Con algunas reformas poco trascendentales, el pasado 20 de julio el gobierno de Juan Manuel Santos presentó al Congreso el proyecto de ley de reforma al sistema de educación superior, el cual pretende privatizar la universidad pública, impedir la investigación básica y reducir los contenidos educativos únicamente a los mezquinos intereses de la empresa privada.
Ante tal amenaza debe promoverse el más amplio movimiento de estudiantes, profesores y trabajadores que sepulte esta inaceptable pretensión gubernamental.
Los más de 10 mil estudiantes de la Universidad de Cundinamarca están llamados a jugar un papel de primer orden en el Paro Nacional Universitario a realizarse en los próximos días, así como en todas las actividades que se desarrollen durante éste. Esta crucial batalla decidirá si la universidad se convierte en un vulgar negocio privado o si por el contrario sirve al desarrollo y al progreso material y espiritual del pueblo colombiano.
Como el resto de universidades, la UDEC presenta un sinnúmero de problemas tales como pésimas condiciones laborales de maestros y empleados, precarias condiciones locativas, de laboratorios y bibliotecas y en algunas sedes carencia de tales servicios, etc., factores éstos que constituyen una barrera infranqueable para alcanzar los mínimos niveles académicos e investigativos que contribuyan al progreso de la región y del país. Así mismo, las matrículas y derechos académicos figuran entre los más elevados de la universidad pública, pues oscilan entre quinientos mil pesos y un millón doscientos mil pesos, casi tan altas como en la universidad privada de garaje.
Para poder plantear hoy la privatización de la universidad fue necesario primero imponerle el criterio de la autosostenibilidad, es decir, llevarla a generar una parte cada vez mayor de los recursos económicos que necesita para su funcionamiento, razón por la cual se han venido elevando fuertemente matrículas y derechos académicos. Entre tanto, las sucesivas administraciones nacionales y departamentales asfixian a la universidad al congelarle o recortarle los recursos del presupuesto, lo cual no es impedimento para exigirle cínicamente mayor cobertura.
La situación de la Universidad de Cundinamarca (UDEC) ilustra mejor que nada lo que viene ocurriendo. Veámoslo en el comportamiento que entre 2003 y 2011 han tenido las tres (3) principales fuentes de su presupuesto.
EVOLUCION DE LOS TRES PRINCIPALES COMPONENTES DEL PRESUPUESTO DE LA UNIVERSIDAD DE CUNDINAMARCA (millones de pesos) | |||||
2003 | 2011 | % Variación Total | % Promedio Anual | Inflación 2003/2011 | |
TRANSFERENCIAS NACIONALES | 6.369 | 8.820 | 38.48 | 4.2 | 4.39 |
TRANSFERENCIAS DEPARTAMENTALES | 12.529 | 16.094 | 28.45 | 3.16 | 4.39 |
VENTA DE SERVICIOS (MATRICULA Y DERECHOS ACADÉMICOS) | 9.269 | 16.541 | 78.46 | 8.7 | 4.39 |
TOTAL PRESUPUESTO | 28.167 | 41.490 | |||
NO. DE ESTUDIANTES | 7.746 | 10.331* | 33.37 | 3.70 | |
*10.331 resulta de proyectar el número de estudiantes de 2009 con la tasa del promedio anual de 3.94 |
El cuadro muestra con toda claridad que las altísimas matrículas y derechos académicos tienen un peso enorme en el presupuesto de la universidad, el cual fue de 33% en el año 2003 y 40% ocho años después. Para el mismo periodo la participación de las transferencias de la nación en el presupuesto descendió de 23% a 21% y las departamentales de 44% a 39%, estando incluso por debajo del promedio de la inflación de estos años.
Un comparativo entre la relación de las transferencias de la nación a la Universidad Nacional con el número de estudiantes, y la relación de las transferencias nacionales y departamentales a la UDEC con la población estudiantil, también puede ayudar a comprender la difícil situación de la Universidad de Cundinamarca. La división de las transferencias por el número de estudiantes arroja los siguientes resultados: en la Universidad Nacional, para el año 2003, fue de casi 14 millones de pesos y para el año de 2009 de 18 millones de pesos, para la UDEC fue apenas de 2.4 millones de pesos en el 2003 y de 2 millones de pesos en el 2009. Lo anterior no significa, ni mucho menos, que las cosas en la Universidad Nacional marchen bien, pues a causa de la falta de recursos es claro el retroceso académico e investigativo. De esto dan testimonio las constantes denuncias de profesores y estudiantes.
La aguda crisis que enfrenta la Universidad Pública se explica en el interés de las clases dominantes de mantener en la más completa ignorancia al pueblo colombiano, hecho que, salta a la vista, no solo al querer convertirla en negocio, sino en la desproporcionada distribución del presupuesto nacional, que le asigna al Ministerio de Defensa y a la policía cerca de 16 billones de pesos, mientras que a la Educación Superior solamente 2.2 billones de pesos.
Entre tanto el presupuesto de los Estados Unidos para el sistema educativo puede igualar la suma de los presupuestos de seis regiones del mundo.
Como no podía ser de otra manera, aquello de que “la educación es un derecho de la persona y un servicio público que tiene una función social; (y que) con ella se busca el acceso al conocimiento, a la ciencia, a la técnica, y a los demás bienes y valores de la cultura...”; o que “El Estado garantiza las libertades de enseñanza, aprendizaje, investigación y cátedra…” no son sino meros enunciados de la Constitución de 1991, cuyo real propósito fue permitir, entre otras cosas, que la salud, la energía, el agua, las telecomunicaciones, se convirtieran en filones de enriquecimiento de voraces monopolios, principalmente Norteamericanos. Idéntica suerte le espera a la universidad pública si estudiantes y docentes no hundimos esta indignante reforma gubernamental.
Que nada se interponga con este trascendental propósito. Impulsemos decididamente el más sólido movimiento que dé al traste con la privatización de la Educación Superior y conmine al gobierno a garantizar los recursos necesarios para una educación de calidad.
Por la defensa de la universidad pública, Paro Nacional Estudiantil, Oportuno, Democrático y Consecuente.
Liliana Sanabria Bello
Comité de Facatativá
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