lunes, 19 de diciembre de 2011

¿UTP la mejor universidad del País?

Por: Duberney Galvis Cardona*
Bastante alharaca se armó en la ciudad con la noticia de que la Universidad Tecnológica de Pereira UTP, fue catalogada como la mejor del país. La rectoría dispuso de un bazar de anuncios al respecto. El hecho tuvo acogida en parte de la prensa escrita local la cual dedicó una editorial casi fiel copia de los comunicados de la universidad al respecto. Se calificó de éxito lo que ha sido fracaso, de cierto lo que es mentira.
Para empezar, la idea de que la UTP se ubique por encima de Instituciones como la Universidad Nacional UN, de Bogotá, o la de Antioquia UdeA, no sólo se obvió como una hipótesis que llamara a ser corroborada, siquiera con los datos oficiales de las demás universidades del país; sino que se utilizó como promoción de la premiada falacia.
El reconocimiento hecho a la universidad risaraldense se sustenta en el Modelo de Indicadores de Gestión e Índices de Capacidad y Resultados, elaborados por el Sistema Universitario Estatal SUE en conjunto con el Ministerio de Educación Nacional MEN y acogidos por el Consejo Nacional de Educación Superior CESU[1]. Al revisar algunas variables tenidas en cuenta para otorgar el primer lugar a la UTP hallamos que realidad y ranking no coinciden.
Lo referente a Índices de Capacidad ICAD. Un par de ejemplos:
El ítem de Recursos Humanos, que tiene en cuenta el número de docentes y su relación contractual, refleja que en la UTP cerca de ocho de cada diez profesores son de contratación temporal. De entrada el hecho contrapone la calidad a lo certificado.
En cuanto al punto de los Recursos Financieros, que evalúa la proveniencia de los dineros; en la actualidad la UTP evidencia que de cada $100 más de $40 son de origen propio, lo que la ha llevado a permutar paulatinamente la misión universal de educar por la de buscar renta, como cualquier almacén que vende y comercia servicios.
En lo referente a Índices de Resultados IR: (De Formación (IRFOR), Investigación (IRPROD), extensión (IREXT) y bienestar (IRBIE)); muestras aleatorias indican que:
En el tema de cobertura la universidad pública pereirana ha sido piloto en implementar la cobertura irresponsable, parte ha consistido en que, entre el año 2000 y 2010, la universidad pasó de tener 4 mil estudiantes a cerca de 16.000, más de mil estudiantes por año, al tiempo los recursos de la nación disminuyeron un 30%.
En lo que refiere al punto de calidad el modelo usado para premiar a la UTP acude a tres índices (dos relacionados con ECAES, y uno con el número de estudiantes por programas certificados de alta calidad). La metodología, además de galardonar el ajuste de contenidos a los perfiles del ECAES; evade profundos problemas como el hacinamiento en aulas y laboratorios –entendido éste como el abultado número de estudiantes por aula y profesor en hora clase-. La falta de softwares en programas como Comunicación acarrea tres o más estudiantes por computador. Mientras que la relación estudiantes/profesor de planta es de cincuenta y ocho (58), es decir, cifra cuarenta veces más abultada que la UN sede Bogotá.
El caso de Veterinaria y Medicina son ejemplos deshonrosos. En el primero, cuyo costo de matrícula bordea los tres millones el semestre, no existen granjas o clínicas apropiadas para atender esta disciplina. Algunas prácticas con animales se adelantan en el salón de la morgue. Por el lado del programa de Medicina (reconocido como uno de los mejores del país) los estudiantes deben comprar ojos de vaca para suplir la carencia de órganos humanos. Varios de los cadáveres son tan añejos que es imposible realizar pruebas de anatomía. Suturan en espumas para colchón. En los pasillos se dice que allí ya se estudia con los ojos de la fe y muchas de las prácticas están más cercanas a la arqueología que a las ciencias médicas.
En lo concerniente a Investigación, más allá de la cantidad de grupos, que obedece más a la iniciativa de docentes y alumnos, antes que al abrigo institucional; la situación es negativa. La mayoría de salidas de campo las pagan estudiantes y familiares. La venta de alimentos y rifas se convierte en el subsidio de los semilleros para financiar las investigaciones. El recurrente recorte al presupuesto de las salidas de campo de los estudiantes asciende al 75%. También resulta desmedido equiparar insulares aportes de revistas como Scientia et Technica, con la cantidad de publicaciones indexadas de la UN.
Con la Extensión sucede algo similar. La institución carece de un periódico. Lo más parecido es la cartilla institucional “Campus Informa”, en realidad un ladrillo de “rendición de cuentas” con 50 mil ejemplares que yacen en el rincón del desprecio. Los intentos de revistas por facultades se frustran por el exiguo apoyo financiero o se transforman en epístolas de las direcciones de programa. Menos fácil es encontrar significativas producciones audiovisuales en la universidad donde hay que demandar para tener acceso a equipos con estos fines. En esta materia es atrevido alegar mejor desempeño que la UdeA la cual tiene un estructurado periódico, de amplia circulación.
En lo que incumbe a Bienestar la sola tenencia en cuenta de este ítem constituye un desatino. Con todas sus falencias la UN invierte 7% más presupuesto en esta dependencia que la UTP. Dada la cantidad de estudiantes la cobertura real -diferente a la nominal- tiende a la baja. Los programas socioeconómicos no cobijan ni al 5% de la población estudiantil de la cual ocho de cada diez son de estrato 1,2,3. En una actitud reprochable las directivas adoptan fórmulas que incluyen reducción de horas y beneficios transitorios mediante lo cual inflan las cifras. Se creó la vicerrectoría de Responsabilidad Social y la conversión sólo sirvió para aumentar las corbatas, más puestos burocráticos y menos servicios. En los hechos se ha tergiversado la misión de Bienestar, la constante búsqueda por el desarrollo del servicio social mutó en la persecución a la caridad pública.
Sin duda los indicadores aplicados para dar el primer puesto a la Tecnológica, son elaborados para premiar el tipo de universidad que pretendió convertir en ley de la república el gobierno Santos a través de la “reforma” a la Ley 30. Son universidades como estas, que implementan programas privados, condiciones laborales ignominiosas, degradan la calidad a niveles paupérrimos; las que aplicarían para algunos de los recursos que no absorbía el ICETEX. No es gratuito que la UTP, cuyo rector se atrevió a constituir la Red Alma Mater a pesar del rechazo de la comunidad universitaria; sea premiada por una asociación presidida por el MEN.
Se constituye el reciente reconocimiento “la de mejor desempeño en el país”, en un asalto a la verdad, en cuña ministerial de carácter falaz. No está bien que los buenos deseos de la sociedad pereirana por mantener y conseguir un reconocimiento a  su patrimonio público, den pie para presentar como logro lo que ha sido un descalabro. El hecho no deja de ser una especie de transacción entre compinches que han acordado el diseño y aplicación de lesivas políticas.
En términos reales la situación dista de la meritocracia. Quien con seriedad practique un poco de inmersión en la universidad, encontrará que al parecer el presente trofeo se adjudicó con indicadores medidos desde un avión o por satélite.
-Respecto a los dineros que trae el primer puesto: de poco le sirve al paciente que el doctor le haga un diagnóstico falso, aparte, que le conceda recursos a condición de que continúe adelantando prácticas que agudizarán el mal que padece.
[1]Metodología para la distribución de recursos artículo 87 de la ley 30 de 1992, vigencia 2010. Ministerio de Educación Nacional MEN: Bogotá, agosto de 2010
 *Representante de los estudiantes ante el Consejo Académico de la UTP.

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