lunes, 26 de marzo de 2012

Carta de despedida a estudiante de la UPTC

Prensa Estudiantil
En nombre de las organizaciones profesorales de la UPTC, ASPU, ASOPROFE y APUB, expresamos nuestra más profunda solidaridad a la familia de Edwin Ricardo Molina Anzola y los acompañamos en estos momentos aciagos de tristeza y desolación.
Cada día nace una historia y esta historia ya se empieza a narrar. No son días cualesquiera. Los vientos arrastran nubarrones que intentan cubrir nuestra ansiedad de preguntas. No es posible callar. No es posible borrar de nuestra memoria la dolorosa imagen de jóvenes destrozados y ensangrentados. No es posible olvidar la tragedia y el sufrimiento, que el absurdo acontecimiento del pasado martes deja en sencillos hogares boyacenses. Pero también nos queda la sensación y la rabia de no haber hecho lo suficiente.
Lo suficiente para transformar una Universidad politizada y envilecida. Una Universidad que no se reconoce en su esencia como un claustro capaz de albergar las una y mil voces que le dan vida y forma al ethos universitario. Por esta razón, no compartimos las expresiones que nos hablan de hechos que enlodan o avergüenzan la Universidad. Tampoco las explicaciones simples que adjudican el origen de las cosas a una conmemoración. Seguramente habrá otras.
No. Lo ocurrido nos entristece profundamente. Pero, a más de abatirnos, nos llama profundamente a la reflexión. Nos llama a la pregunta sobre el modelo de Universidad que tenemos, sobre el tipo de profesional que formamos, sobre la cotidianidad de la vida universitaria que ha inoculado tal miedo a pensar y a ser diferente que ha rutinizado un statu quo, así éste sea el más atroz.
No queremos una Universidad sometida a la intimidación y a la violencia; a las múltiples violencias que acampan en la Universidad al amparo de hábitos clientelistas y autoritarios, bajo la sombra del tráfico de drogas y de otras prácticas delincuenciales, y que se retroalimentan permanentemente. No queremos una Universidad, antípodas de la ética, que desconoce derechos y atropella la dignidad de quienes allí trabajan. Queremos una Universidad sustentada en principios, comportamientos y directrices, compatibles con fundamentos éticos universales rebosantes de respeto, democracia y participación.
Nunca es tarde, sin embargo, para tomar conciencia de la realidad en que estamos sumergidos y que a veces nos enceguece e inmoviliza. Es necesario actuar. Actuar ya en los meandros concretos de la vida universitaria. Necesitamos llenarnos de argumentos para transformar una realidad inocultable y de dominio público, sin prevenciones ni censuras. Como universitarios apelamos al conocimiento. Es nuestro deber. Es necesario conocer la compleja dinámica de la problemática interna antes de tomar cualquier decisión. Después, acuerdos mínimos de respeto, confianza, solidaridad y convivencia.
Transformemos el dolor en reconciliación. Transformemos la reconciliación en caminos posibles para ser y estar en la Universidad, conviviendo en la diferencia y en donde los Derechos Humanos sean una práctica, no un simple discurso. Una Universidad donde se garantice que nunca más se repitan los horrores de una violencia absurda y destructora.
Paz eterna para EDWIN RICARDO
“Maldita sea la exitosa dictadura del miedo, que nos obliga a creer que la realidad es intocable y que la solidaridad es una enfermedad mortal, porque el prójimo es siempre una amenaza y nunca una promesa”.
Eduardo Galeano

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