Desde las entrañas del show mediático, avanzan los pasos legitimadores de la represión y la criminalización de la resistencia estudiantil. Los últimos titulares de la prensa de la oligarquía colombiana sobre el movimiento anti-privatización de la educación superior, son prueba despejada, del sesgo y la parcialidad de estos cuando de los intereses del pueblo se trata, bien dice la sabiduría popular: No se les pueden pedir peras al olmo. Los medios de comunicación, han construido sus distintos marcos de referencia y de mala información, desde la condición malsana de ilegalidad y terrorismo del movimiento estudiantil, que podemos catalogar como una acción criminal y deliberada de estos contra la humanidad de los dignos/as defensores de la educación pública.Los diferentes titulares de: El Tiempo, El espectador, La revista semana, Caracol y RCN (Radio y televisión) etc. Han hecho especial acento en el disturbio, para ocultar, aislar o provocar un rechazo social a lo justo y razonable, construyendo falsos imaginarios sobre los nudos del problema, la esencia del conflicto o los elementos de fondo de las reivindicaciones de los universitarios. Por otro lado, sus marcos están surcados por la idea de la particularidad y la dispersión, con el destino de romper los lazos construidos por el movimiento desde la mirada Holísticos e integradora de la penosa situación que padece desde hace muchos años la educación superior en el país.
Hemos sido testigos de las artimañas del establecimiento para frenar el auge de la movilización e imponer sus pretensiones en las universidades, vuelven a nosotros las dolorosas imagines del 24 de octubre del año 2.006, en las instalaciones de la Universidad del Atlántico, donde fueron víctimas de un atentado terrorista de Estado, ocho (8) estudiantes, de los cuales cuatro (4) fallecieron, DREIVER MELO Estudiante de Derecho, YURI MARTINEZ Estudiante de Historia, DARWIN PEÑARANDA Estudiante de Historia, JOSÉ SABALLET Estudiante de Biología. Los lamentables sucesos acaecidos hace pocos días en la Universidad de Nariño, refleja un patrón similar, por no decir igual a lo ocurrido en la universidad del atlántico, donde se encontraron en el lugar de los hechos residuos de explosivos de uso privativo de las fuerzas militares. Como este, son muchos los casos donde el asesinato, la desaparición y la tortura son las vías preferidas del establecimiento para la intimidación social y la impunidad, por no hablar de las ejecuciones extrajudiciales, de los asesinatos de líderes políticos y sociales, las masacres al campesinado auspiciadas por las fuerzas militares, etc. A los medios que no traten de ocultar la responsabilidad del Estado en tan luctuosa situación, que motiva el rechazo general y reafirma el compromiso de los defensores de la verdad.
Ya se escuchan las trompetas y los alaridos del orden, con un Santos posado como pacificador neoliberal y un Naranjo cruzando datos a la embajada Norteamericana para quedar bien con los jefes antes de iniciar la embestida. Con los/as universitarios/as colocados/as por los medios de desinformación en condición de menores de edad, de limitados para el ejercicio de la reflexión, frenéticos/as entes poseídos/as por los espíritus de lo inadmisible, roedores encantados/as por el somnífero coro de las flautas de los/as “agitadores/ras profesionales” (manzanas cosechadas por el terrorismo y la delincuencia), no queda otra vía para el régimen, que la represión protector y criminal, como ya las anuncian los gendarmes del mercado “libre”. Pero las dignidades y valores que han despertado a este generalizado movimiento, es la expresión de la heroica respuesta al despojo sistemático del que han sido víctimas todos los hogares colombianos.
La generación a la que pertenece este movimiento, es la generación sin garantías económico-sociales, con libertades políticas y civiles restringidas o inexistentes, herederos de un país sin empresas públicas, sin oportunidades laborales, destinados al destajo por las OPS, desgarrados por la guerra y la expropiación de sus territorios, hijos/as de padres o madres que han muerto en espera de su merecida pensión. Hoy vienen a terminar la tarea contra la universidad pública los amateur de las escuelas neoliberales, pero tienen claro que hay una rara especie que se reíste al autoritarismo y la tiranía, que no tiene nada que perder más si todo por conquistas, esa rara especie se forja de otras épocas, se alza beligerante contra el terror y el miedo que liquida la esperanza, una especie heredera de luchadores y luchadoras sociales que han honrado con su vida el camino de la transformación social de nuestro país, defensora de otros mundos posibles, que se alimenta del diáfano anhelo de justicia y Libertas.
¡Que vivan los y las estudiantes!
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