Andrés Sarlengo
Daniel Filmus fue siempre claro: “Estamos trabajando con grupos empresariales en distintas líneas en educación básica, superior, en la escuela técnica y en ciencia y tecnología [1]”.
En el 2004 en una asamblea del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) el ex Ministro de Educación de la Nación sintetizó su pedagogía: “Me estoy entrevistando con una cantidad de empresarios increíble que piden discutir el tema educativo porque es uno de los cuellos de botellas más importantes para que la economía argentina siga creciendo al nivel que está [1]”.
Educar para el mercado: esa es la filosofía nacional y popular de los K.
Filmus parece repetir lo que la Encyclopaedia Britannica comprende por educación: “La acción del Estado moderno no se puede limitar solamente a la educación elemental. El principio de la “carrera abierta al talento” ya no es un tema de una teoría humanitaria abstracta, una aspiración fantástica de soñadores revolucionarios; para las grandes comunidades industriales del mundo moderno se trata de una necesidad práctica, impuesta por la feroz competencia internacional que prevalece en las artes y en las actividades de la vida. La nación que no quiera fracasar en la lucha por el éxito comercial, con todo lo que eso implica para la vida nacional y para la civilización, debe asegurar que sus industrias puedan contar con una oferta constante de trabajadores adecuadamente dotados, tanto en términos de inteligencia general como de entrenamiento técnico [2]”.
Vale insistir. Filmus otra vez: “Con el grupo Techint, la Asociación Empresaria Argentina (AEA) y la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa (ACDE) estamos trabajando para encontrar núcleos de escuelas técnicas, a las que podamos actualizar tecnológicamente y con las que articulemos pasantías en las fábricas. Nuestro proyecto es que, fuera del horario de clase, las escuelas se conviertan en centros de formación profesional para los que quedaron marginados del sistema educativo [1]”.
En el artículo La deshonra educativa afirmamos: “Pero nada debe sorprendernos. El jueves 30 de setiembre de 2004 La Nación tituló: “Educación y AEA (Asociación Empresaria Argentina) firmaron un convenio. Impulsarán la vinculación de las escuelas con las empresas”. En ese entonces el Presidente Néstor Kirchner anunciaba que enviaría al Congreso Nacional un proyecto de Educación Técnica. Kirchner sostuvo: “Volver a valorar con mucha fuerza la formación técnica de nuestros jóvenes”. Y “Aceitera General Deheza, Acindar, Arcor, Aguas Argentinas-Aguas Córdoba, Bayer, Bridgestone-Firestone, Cencosud, Cervecería y Maltería Quilmes, Coto, Daimler-Chrysler, Dow Química, Edenor, Gas Natural Ban, Grupo Clarín, Grupo Roggio, Fiat, Bagó, LA NACIÓN , Loma Negra, IBM, IRSA, Mastellone, Movicom, Molinos, Quickfood, Petrobras, Praxair de Argentina, Repsol YPF, Roemmers, Techint, Telefónica, Telecom, TN & Platex, Unilever y Volkswagen” le dijeron sí [3]”.
Pero no es solamente Filmus quién merece el castigo de la verdad inmarcesible. En agosto de 2006 el entonces Secretario de Educación de la Nación Juan Carlos Tedesco declaraba en un Foro organizado por la ACDE: “La educación no es una política sectorial sino una prioridad nacional que prefigura el futuro [4]”. Junto a Esteban Bullrich y Axel Rivas (Cippec): Tedesco recibió el aplauso de casi 100 empresarios. Un “futuro” transburgués y mercantil.
“La ley no cambia todo, pero sí algunas cosas”, exclamó Tedesco. Y tiene razón. La Ley de Educación Nacional Nº 26.206 promulgada el 27 de diciembre de 2006 como subraya Darío Balvidares es “discurso progresista mediante, la continuidad de las mismas políticas de reformas (...) Se trata de un embriagante maridaje entre la educación pública y los intereses privados: las grandes mayorías formadas, o mejor, formateadas, al servicio de la producción (de las ganancias privadas) [5]”.
En ¿Compartiendo ADN? Laura Marrone, Vanessa Carril y Soledad Tejera subrayan: “En cuanto al sentido mismo de la Educación, tanto la Ley Federal de Educación como la Ley de Educación Nacional dan importancia a la formación para alcanzar un alto nivel de productividad. Este tipo de formación en un país como el nuestro, con una economía organizada en función del mercado, condiciona las trayectorias escolares, el fracaso, la exclusión, como así también la “inclusión excluyente” y atiende a demandas sectoriales y no sociales”.
En sí: Tedesco fue más sutil que Filmus: “Convertir la educación en una variable para el impulso económico y la formación ciudadana [6]”.
Con todo- es fundamental- señalar varias cuestiones. La “economía competitiva” de los K bien la describe uno de los propietarios de YPF, Enrique Eskenazi: “En primer lugar, está la parte agropecuaria, una de las más eficientes, para no decir la más eficiente de la Argentina y una de las más eficientes a nivel internacional; luego la parte minera, que nos permite asegurar que en los próximos 35 o 40 años la Argentina tendrá la moneda extranjera necesaria para mantener el desarrollo de nuestras industrias; luego, como muy importante, como columna central de las tres columnas, está la energía, e YPF es el símbolo de la energía en la República Argentina [7]”. Soja, minería y petróleo es el modelo K.
Y nada ocurre por azar. El Director Ejecutivo de la Fundación YPF Silvio J. Schlosser aseveró: “Tuvimos una importante cantidad de años en los que la escuela técnica fue relegada. Hoy estamos en un momento diferente, hubo un aumento en la cantidad de alumnos inscriptos, muchos adolescentes ven que la escuela técnica es una forma de acceder al mundo del trabajo (...) Nuestro sueño es que nuestras escuelas técnicas vuelvan a ser prestigiosas y atractivas, con fuerte interacción con la industria [8]”.
YFP -en efecto- desea las escuelas técnicas para sí...para reavivar sus sueños y sus ventas que llegaron en el 2010 a 44.162 millones de pesos [9].
Extraña “economía competitiva”, sorprendente “cuello de botella”.
Tedesco -asimismo- como analista simbólico y prolífico escritor no puede ignorar que a la ACDE estuvo (¿o está?) “estrechamente vinculado un liberal a ultranza, figura de prestigio en los ambientes empresarios transnacionales, abogado, hijo de una familia de la oligarquía, ejecutivo en varias empresas privadas, terco, de contextura aparentemente frágil [10]” llamado José Alfredo Martínez de Hoz.
En resumen: véase los actores que diseñan nuestras políticas educativas: empresarios, asociaciones gremiales, burócratas ministeriales, organismos internacionales e intelectuales al servicio de la plutocracia.
Al conformarse la AEA con más de 47 grandes firmas la primera medida tomada por los capitalistas vernáculos fue presentarse frente al otrora Presidente Eduardo Duhalde con sus demandas. Oscar Vicente (Pérez Companc) en el discurso inaugural de la AEA fue terminante: “Todos deben poner algo (...) Y el Estado deberá poner algo. Las deudas privadas tendrán que estar bajo el paraguas de lo que el gobierno acuerde con el FMI (...) Nos anima la certeza de que debemos trabajar en un sistema económico basado en la libertad de mercado, con la empresa como palanca de recuperación [11]”.
Con la AEA Filmus y Tedesco pactaron cómo educarnos.
La escuela-empresa dirige nuestras vidas.
Quien opine lo contrario que brinde sus razones más allá de descalificarnos como simple e reiterativa respuesta.
Andrés Sarlengo - 20 de junio de 2011 - Contrapuntos
NOTAS:
[1] La falta de capacitación “es un cuello de botella”. La Nación. Miércoles 31 de marzo de 2004.
[2] La educación más allá del capital. Istvàn Mèszàros. Siglo XXI Editores. Clacso coediciones. Setiembre 2008.
[3] Andrés Sarlengo. 25-03-2010
[4] Tedesco: “La educación es una política de Estado que se debe mantener mas allá de quien integre el Gobierno”. Universia. 11-08-2006
[5] Las escuelas de Tartufo. Argenpress. 08-12-2008
[6] Página 12. 02-04-2006
[7] Inauguración de un museo. La visión de uno de los principales empresarios del país. La Nación. 06/11/2010
[8] Adolescentes ven a la escuela técnica como opción para acceder al trabajo. Rosario3.com. 22/10/2010.
[9] Los ganadores y perdedores. Carlos Del Frade. Argenpress-APE. 07-07-2011
[10] Los últimos cuarenta años. Argentina a la deriva. Daniel Muchnik. Capital Intelectual. 2004.
[11] Citado en el ensayo Medios y democracia de Andrés Sarlengo, sub-apartado Libertad de empresa y.... Andrés Sarlengo. Marzo 2004.
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