lunes, 5 de diciembre de 2011

Movimiento Estudiantil: ires y venires de un proceso en construcción

Por: Universidad Pública Resiste
Los últimos meses en todo el país han estado marcados por una masiva movilización de estudiantes, proceso que no surgió espontáneamente como muchos plantean, pero que sí emergió y se ha desarrollado hasta el momento de forma contestataria y coyuntural. No obstante, es importante recalcar que este proceso en construcción ha devuelto la alegría rebelde a las calles, la desafiante firmeza de los inconformes se ha expresado nuevamente en estruendosos gritos de libertad que permiten vislumbrar caminos de cambio y esperanza para nuestro país.
Es claro que estamos lejos aún de las grandes transformaciones sociales, sin embargo no deja de ser alentador poder analizar lo que este renaciente “movimiento estudiantil” viene planteando, luchando y construyendo.
El “movimiento” surge como respuesta a la propuesta gubernamental de reformar la educación superior, y en ese mismo sentido resulta claro que el motivo primario de la movilización fue el rechazo al proyecto de ley (hoy retirado). No obstante, es necesario aclarar que la coyuntura no puede ser restringida a este último año, sino que debe ser analizada en un mayor plazo, de forma que nos permita ubicar la radicalidad del problema y el desafío que afrontamos, es decir, la situación del actual sistema de educación superior y la necesidad de su transformación. Hasta el momento hemos logrado responder con fuerza y hasta nos hemos anotado un primer triunfo, que en ningún momento puede asumirse como la victoria, pero que se constituye en un hecho relevante si recordamos que el “movimiento estudiantil” llevaba un buen tiempo sin triunfar en alguna de las luchas que emprendía.
El momento actual es de gran importancia porque es ahora cuando vamos a observar hasta donde va nuestro compromiso, hasta donde estamos dispuestos a trabajar, depende de los estudiantes definir ahora si vamos a cambiar nuestro posicionamiento en la lucha, para pasar de la continua crítica  a la construcción propositiva, inmenso desafío que hoy debe rondar nuestras discusiones: atrevernos a construir significa dejar de responder y asumir el compromiso en la transformación.
Movilización, no movimiento.
Si bien son importantes los logros y la acogida de la movilización estudiantil de los últimos dos meses, es pretencioso - y además iluso - hablar de la consolidación del movimiento estudiantil colombiano, esto si tenemos en cuenta que, como siempre, esta gran movilización se ha desarrollado de forma coyunturalista y contestataria. Es a partir de ello que creemos sumamente pertinente establecer dinámicas de construcción que permitan desarrollar las reflexiones necesarias sobre el “movimiento” como tal (sobre su historia, presente y futuro), de forma que logremos avanzar en la edificación propia de movimiento social, el cual debe dotarse de un carácter profundamente popular. Lo que nos vamos a pelear es la educación del pueblo, no la de los estudiantes y/o universitarios actuales, la propuesta es continuar en la lucha construyendo el futuro de todos, aquel que soñamos y por el cual no retrocederemos.
Reconociendo que la movilización (y el paro) han estado muy marcadas por el rechazo a la propuesta de reforma, y que esta al haber sido retirada ha bajado los humos y el calor del “movimiento”, insistimos en que para constituir un movimiento permanente y radicalmente transformador es imprescindible estudiar luchando y luchar estudiando, sólo así construiremos en el trabajo y dejaremos (muchas veces) de estar solamente hablando.
La pregunta que muchos se hacen es: luego de logrado este primer cometido ¿qué sigue? Y la respuesta debe ser clara, sensata y contundente: lo que se viene es lo más difícil, es lo que siempre nos ha costado edificar y mantener, es decir, propuesta de educación y permanencia en la construcción. Y es por esto que, en primera medida, es importante mantener lo conseguido hasta ahora: la legitimidad que ha ganado la movilización del sector estudiantil frente al resto de la sociedad es algo que hace apenas unos meses se creía impensable en este país, que lleva alrededor de una década hipnotizado por un proyecto político militarista, retardatario y fascistoide.
Pensando en el mediano y largo plazo, es imperativo que el estudiantado colombiano, piense y construya un verdadero movimiento estudiantil, que recupere y (re)conozca su memoria histórica, en aras de entender los aciertos y desaciertos que el sector estudiantil ha vivido desde el inicio de sus luchas; un movimiento que logre articularse nacionalmente, pero de abajo hacia arriba y no al contrario, y ello implica que las bases del movimiento deben ser las construcciones reales a nivel local; un movimiento que se articule con el resto de sectores sociales que día a día se movilizan en Colombia, para aunar esfuerzos que hagan contra a las imposiciones gubernamentales, pero sobre todo para avanzar en la construcción de un nuevo país, uno que se piense desde la unidad popular en  contraposición a la “unidad nacional”; un movimiento, cuyas acciones no dependan de las acciones - u omisiones - del Estado, sino que sea capaz de mantenerse en pie, caminando y construyendo a su ritmo; un movimiento que piense y eche a andar un nuevo modelo educativo; un movimiento que se reconozca a sí mismo como un proceso político y politizador, que sea entendido como parte fundamental de la construcción no solamente de una nueva sociedad, sino también - y sobre todo - de un nuevo sujeto, crítico, empoderado y con verdadera capacidad de actuar e incidir sobre su entorno, es decir, subversivo y transformador.
Sobre la construcción y la articulación
Teniendo en cuenta que la movilización que se ha desarrollado tiene como un firme referente de articulación la Mesa Amplia Nacional Estudiantil, queremos expresar algunas ideas, reconociendo que aun con sus errores, defectos y desaciertos, ha sido uno de los principales logros de esta “coyuntura”.
Es claro que esta mesa no es la “responsable” de la movilización, ni mucho menos es la vanguardia del estudiantado colombiano, pero es imposible hablar de lo que está ocurriendo sin hacer un reconocimiento de lo que la MANE ha significado. En ella se han materializado las ganas de los estudiantes colombianos de buscar unidad para la acción, de buscar una forma de coordinación que permita fortalecer las luchas estudiantiles que se desarrollan a lo largo del país. Y por ello, es imperioso plantear que este espacio no puede desaparecer, ni mucho menos fragmentarse, lo cual no significa que tenga que continuar tal cual. Dicho espacio debe desarrollar discusiones internas sobre su funcionamiento, la MANE requiere de un proceso de democratización y reorganización, lo cual es apenas lógico, si tenemos en cuenta el poco tiempo que lleva funcionando este intento de articulación, y si recordamos la inmensidad de vicios que rondan todas las expresiones organizativas del estudiantado, es imposible limar las asperezas de décadas en tres meses, pero hay que tener claro que la unidad no se decreta ni se define, se construye y su sustento debe ser el trabajo de base en la comunidad estudiantil.
Lo anterior implica que rompamos con dos tendencias que han estado claramente expresas en dicho escenario: primero, la que trata de imponer decisiones bajo la idea del consenso y que teme descentralizar el proceso; y, segundo, la que se arropa con discusiones válidas pero que se radicaliza de forma inadecuada, ha sido impertinente en algunas (no todas) las discusiones y ha terminado retrasando procesos de construcción. Lo que queremos es ser claros y enfáticos en que ambas tendencias han sido y puede ser causantes de la ruptura y fragmentación del proceso, es por ello que llamamos a la necesidad del diálogo y la voluntad real para construir con otros, respetuosamente y bajo el criterio del trabajo. Y esto implica comprender que nuestras propuestas a veces se adoptan y en otras ocasiones no, pero ello no puede significar el no reconocimiento de nuestras deliberaciones.
Para finalizar, quisiéramos llamar la atención sobre lo que significa oponernos y luchar políticamente (popularmente) contra este gobierno y el Estado en su conjunto. Primero, que sin la unidad y firmeza necesaria seremos carne de cañon para los expertos saboteadores, dilatadores y opresores del pueblo colombiano. Segundo, no podemos continuar dejando que sea el gobierno el que nos ponga a hablar, es decir que no podemos dejar que nos presionen tan fácilmente, cuando ellos pocas veces responden a nuestra exigencias, somos nosotros quienes definimos nuestro camino y agenda. Tercero, para que lo anterior sea real debemos fomentar un proceso organizativo desde lo local a lo nacional, de la forma más participativa posible y que redunde en la constitución de un proceso permanente. Cuarto, debemos avanzar prontamente, pero de forma tranquila y racional (sin premura e inmediatez estúpida), en la construcción de esa educación (no meramente superior) que soñamos, esa que responda a un país independiente, justo, digno, libre, aquella que sea expresión del poder popular que continuamos construyendo. Quinto, en consecuencia de todo lo anterior se hace ineludible que logremos convocar en este gran proceso no solo a los estudiantes de educación superior sino al estudiantado en general, y aún más lejos, debemos proyectar nuestros esfuerzos en promover un proceso popular en el sentido más amplio posible, sólo así podremos construir la educación que soñamos y continuar en la incesante lucha popular por la transformación social de nuestro país.
¡A Estudiar, Luchar y Transformar!
¡Por la Educación y la Universidad Popular!

0 comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores

Twitter Delicious Facebook Digg Stumbleupon Favorites More

 
Powered by Blogger