de la constante socialización de la actividad humana en todas las esferas, de la cotidianidad de la política.
Una de las formas más eficaces de enfrentar ese reduccionismo radica en el constante esfuerzo por repensar la estrategia de orden cubana en función del despliegue ininterrumpido de su capacidad democrática alternativa, tanto a los esquemas de la democracia liberal, como al tipo de estatalidad conformada en el socialismo histórico.
La efectiva socialización del poder deviene, así, imperativo para la renovación del consenso y el marco más sólido y permanente desde el cual puedan ser fijados los límites sociales y ecológicos del mercado en el futuro inmediato.
En estos procesos, la Educación Popular puede contribuir a deslegitimar estratégicamente tanto el imaginario mercantil (la Pacha-Miami) (sin demonizar el mercado), como la estatalización extrema de la sociedad (que es una alternativa errónea a superar), abrirnos a referentes civilizatorios latinoamericanos (Buen Vivir, por ejemplo), de acuerdo a las características sicosociales de nuestra gente, también a otros referentes en todo el mundo. Pero sobre todo abrirnos a la libre creatividad asociativa de cubanas y cubanos. Enfrentar con realismo lo que podemos y debemos hacer hoy, sin abandonar la formación anticapitalista, antipatriarcal y por formas de producción y reproducción de la vida ajenas a la lógica del capital.
(Ania) La propuesta de la educación popular en el contexto cubano actual constituye una alternativa viable por su contenido y sentido humanista, emancipador y coherente con los presupuestos y valores de justicia e inclusión social. Debe asumirse como la perspectiva anticapitalista que asume la ética revolucionaria como componente esencial. Constituye una propuesta político-pedagógica integradora de saberes y sentidos populares que aporta herramientas para la participación y la transformación social. La educación popular pone en su justa medida a estructuras y personas, donde las primeras no son sin las segundas, lo que significa que estas estructuras están sujetas a cambios y revisiones de modo dinámico y necesario.
El desconocimiento de la propuesta de la educación popular ha llevado a la desestimación y subvaloración de la misma, desatendiendo los elementos de empoderamiento que rescata en sus contenidos de formación. Es justo reconocer también la distorsión de sus esencias a que ha estado sometida la EP por parte de algunas instituciones y organizaciones cubanas que en su uso y aplicación han minimizado el carácter eminentemente político y creador de la misma, reduciéndola a un mero instrumento educativo.
(Marilin) El sentido que le atribuyo a la EP en este momento en Cuba, yo lo definiría como una brújula, como un camino alternativo que valdría la pena que se tuviera en cuenta, no para imponerlo como modelo pero sí para que se tengan en cuenta sus impactos ya visibles y se escuchen sus propuestas y resultados como un aporte más a la construcción del modelo socialista cubano. Pienso que en la riqueza de las contradicciones estará la verdad y es una lucha que no será fácil porque tiene que romper pensamientos hegemónicos de dentro y de fuera del país, más creo que sería de gran utilidad que se amplificara lo que propone la EP a la sociedad cubana en esta hora, tal y como tratamos de hacerlo los educadores populares en todo el país.
(Jesús) El lugar de la educación popular es al lado de una ideología emancipatoria, sustentada e implementada en una práctica de vida en la que el otro, la otra y la naturaleza constituyan una propuesta a tener en cuenta no por lo que nos aportan sino por lo que son, en esa medida la educación popular se posiciona al lado de una ideología que no admite que los seres humanos y la naturaleza sean objetos determinados, impactados por el destino que otros y otras decidan, sino sujetos que conscientes de sus condicionantes culturales e históricos, sean capaces de transformar toda aquella condición que les deshumanice, es decir les cosifique u “objetivice”, y desde tal conciencia cuenten con otros, otras y con la naturaleza para decidir colectivamente las maneras de organizar, planificar, e implementar los procesos de producción material y espiritual de la vida.
Al lado de una institucionalidad que desarrolle los sentidos de pertenecía, de identidad de las personas que la conformen, en la medida que las personas se sientan dueños de las maneras en que esa institución se implica en los procesos de producción material y sociocultural desde prácticas de corresponsabilidad y comunión social.
(Esther) La realidad es que creo que en Cuba hoy se da una disputa cultural que incluye esas revisiones de que hablas, pero no se agota en ellas. Es una disputa que involucra los sentidos comunes y la cultura política de los cubanos y las cubanas, y que se da no solo entre diferentes personas, sino al interior de cada persona. Creo que nuestra contribución en tanto educadores está muy vinculada al contenido de la pregunta anterior: con nuestra gente, leer el mundo en toda su complejidad, desarrollar la capacidad de opinión y participación y su capacidad crítica responsable.
(Dasniel) En efecto, varios intelectuales del país, y hasta políticos, han advertido la presencia de corrientes de pensamiento y propuestas de corte liberal. Pero no debemos obviar que la historia del pensamiento político cubano advierte la existencia más o menos constante de una tradición de pensamiento en la cual se evidencia diversidad de posiciones y propuestas. Por tanto, y sin considerarme un especialista en estos temas, me parece que las ideas y las propuestas que circulan hoy en Cuba tienen como distintivo la diversidad.
Obviamente, el contexto internacional, en el cual el capitalismo a pesar de su crisis continúa siendo el modelo hegemónico, y a su vez perfecciona sus mecanismos de dominación económica y simbólica; y el contexto nacional, en donde es reconocible un desgaste en las estructuras de movilización y legitimación social; favorecen la proliferación consciente o inconsciente de propuestas de corte conservador.
Al respecto, y en mi criterio, la EP comparte el lugar de la revalorización de la práctica y la construcción socialista, comunitaria. En ese proceso resulta estratégico su accionar educativo y transformador en función de: combatir la indiferencia política, hacer contrapropuestas de sentido a las propuestas conservadoras, potenciar la solidaridad como valor ciudadano, generar y acompañar los liderazgos políticos e institucionales, sensibilizar y remover las reservas movilizadoras con las que cuenta el ideal socialista y humanista en el país.
(Julio Antonio) La EP contiene por sí misma una vía metodológica, ética, política, para la construcción de un proyecto social. Las supuestas vías socialistas que hoy se presentan en Cuba se disponen a crear una institucionalidad económica y política que aspiran a propiciar el orden, la efectividad, la racionalización, pero que no toman en cuenta hasta ahora la ética y la filosofía de la liberación del que debe ser sujeto del cambio.
La creación de una sociedad socialista o post capitalista con métodos verticales de producción del cambio no garantiza la alternativa a la opresión sino una forma distinta de conservación de la enajenación.
La EP es sospechosamente desatendida por las élites políticas del capitalismo y por la burocracia enquistada del socialismo real, precisamente por su contenido revolucionario, igualmente peligroso a todas las formas de control de la libertad. La experiencia mínima de producción de ideas, planes, respuestas a problemas comunes, en y desde la EP, nos enseña lo que podría ser una práctica consciente de hacer país en armonía con la filosofía y metodología de trabajo de la EP.
NDE: Sobre la problemática educativa global ver también la revista América Latina en Movimiento, febrero 2012, No. 472: "Educación, justicia social y ambiental". http://www.alainet.org/publica/472.phtml
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