martes, 30 de agosto de 2011

Violenta respuesta del Estado a protestas del Sena en la Salada - Caldas



Los estudiantes habían acordado 2 ó 3 días antes realizar una protesta pacífica; era urgente hacerlo, pues los problemas del Centro de Recursos Naturales Renovables La Salada, en el municipio de Caldas (Antioquia); no parecían tener salida y quienes podían resolverlos estaban muy ocupados o no les interesaba. El último asunto que minaba la calidad de la formación en dicho centro era la supresión de los tiquetes de transporte para los estudiantes, que les permitía desplazarse desde Medellín hasta el centro de formación; tal supresión dejaba por fuera de este beneficio a muchos estudiantes de bajos recursos que se trasladan desde sitios lejanos, desde el norte de la ciudad hacia el sur o viceversa.
Los estudiantes consideraban que no era un buen momento para limitar los beneficios, ya que el apoyo en el transporte había determinado para muchos la decisión de haberse matriculado en este centro rural del Sena. Y ahora, después de 6 o 12 meses de estudio, les anunciaban, con cuenta regresiva, que el apoyo en el tema de transporte iba a cambiar, lo que significaba para muchos retirarse y acabar su sueño de obtener un título en el Sena, el que muchos llaman ya la Universidad de los pobres, pues en muchos casos es la única posibilidad de educación superior para éstos.
 Pero este no es el único problema del centro de formación, como lo expresaban los estudiantes en su protesta: “las instalaciones deplorables para estudiantes internos que viven allí (goteras, graves problemas de infraestructura, pocas duchas para muchas personas, ventanas rotas, entre otros), la supresión del dinero que se destina para las salidas pedagógicas, la falta de materiales para el desarrollo de sus competencias, espacios de clase improvisados y en algunos casos inexistentes, acceso a la alimentación por parte de los estudiantes cada vez más restringido, el cambio constante de la planta de instructores, la insuficiencia en la cantidad de aulas para la formación, lo que lleva a que muchas veces recibamos clases en una cancha deportiva y, como gota que rebasó nuestra paciencia, nos quieren quitar los tiquetes para el transporte?”.
Los muchachos y las muchachas de este centro de formación continuaban contándonos que “muchos de los estudiantes vivimos en lugares muy alejados de nuestro centro de estudios, por lo cual dicha determinación (que no nos fue consultada) generaría una avalancha de deserciones escolares y la frustración de cientos de sueños de estudio y progreso; hoy decidimos no seguir callados, inactivos, cómplices. Hemos decidido todos los aprendices actuar como uno sólo en procura de nuestros derechos. No estamos mendigando...¡Estamos exigiendo! Mucha gente ha abandonado sus estudios por desmotivación, decepción del nombre del Sena y por no sentir seguridad de encontrar el nivel académico esperado” - manifestaban airados los estudiantes.

Así que el viernes 22 de julio los estudiantes se dispusieron a realizar una protesta pacífica que comenzó, ya entrada la mañana, con consignas que los estudiantes leían. Cuenta uno de los estudiantes que “primero nos reunimos al interior del centro con todos los estudiantes para debatir sobre las consecuencias de la decisión de reducir el servicio de transporte y decidimos hacer una protesta pacífica para mostrar nuestro desacuerdo frente a la medida y para llamar la atención de los medios de comunicación y la comunidad en general, incluyendo la empresa privada, ya que ellos son los que aportan los parafiscales para que el Sena funcione y tienen que darse cuenta que no se están invirtiendo los recursos en lo que dicen invertir, no sabemos que está pasando con los recursos de nuestro centro”. Después, los estudiantes pensaron que era una buena idea irse para la carretera (la vía que comunica al Valle del Aburrá con el sur-occidente de Antioquia) para llamar la atención, y así lo hicieron. Se pusieron a cantar y a jugar futbol en la vía sin confrontar a nadie, mientras esperaban a los medios y al sub-director del centro, el señor Jhon Jairo Rodas, para encararlo sobre el asunto del transporte y los demás aspectos que están minando la calidad de la formación.

Estando en la carretera llegó un Teniente de la policía de apellido Murillo, al parecer en actitud conciliadora, tomando apuntes y solicitando que se llamara a los funcionarios que pudieran dar respuesta a los jóvenes. Los coordinadores salieron a hablar con los jóvenes y les aclararon que ellos no podían dar ninguna respuesta y que se debía esperar hasta el lunes siguiente para conversar con el jefe. Minutos después se lograron comunicar con el sub-director del Centro pero este nunca hizo  presencia. También llegó el Secretario de Gobierno de Caldas y junto con el “policía mediador” llegaron a un “acuerdo” con los estudiantes: despejar la vía, que hubiera un representante de un medio de comunicación que hiciera registro de lo que estaba pasando, que hubiera un representante de personería o algún defensor de derechos humanos, y, por último, concertación sobre los tiquetes estudiantiles.
El acuerdo se “selló” verbalmente y el Secretario de Gobierno y el “policía mediador” se retiraron. Cinco minutos después los estudiantes observaron que los vehículos que estaban esperando en la vía comenzaron a retroceder y pronto se comenzaron a ver soldados, que desde las laderas cercanas, se asomaban con sus fusiles; después llegó el ESMAD. Cuando los estudiantes los vieron decidieron sentarse en la vía como símbolo de que su protesta era pacífica, pero el ESMAD se les vino encima con gases y los estudiantes, todos menores de edad, tuvieron que correr a refugiarse al interior del centro, tal vez sin contar que los ESMAD podían entrar allí también gaseando. Y efectivamente así lo hicieron por tres horas continuas.

Cuando el ESMAD entró violentamente al centro de formación, los ánimos de los estudiantes se caldearon al ver que su protesta pacífica la habían vuelto violenta a la fuerza y no vieron otra que encenderse a piedra con los policías. El ESMAD lanzaba gases a diestra y siniestra, aún cuando los estudiantes, aterrorizados, despejaron de inmediato la vía y corrieron a protegerse en su centro de estudio, a hacer llamadas a la Personería de Caldas (que no respondió ni apareció), a los bomberos, a la alcaldía, al director regional o a cualquiera que pudiera protegerlos de este atropello.
Rápidamente los heridos resultantes de la huida atiborraron la enfermería, escasa como siempre en recursos, y allí les brindaron atención básica; pero a aquellos que tenían heridas más graves no fue posible atenderlos y fue necesario llamar ambulancias, cuya entrada fue obstruida por el ESMAD, dizque porque los estudiantes de pronto les rompían los vidrios. El resultado fue de 40 personas heridas entre docentes, empleados y estudiantes, la mayoría menores de edad, por contusiones, intoxicación por gas lacrimógeno, golpes físicos y un herido grave por bala de caucho. También daños físicos por parte del ESMAD y el daño ocasionado a uno de los buses del Centro. Esa fue la respuesta que recibieron los estudiantes de la administración del Sena y del Estado en general. Entre tanto, la protesta de los estudiantes del Sena quedó registrada en los grandes medios sólo como un asunto de vandalismo, desviando la atención del público frente a la verdadera crisis en la que se encuentra no sólo ese Centro sino el Sena en general.

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