La asamblea general de estudiantes citada para la tarde del miércoles fue, paradójicamente signo de avance político colectivo (principalmente durante las primeras horas) y más de la tradicional frustración que dejan estos espacios, sobre todo debido a la incapacidad de discusión y deliberación política civilizada que poseen la mayoría del estudiantado ante la urgencia de la decisión.
Después de las 2.30 pm, luego de que un chubasco pasajero colaborara llenando el coliseo central con más de 600 estudiantes ansiosos por discutir la vuelta a las aulas, entre comunicados de organizaciones y el rumor previo al debate ambientado por tamboras y flautas se escuchaban diversas inquietudes, ¿abandonaremos el proceso de lucha acá también entregándonos a la academia furiosamente a última hora, en plenas pascuas, aún sin garantías para ello, y aún con los críticos problemas de la UT? ¿Continuaremos con un paro que tiene vacías y sin sentido las universidades, y que solo nos alejaría más del objetivo, estratégicamente? ¿Decidiremos los estudiantes no más la suerte de todos los docentes, trabajadores y administrativos? ¿Lograremos algún consenso?; y se oían también algunas propuestas de cronogramas para el retorno a las clases, sin embargo, muchos de los rostros, parecían solo esperar una decisión consensuada, sin más propuestas que su interés personal, (necesito saber si seguimos o no porque trabajo en diciembre, o porque me voy para mi pueblo, o porque que pereza estudiar en navidad, o porque lo que sea; sin embargo ahí estaban, congregados por el frio y la urgencia a la espera de un sonido para que alguien bajara a tomar la vocería del curso de la discusión, la gestión técnica la facilitó SIMATOL, y entonces la mesa se vio realizada, por una compañera que se propuso de relatora y tuvo que abandonar la asamblea a mitad de ella, otro compañero relator, también voluntario, y la compañera Catalina, que en mi opinión ha sido la mejor moderadora que ha visto asamblea alguna de la UT (al menos de las que he participado).
La primera propuesta de unos puntos para el debate fue la siguiente: 1.) Lectura comunicados MANE y MANE en disenso, -discusión- 2.) Reflexión situación interna UT y 3.) Propuestas y decisiones. Sin embargo, como suele ser, la sola escogencia de una metodología, abrió senda discusión que abocó al más cuerdo de los llamamientos operacionales en un espacio político tan delicado, opinión favorable pulgar arriba, y negativa pulgar abajo, metodología que se facilitó mucho el avance de la discusión en buena parte de la reunión. Los comunicados fueron rápidamente leídos y cinco intervenciones de compañeros de la UT que participaron del espacio, contextualizaron la situación nacional. Consiguientemente se pasó a deliberar sobre aspectos internos de la Universidad, a partir de allí se comenzaron a hacer claras las posiciones de las mayorías ecuánimes del estudiantado, unos pidiendo una discusión de como seria el regreso a clases, y otros pidiendo una continuación de un paro local por las reivindicaciones propias de la UT. Las rondas de intervenciones fueron desfilando, el auditorio fue disminuyendo, las posiciones se fueron afirmando y el aire se fue enrareciendo, mientras tanto el Ducuara y el restaurante fueron tornándose los más efectivos escenarios de debate en cuanto se enfrentaron posiciones con la diferencia que se escuchaba al otro, como fue en un principio la asamblea, hasta que en un determinado momento, encapuchados con una bandera del ELN, aparecieron y solicitaron la palabra, que les fue negada por un griterío furibundo y obtuso. A pesar de esto, la discusión continuó, hasta que la paciencia se fue extraviando, como la luz del día que ya a esa hora también se había extinguido.
Los momentos finales de la asamblea fueron dramáticos, la moderadora voluntaria abandonó su puesto por irrespetuosos señalamientos como me lo señalo, dejando el micrófono a una rapiña que parecía de buitres, se vieron tarros volar por los aires, insultos entre compañeros, jugadores de fútbol en medio de un debate que ya no tenía ni pies ni cabeza; la chispa que había desatado el polvorín, había sido la propuesta apoyada por más 460 estudiantes de pasar a una votación que decidiera si habría o no, otra votación para definir el espinoso asunto. El grupo también considerablemente numeroso, pero que no se contabilizó por diversas razones, esgrimió diversas razones entre el desorden que lo caracterizó, la principal era que no había garantías para una votación tan importante, (aún cuando el paro se decidió en una instancia similar). Luego la mesa dijo que no había garantías para una votación y quedaron dos grupos de estudiantes mirándose feo y gritándose hasta de que se morirían; alguien apagó y se llevó el sonido y la última concertación, ya cuando todo el debate político se había echado a perder, y la que se realizará, fue:
Lunes asambleas por programas
Martes asambleas por facultades
Miércoles asamblea general
Se espera que para la próxima asamblea general los estudiantes lleguen con más propuestas que preguntas, y dispuestos a un debate serio, sereno, argumentado y enfocado a lo verdaderamente pertinente, que va más allá de una decisión sobre la continuidad de la academia.
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