viernes, 29 de julio de 2011

Líder estudiantil habla sobre crisis de la educación superior en Chile


Estudiantes chilenos corren 1.800 horas continuas en protesta por una mejor educación en el país.

Francisco Figueroa menciona cuál es la esencia y los argumentos de la movilización.
Mientras Colombia analiza un proyecto de reforma de la ley de educación superior, en vísperas de su debate en el Congreso, estudiantes universitarios chilenos arriban a más de dos meses de protestas contra la fórmula, incluida en la propuesta colombiana y que en Chile ya está implantada, de permitir a las instituciones educativas convertirse en entidades con fines de lucro.
En el país, algunos rectores de las principales universidades colombianas reiteraron en los últimos días su oposición a esta iniciativa y pidieron al Gobierno tener en cuenta lo ocurrido en Chile.
Allí, el lucro es permitido en las instituciones técnicas desde los años 80. En Colombia, en el caso de aprobarse este punto del proyecto de ley, afectaría la formación técnica, la tecnológica y la universitaria.
Sobre el desarrollo de las protestas en el país austral, EL TIEMPO entrevistó, vía telefónica, a Francisco Figueroa, vicepresidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile (Fech) y uno de los líderes de las protestas estudiantiles.
¿Hasta cuándo va a durar la movilización?
El movimiento está firme y tenemos apoyo de la ciudadanía. Llevamos más de dos meses movilizados; el país en su conjunto ve con buenos ojos las protestas y los chilenos están esperanzados en que las acciones de los estudiantes traigan vientos mejores para el país. Vamos a seguir hasta conseguir nuestros objetivos.
¿Cuál es el eje de la protesta?
Una educación que se encuentra en crisis desde los años de la dictadura, cuando se abrió al sector privado, y que no ha respondido a las necesidades del país. Las universidades del Estado están en crisis por el abandono en que se encuentran. Se amplió la cobertura de forma desigual, pues los más pobres han ingresado a instituciones de baja calidad. Cuatro de cada 10 jóvenes entran a la educación superior y dos de esos cuatro no logran egresar porque viven endeudados.
Esta movilización comenzó por el grado de endeudamiento de los estudiantes. La mayoría accede a la educación superior por la vía de créditos solidarios del Estado o los que otorga la banca, con tasas de interés al borde de la usura.
¿Es muy elevado el porcentaje de jóvenes que actualmente estudia mediante créditos educativos?
Más del 50 por ciento. El 70 por ciento de los matriculados en Chile son de instituciones privadas y esta cifra concentra a los estudiantes de más bajos recursos. Son aquellos que no tienen la posibilidad de acceder a los créditos solidarios con tasas de interés del 2 por ciento que ofrece el Estado y quedan a merced del mercado. Estos estudiantes están fuera de las universidades tradicionales, pero han sido un elemento fundamental de esta movilización.
¿Cómo los afecta el hecho de que estén por fuera de los créditos del Estado y queden a merced del mercado bancario?
Terminan pagando dos y tres veces el precio de la carrera. El promedio varía entre esos dos márgenes, pero hay algunos que terminan pagando más de tres veces el costo inicial y es una realidad tanto en el sistema privado como en parte del sistema tradicional. Como muchos no podían acceder al crédito solidario creado desde el Estado, han tenido que optar por otros créditos con tasas mayores.
¿En qué ha cambiado la calidad de la educación el esquema del lucro?
El lucro ha sido responsable del aumento en el número de matriculados. Con la educación técnica, las instituciones se pueden lucrar desde los años 80, pero esta es de muy baja calidad y está en manos de empresarios privados, que se pueden dar el lujo de quedarse con los excedentes, en vez de reinvertir en sus estudiantes. En ellas estudian los más pobres. La experiencia chilena demuestra que, cuando hay la posibilidad de lucrarse, la ganancia es el fin mismo y se traduce en una disminución de la producción del conocimiento necesario para atender las demandas sociales. El lucro desnaturaliza a las universidades.
Y, en cuanto a la educación pública chilena, ¿qué tal es la calidad?
Esta educación tiene un nivel superior al del resto del sistema, pero con una baja progresiva, porque el Estado la ha abandonado. El 10 por ciento del presupuesto de las universidades públicas proviene del Estado y el 90 por ciento, de sus recursos proviene de ventas de servicios y de matrículas que se les cobran a estudiantes. Esto ha redundado en costos muy altos.
Esta educación desigual, ¿cómo ha impactado la producción de conocimiento en Chile?
Este es el segundo gran tema. No estamos en capacidad de producir conocimiento a la altura de los desafíos del país en su conjunto. Existen incentivos del mercado para la producción de conocimiento, pero el tipo de conocimiento que se genera le es útil al empresario, pero no al propósito de un país que busque saltar de una economía que depende de la exportación de recursos naturales a una que produzca ciencia y tecnología de avanzada.
¿Hasta dónde piensan llegar los estudiantes?
Acabar con el lucro en el sistema básico, medio y superior.
Aunque, por ley, está prohibido el lucro en las universidades, se está presentando. En los niveles técnico y tecnológico se pueden lucrar y queremos acabar con esa posibilidad, porque eso posterga las finalidades educativas primordiales de las instituciones. Segundo, democratizar el sistema en su conjunto y, tercero, que las universidades del Estado sean financiadas por este en un 100 por ciento y que se destinen recursos para la creación de instituciones técnicas públicas de calidad, porque en Chile no existen.
¿Cómo ven la salida del ministro de Educación, Joaquín Lavín?
Al ministro Lavín lo sacaron los estudiantes. No lo vemos como un triunfo, lo consideramos como un éxito relativo en el camino que estamos recorriendo, pues debe haber cambios profundos. El cambio de gabinete que tuvo que hacer el presidente Sebastián Piñera estuvo forzado por la presión de un movimiento estudiantil y social y demuestra que es un gobierno incapaz de responder a aspiraciones colectivas.
En Colombia se está estudiando un proyecto de reforma de la educación superior que permitiría el lucro en el sector...
En Chile está demostrado que el lucro es un fracaso: tienen que ver nuestra experiencia. Llamaríamos a los estudiantes colombianos a oponerse a este punto de la reforma, no podemos permitir un desarrollo desigual en la región.

ANDREA LINARES GÓMEZ
Redactora de EL TIEMPO

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