sábado, 24 de diciembre de 2011

Cuarta sesión de la MANE: rumbo a una nueva ley de educación

La Mesa Amplia Nacional Estudiantil se reunió entre el 3 y el 5 de diciembre de 2011 en la ciudad de Neiva para debatir en torno a la metodología de construcción de un nuevo proyecto de educación superior para el país.
Era viernes 2 de diciembre de 2011 y la Universidad Surcolombiana de Neiva (Usco), en el departamento del Huila, comenzó a recibir rostros forasteros. Nadie los conocía y pocas personas sabían a qué llegaban: se trataba de la cuarta sesión ordinaria de la Mesa Amplia Nacional Estudiantil (Mane), que empezaría al día siguiente. Estudiantes de todo el país llegarían al centro de estudios más importante del sur colombiano.
Poco a poco, mientras transcurrían la tarde, la noche y la madrugada y se aproximaba la mañana del 3 de diciembre, siguieron llegando jóvenes con maletas y organizando sus tiendas de campaña. Estudiantes de la Usco miraban con asombro lo que ocurría, sin saber de dónde aparecía la muchachada hippie con sus artesanías y malabares −la delegación de la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia, UPTC− y otro grupo de visitantes –de la Universidad de Cartagena−, ubicado en el lugar donde se izan las banderas. Eran las primeras personas en arribar a Neiva para el encuentro de la Mane. El motivo de congregarse era propiciar los debates en torno a la metodología de construcción del nuevo proyecto de ley de educación superior. Los principios: el respeto y la tolerancia.
La gente de la UPTC extendió sus colchas sobre el piso de ladrillo de las ágoras y el corredor que lleva a cine-café y sobre ellas puso aretes, manillas, collares, películas y un letrero que decía «Se tejen rastas». Traían el cabello largo, vestían pantalones de colores y hacían malabares con pelotas que emitían luces multicromáticas. Por otro lado, dos hombres de la UniCartagena, uno más alto que el otro, paseaban por las instalaciones de la Usco brindando dulces de halloween. Era su forma de conseguir dinero para la alimentación. El viaje de quienes representaban estas dos universidades públicas de Colombia fue, respectivamente, de ocho a nueve horas, sin contratiempos y de más de 24 horas, acompañado de lluvias, derrumbes y trancones.
Mane en Neiva
Luego del encuentro de la Mesa estudiantil en Bogotá el 12 de noviembre de 2011, cuyo resultado fue la suspensión del paro después de que el gobierno retirara  del Congreso el proyecto de reforma a la ley 30 de 1992, se planeó una nueva reunión en Manizales, capital del departamento de Caldas. Sin embargo, por dificultades climáticas y de acceso a esta ciudad, se acogió la propuesta de la Universidad Surcolombiana para sesionar en este campus. Semblantes con mejillas coloradas, de pieles negras, morenas y blancas, con cabellos largos y cortes extraños rondaban el Alma Máter, a veces con un cigarrillo prendido entre sus dedos.
 En la mañana del 3 ya muchas carpas se habían levantado en el hall de ‘Bienestar’ y en algunos pasillos; cerca al coliseo había fila para bañarse, en el restaurante, para desayunar, y otras personas entraban apenas por el parqueadero diciendo «aquí estamos», incluida la bandera de su institución:  la Universidad del Valle, Univalle.
La Universidad Surcolombiana se llenó de color, la gente iba y venía, había montañas de equipaje en algunos lugares, las cafeterías tuvieron buena venta. El centro de estudios no era el mismo. Las personas que ahora lo habitaban eran muy distintas a las de todos los días, se escuchaban acentos diferentes, paisa, valluno, costeño, pastuso, rolo. «Por primera vez la Universidad Surcolombiana es nacional», expresó alegre William  Fernando Torres, profesor e investigador de la Facultad de Ciencias Sociales y Humanas.
Entre la multitud se encontraban caras ávidas, pérdidas o cansadas; sus cuerpos vestían faldas de colores, pantalones e incluso alguien andaba por ahí en bóxer. Muchas tenían algo que vender: dulces, botones, libros, revistas, tinto, películas, cigarrillos, galletas, minutos, libretas… Hasta la sandía sirvió para cubrir los gastos de los viajes de quienes llegaban de todos los puntos cardinales del país.
Algunos jóvenes vestían camisetas blancas con un gran letrero en la espalda: IV SESIÓN MANE/NEIVA-HUILA/3-4 DE DICIEMBRE / LA MANE SOMOS TOD@S: se encargaban de la logística del encuentro nacional y atentos para resolver cualquier necesidad de quienes arribaron a la cita. «Llegamos a eso de las siete de la mañana [sábado] con la grata sorpresa de que nos recibieron con desayuno», cuenta con una sonrisa Jorge Andrés Rico, estudiante de Administración Deportiva de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas, de Bogotá. «No hay de qué quejarse», dice John Alexander Quiroga, de la UniValle y miembro de la etnia Nasa.
Con ganas de empezar
Una hora después de lo dispuesto para instalar la mesa y leer las conclusiones del 12 de noviembre, todavía no comenzaba las actividades. Eran las diez de la mañana. Hubo varios llamados a cerca de 2.000 estudiantes de instituciones de educación superior que se encontraban en varios sitios de la Usco. La indicación era que por favor se organizaran para dar comienzo a la programación. El siguiente paso era trasladarse al lugar del encuentro, el más apto: el colegio Liceo Femenino Santa Librada.
Había un poco de desorden. Hablaban de la seguridad de las maletas, mientras otras personas afirmaban: «la Mane ya está en el Liceo», y tenían preocupación por las que se escogiesen para ocupar los puestos de la Mesa principal que dirigiría el debate. No querían que pasara lo mismo que habían percibido en la anterior sesión. «Estamos buscando una estructura más participativa de todas las universidades que pertenecen a este movimiento (…) Esta propuesta nace a partir de la anterior Mane, en la que hubo varios disensos y hay universidades que no se sintieron escuchadas», relata Rico.
Después de unos minutos, los pasos de botas, tenis, sandalias y otros tipos de calzado tomaron la peatonal que conduce al Liceo Femenino Santa Librada. Al frente del colegio Inem, las dos señoras que tienen venta de alimentos los ofrecían «a 500 y a 1.000»: «¡Empanadaas, pastelees!» Varios hicieron un alto en el camino para probar los pasabocas. Luego, en la esquina del semáforo, un hombre y una mujer encargada de la logística, dieron indicaciones para girar hacia la izquierda por una calle cerrada por obras: la 28, del barrio Santa Inés.
Al fin, se llegó al sitio de la plenaria; un lugar lleno de sillas verdes, rápidamente ocupadas. Mientras la Mesa se organizaba, estudiantes universitarios dormían, quizás por el cansancio; fumaban, conversaban, comían y vendían. También gritaban consignas para levantar el ánimo del auditorio.
Empieza la cuarta sesión de la Mane
A las 12:15 empezó el acto. «Nos merecemos un aplauso», dijo al abrir el evento el representante ante el Consejo Superior de la Universidad Surcolombiana; después de este comienzo se escogieron los relatores y a la par seguían las arengas y los aplausos.
Más tarde, saludos de las y los representantes de la Univalle, del Congreso de los Pueblos, de los estudiantes de secundaria de Palmira y Bogotá, de la Asamblea de estudiantes colombianos en Argentina (Aeca), del movimiento Marcha Patriótica y Cabildo Abierto para la Independencia, de la Asociación Sindical de Profesores Universitarios y de varias organizaciones más. Las palabras estuvieron cargadas de felicitación al movimiento estudiantil, de anhelo de éxito para el mismo y de vivas para la Mane. Las personas  asistentes recibían con entusiasmo cada palabra.
A las 2:40 pm llegó la última delegación gritando, «Existimos, y aquí estamos, los estudiantes afrocolombianos».
Mientras muchos y muchas se sentían sofocadas por el calor, la caseta del Liceo fue desocupando su refrigerador y las delegaciones definían los puntos para debatir en cada mesa trabajo: la de movilización, la organizativa y la programática. La idea era empezar las discusiones esa misma tarde, pero el tiempo fue justo para las intervenciones iniciales: en total fueron 56 las personas que hablaron sobre sus situaciones particulares después de la suspensión del paro nacional estudiantil, entre ellas universidades públicas y privadas, institutos técnicos y el Sena (Servicio Nacional de Aprendizaje) de varias ciudades de Colombia. Algunas denunciaron el no cumplimiento del compromiso del gobierno en cuanto al retiro de fuerza pública de los campus y zonas aledañas a los mismos.
Luego de esta jornada, el auditorio, un poco cansado y disperso, mostró que el ambiente no era el propicio para adelantar debates tan importantes ese día.
En medio de las intervenciones, a las 4:15 de la tarde habían llegado mil almuerzos (sopa, seco y jugo) en recipientes de icopor y gestionados por el Consejo Superior Estudiantil de la Usco. El estudiantado se aproximaba a las 2.000 personas y las responsables de la logística tuvieron que hacer maromas para «hacer rendir» la comida. Finalmente, los y las comensales quedaron agradecidas.
La jornada concluyó con las palabras de la delegación de la Universidad del Chocó y con la invitación para el día siguiente a participar en los debates. La mesa de trabajo sobre «movilización» sesionaría en las ágoras de la Universidad Surcolombiana, la que discutiría sobre lo organizativo, en el auditorio Olga Tony Vidales del mismo campus y la «programática», en el sitio de encuentro del primer día.
Los y las jóvenes de logística también organizaron y repartieron la cena en las horas. Después, mientras algunos se bañaban en la piscina de la Usco, otras personas se fueron a descansar y otras compartieron con viejas y nuevas amistades.
4 de diciembre
La mañana empezó radiante para la juventud de la Mane. En algún lado, un fogón de leña llenaba el aire de humo; en otro, había hamacas colgadas; los pasillos del primer piso estaban totalmente llenos de carpas y éstas, adornadas con toallas o ropa interior secándose, hubo personas que durmieron en las escaleras o en el suelo sobre una colcha o sobre nada.
Al medio día empezó la jornada de las mesas de trabajo. Luego vino el almuerzo y alguien tuvo que luchar contra la gravedad para evitar que cayera el recipiente en el que comió.
Debates
Cada mesa contó con una amplia participación, con una persona que moderaba el debate y con otras encargadas de las relatorías. La primera en terminar fue la que abordó el tema de movilización y la siguió la que trató lo programático; la encargada de lo organizativo, en un auditorio lleno, tardó más para llegar a consensos y no logró tocar todos los puntos de su agenda; la gente estaba también sofocada por el calor, a pesar del torrencial aguacero que caía afuera del recinto.
Por un momento, el fluido eléctrico tuvo un corte y hubo preocupación. Ya eran más de las diez de la noche, muchas delegaciones habían tenido que viajar, a otras las esperaban los buses que las regresarían a sus ciudades y en «el Olga Tony» seguían las discusiones. El Hall de la Universidad Surcolombiana ya no estaba tan atestado de carpas.
En medio del afán por ir a la reunión general, por fin la «mesa organizativa» llegó a consenso y todas las personas que esperaban se dirigieron al Liceo Santa Librada. A las 11:40 pm empezó la plenaria entre la discusión de si se hacía o no. Todos querían que se llevara a cabo y por eso estaban esperando. Muchos andaban con sus maletas. El coliseo no estuvo tan lleno como el día anterior, pero la asistencia aún era numerosa. Estudiantes de la Usco estuvieron vendiendo tinto desde el 3 de diciembre y se quedaron hasta el final del encuentro, sin dejar de hacerlo ni un solo momento. El café se compraba a 300 pesos y fue lo que permitió a un sinnúmero de personas soportar la extenuante jornada.
Conclusiones
La primera en socializar sus conclusiones fue la mesa de movilización. Allí se acordó que el propósito específico es mantener vivo el debate en el país. En lo correspondiente a las garantías para el libre desarrollo de las manifestaciones, se dijo que eso se gana en la medida en que se hacen: «no hagamos una marcha para que nos dejen marchar», comentó uno de los participantes de la mesa. Asimismo, se programaron algunas jornadas de movilización. Al fin de la relatoría, los aplausos fueron normales.
Con respecto a lo programático, la plenaria acordó nuevos debates: en febrero, sobre «universidad y sociedad», en marzo, «autonomía universitaria»; para abril, «financiación»; en mayo, «excelencia académica» y, finalmente, en junio, sobre «libertades democráticas y bienestar». Hubo consenso con respecto a la elaboración de una misiva al gobierno donde se le presenten las exigencias y/o requisitos que garanticen la movilización y la construcción del nuevo proyecto de ley. La plenaria asintió.
La Mesa definió que el 11 y 12 de febrero se hará la próxima sesión del comité operativo de la MANE, aunque sin decidir el campus universitario que hará de sede.
Por último, en las conclusiones, la mesa organizativa definió de la siguiente manera la Mesa Amplia Nacional Estudiantil: espacio que reconoce la diversidad y la pluralidad, compuesto por estudiantes que luchan por la defensa de la educación como un derecho y que privilegia el consenso para la toma de decisiones. Además, declara a las asambleas como la instancia decisiva a nivel local y que la Mane es fruto de esos desarrollos locales y no de la imposición sobre los mismos.
Para llegar a esas últimas definiciones se presentaron varios inconvenientes. La relatora repetía y repetía lo acordado y luego, alguien alzaba la mano para manifestar su inconformismo. Así, varias veces. De igual manera, para terminar la plenaria se plantearon los disensos, con el propósito de tratarlos en el próximo encuentro que se hará el 28 de enero en Ibagué, Tolima. Asimismo, se tratarán los puntos que faltó por abordar: delegados para el comité operativo y vocerías de la Mane. Todas las personas aplaudieron nuevamente.
Al final se levantaron de nuevo las voces: «¡Que viva la Mesa Amplia Nacional Estudiantil! ¡Viva! ¡Viva! ¡Viva!». Ya eran casi las tres de la madrugada del 5 de diciembre. De vuelta a las instalaciones de la Universidad Surcolombiana se pudieron observar las consignas dejadas en los muros. Si muchos desconocían que la sesión de la Mane se hizo en la Usco, los grafitis despertaron la curiosidad. «Acá estuvo la Nacho», rezaba uno.
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