jueves, 19 de mayo de 2011

Yo quiero estudiar para cambiar la sociedad… …vamos a la lucha



Esta particular consigna, coreada tan fuerte por estudiantes de universidades públicas y privadas, capas de emocionar a más de un parco corazón lleno de indeferencia, no es el conjunto de palabras gramaticalmente vacías, por el contrario, y haciendo alusión al resto de consignas clásicas arengadas en la movilización callejera, son muestra de la participación activa que ejercen los estudiantes colombianos, queriendo hacer parte de las decisiones políticas que afectan a la sociedad. La reforma a la ley 30 del gobierno Santos, es una decisión política que lleva un alto impacto cultural a la sociedad colombiana. Desafortunadamente no es un impacto positivo, es decir no es un cambio en el paradigma ideológico, político y cultural que ha gobernado en la universidad pública a partir del significante precedente constitucional de 1991, que aborda de manera muy supina la privatización de lo público.
La política reformista de la educación pública, agenciada por el Estado colombiano, es clara en su filosofía, al priorizar los intereses burgueses de los sectores más acaudalados. En esta vía, quiero añadir al anterior axioma un punto de vista macro al problema de la reforma de la ley 30, dirigiéndome hacia la participación y rol de los partidos políticos responsables de la privatización de la educación pública; el problema de la privatización de lo público empieza desde las campañas políticas electorales, que auspician las tesis de la inversión extranjera y de la seguridad de la misma, convenciendo al constituyente primario de elegir tal destino  en sus propias economías, en esta medida el problema de la perdida de lo público hay que tomarlo desde nuestro propio sistema de participación política o de nuestra democracia participativa, donde el pueblo sumergido en la entera desinformación, avala el rol de los partidos tradicionales que aseguran tal participación democrática, en la coyuntura electoral y que al final son los responsables de agenciar la privatización. Esta situación evidencia, que, asegurar la inversión financiera supuestamente como propósito de bienestar general en la sociedad, es en esencia la seguridad del capital de unos pocos empresarios y que los intereses de las mayorías, no es el mismo que el de los partidos políticos de la burguesía colombiana, que pone en boga la necesidad de aprobar tales tesis económicas.
Y siendo este el modelo único y legitimo de transporte de ideas a  las instituciones del Estado para la toma de decisiones, es necesario reaccionar desde esta parte. Anthony Downs nos plantea una interesante y resumida perspectiva de tales funciones, de tales organizaciones políticas que transportan ideas a las instituciones del Estado para la toma de decisión jurídica, legislativa y ejecutiva, con la finalidad de mantener en el poder político a la corrupción, a la hostilidad de genero, racial y de clase, al desinterés por los otros que son muchos, y a la privatización de lo público, que desmoronan así, culturalmente a una sociedad como la nuestra. En efecto, tal intervención es para comprender que no debe asumirse los actos gubernamentales  desde la supuesta ignorancia de la formulación política de estos, si no más bien de actos políticos de un gobierno que sabe lo que hace.
En una democracia los partidos políticos formulan su política estrictamente como medio para obtener votos. No pretenden conseguir sus cargos para realizar determinadas políticas preconcebidas o de servir a los intereses de cualquier grupo en particular, sino que ejecutan políticas y sirven a grupos de intereses para conservar sus puestos. Por lo tanto su función social (que consiste en elaborar y realizar políticas mientras se encuentran en el poder) es un subproducto de sus motivaciones privadas (que buscan obtener la renta, el poder el prestigio que supone gobernar). (…) en una democracia, esta hipótesis, supone que el gobierno siempre actúa para maximizar su caudal de votos; es un empresario que vende política a cambio de votos en lugar de productos a cambio de dinero.[1]
Esta corta reflexión se hace con el fin de dar a entender someramente las actitudes, y los roles de los partidos políticos que representan al gobierno  de unidad nacional, que empoderan reformas ligadas a la privatización de lo público, como es el caso que padece la educación superior colombiana. La diferencia de los intereses (sociedad civil y la sociedad política o de partidos-  y  sociedades económicas) en el sentido de lo  que se requiere para una mejor educación superior en Colombia parte de perspectivas distantes, según los intereses de clase. Mientras la sociedad política o el gobierno, concibe a la institución educativa como una institución económica con los principios que autorregulan el mercado, para inyectar capital privado que supla la intervención económica en responsabilidad del Estado, esta visión puesta en práctica tiende a ofertar la educación a los que pueden acceder a ella, es decir a los que pueden pagar, esto significa desproteger a los sectores menos favorecidos, a nuestros pobladores de las periferias urbanas y rurales. La postura de la sociedad civil colombiana, es que el Estado asuma su entera responsabilidad por garantizar la educación pública y de calidad, en ves del financiamiento de la guerra. En efecto los intereses de clase se distancian en el plano de la maximización de los beneficios sociales, que responden paradójicamente como en otras coyunturas a intereses foráneos, orientados por la economía mundial y de los grandes mercados.
¿Cuál debería ser la respuesta de la sociedad civil colombiana en cabeza de las organizaciones políticas estudiantiles?
Cambiar la sociedad colombiana, parte de un riguroso papel de los actores sociales en su tarea de edificar un nuevo orden político y cultural donde la sociedad civil cohesione a la sociedad en su amplitud, en su magnificación plural, definiendo así el devenir histórico de nuestros pueblos, con autonomía y control propio acerca de lo que decidamos siendo las gentes los propios protagonistas en comunión con el amplio movimiento social y político colombiano. Esta  sociedad civil forma el tipo de ideas, cultura, percepciones, filosofías, entroncándose también con las demás visiones del mundo, manteniendo una férrea lucha en este escenario político con las ideas burguesas del reformismo sin trascendencia, de las ideas de la autonomía de los mercados, de la privatización, caracterizando así la lucha ideológica y cultural en el seno de la sociedad civil. Es en esta lucha ideológica, donde hay que ganar el consenso de las mayorías la hegemonía de una nueva cultura,  al plantear nuevas rutas en el desarrollo de la toma de decisión política, ganándole así el pulso al democratismo burgués que quiere apoderarse del escenario de la sociedad civil impulsando el inmovilismo de la no-critica que tiende a la aceptación del régimen.
En este sentido, nuestra cultura además de ser constantemente deformada con las apariencias que los medios masivos de comunicación presentan como realidad social, es además amenazada con las iniciativas de privatizar la educación pública superior, asegurando en el futuro la cultura de la violencia y más violencia, al privatizar la educación en un país con millones de jóvenes que tanto necesitan de la educación formal.
En esta coyuntura de privatización de la educación pública existe por supuesto condiciones óptimas para el contraataque al reformismo, en esta situación se pueden encontrar varias líneas fuertes y generales para la agitación entre las cuales se destacan las siguientes. En primer lugar no se cuenta con la participación de la comunidad en general, lo cual en derecho es indispensable para el trámite de la reforma. En segundo lugar y así mismo la reforma cuenta con innumerables inconsistencias o vicios de forma y de fondo que generan ambigüedad frente al reconocimiento de ¿cuales son las instituciones responsables, de llevar a cabo con integralidad la misión de la educación superior en la sociedad colombiana?. La cuestión de la privatización de la educación puesta como ley de la república, y finalmente el avasallamiento de la autonomía universitaria por el capital privado criollo y extranjero.
Están las condiciones, como en otros escenarios, lo que no se ve es que en realidad los sectores políticos universitarios asuman esta tarea con ideas nuevas, dicho de otra forma, lo que se espera es que las acciones colectivas de la sociedad civil en defensa de la educación pública superior se comporten en un ambiente distinto. Es decir existe una gran audiencia de gentes que están interesadas en la participación de la movilización, y es necesario que aparezcan en la arena política formas creativas no dogmáticas de combinar las distintas iniciativas para evitar así la deserción de la movilización a causa de la incompetencia que no permite crear. Así como son usuales y vueltas prácticas acostúmbrales los mecanismos de participación donde los partidos políticos acceden al poder para soportar los intereses del capital privado, así mismo son conocidas las acciones de los sectores organizados que se comportan de la misma forma como hace dos décadas. Se espera que el comportamiento de las organizaciones políticas estudiantiles no cumpla el papel de los partidos tradicionales que se alejan cada vez más de los intereses sociales de la mayoría.
Para cambiar la sociedad hay que empezar por reconocer que las formas tradicionales de movilización, ya caducas, están interrumpiendo el desarrollo histórico de las conclusiones de la movilización de masas en el estudiantado y a esto me refiero a la estructura inoperante de los grupos políticos que instrumentalizan las organizaciones del gremio de estudiantes a sus antojos, asfixiando las iniciativas propias y colectivas de otros seres humanos que quieren aportar desde otra perspectiva, impidiendo así que la unidad del estudiantado sea un hecho real. Esta conducta esta llamada a fenecer junto con las reformas privatizadoras.
Si queremos un cambio para nuestra sociedad hay que empezar por cambiar estas tácticas, y empezar a explorar la posibilidad de expresar las ideas de universidad pública en otro lenguaje, partiendo del hecho de la agenda de movilización que es tan amplia y en donde cabemos tod@s: hay agenda para el tropel, para la discusión foro, para la pelea parlamentaria, para la marcha pacífica, y siendo consecuentes con la postura de hablar en otro lenguaje ya es necesario LA PRESENTACIÓN A LA SOCIEDAD COLOMBIANA DE UNA ORGANIZACIÓN DE ESTUDIANTES UNIVERSITARIOS ÚNICA.
En definitiva la postura es acceder a nuevos escenarios, críticos verdaderamente AMPLIOS, participativos, de información contundente, y transformadores de las clásicas relaciones entre organizaciones políticas y estudiantado, donde el estudiante sea cantera de los plausibles cambio culturales que espera sean puestos en marcha por el bien de la sociedad colombiana. Esto es con perspectiva a futuro de un cambio radical en el sistema político colombiano, construyendo POLO opuesto al del capitalismo salvaje, generando condiciones optimas para el desempeño de una verdadera democracia participativa, económica, cultural con la capacidad de incluir a tod@s en el proyecto nuevo de sociedad colombiana.
MiguelAngelo

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