POLÍTICA
La designación de Luis Alfonso Hoyos como nuevo director del SENA es uno de los recientes nombramientos con mayor carga política. Se trata de una ficha clave del uribismo, que así mantiene su poder en una de las principales vitrinas del sector social.
Según Álvaro Uribe, durante su gobierno el SENA aumentó casi siete veces los cupos de formación. El fortalecimiento de esa institución ha sido una de las principales banderas del expresidente para reivindicar que sus ocho años de gobierno sí tuvo avances sociales.
Incluso, desde su trinchera en twitter, ha insistido en “cuidar” la institución. Por eso el expresidente debe ser uno de los más complacidos con la designación de Luis Alfonso Hoyos como el nuevo director del SENA.
Cuando el presidente Juan Manuel Santos anunció los ajustes en la nómina del sector social de su gobierno, el nombramiento que más sorprendió, y que más controversia generó, fue precisamente el de Hoyos.
Aunque no hace parte del gabinete ni tiene esa trascendencia, el SENA, al igual que Acción Social, han representado para el uribismo su principal botín en el gobierno Santos, un gobierno en el que no se han sentido del todo cómodos, especialmente con los miembros que integran el gabinete, Germán Vargas Lleras o Rafael Pardo, han sido los más cuestionados por los hombres del uribismo.
Por eso, la designación de Hoyos como director del SENA, especialmente, tiene un significado político. Pues muchos la traducen como el regreso del uribismo a esa entidad, que tuvo un intervalo de independencia con el padre Camilo Bernal Hadad como director general.
Así fue interpretado por varios sectores como una especie de cortesía de Santos hacia su antecesor.
Por lo menos esa es la lectura del representante a la Cámara Joaquín Camelo (Partido Liberal), miembro de la comisión séptima que precisamente se encarga de los temas sociales.
“Veo un cierto aire de reivindicación con el ex presidente Uribe”, dice Camelo al señalar que la impresión que deja el nombramiento de Hoyos es permitir que el uribismo “se mantenga protegiendo los huevitos depositados en el SENA”.
Por obvias razones, son algunos miembros del liberalismo los que más han cuestionado esta designación, toda vez que el gobierno de Santos ha estado más sintonizado con la línea liberal, que ejerció oposición al gobierno Uribe.
Incluso, en el partido de la U, las interpretaciones son similares. El vocero del partido en la Cámara de Representantes, Wilson Gómez, califica el nombramiento de Hoyos como “una mano vestida de guante blanco” que Santos le tendió al expresidente Álvaro Uribe. “Es un gesto de solidaridad”, consideró.
Porque es que Luis Alfonso Hoyos es uno de los principales alfiles del uribismo. Conoce ampliamente el sector social, toda vez que se desempeñó durante los ocho años del gobierno anterior como el director de la entonces agencia presidencial Acción Social.
Hoyos venía desempeñando la representación de Colombia ante la Organización de Estados Americanos, OEA. Allí lideró una de las últimas luchas de Álvaro Uribe en política internacional, pues fue quien denunció en ese organismo la presunta (o evidente para el anterior gobierno) presencia de campamentos de las Farc en Venezuela.
Tendrá el principal reto de cumplir las metas que ha trazado el gobierno para el Sena, ampliar su cubrimiento en más de 200 mil cupos para este año en programas de educación técnica.
Pero, políticamente, Hoyos tiene el reto de fortalecer la entidad como el principal bastión del uribismo, en un gobierno donde otras políticas como la de reparación a las víctimas, la lucha contra la corrupción, y la generación del empleo son reclamadas por otros sectores políticos de la Unidad Nacional.
Aunque no comparte esta interpretación, uno de los más cercanos a Uribe, el exministro Óscar Iván Zuluaga dice que el nombramiento de Hoyos, y el de Beatriz Londoño como ministra de Salud, no tiene un significado político distinto a que el actual gobierno le ha dado continuidad a muchas políticas sociales desarrollados por Álvaro Uribe.
Precisamente, el expresidente, que no ha perdido oportunidad de cuestionar algunos nombramientos en el gabinete que le generan incomodidad, en esta oportunidad a preferido guardar un tranquilo silencio.
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