Por Róbinson Úsuga Henao y Jorge Caraballo Cordovez
En el terreno de lo político, Fabio Giraldo Jiménez es uno de los profesores que más ha pensado la Universidad. Giraldo, reconocido por su franqueza y su trabajo académico en la dirección del Instituto de Estudios Políticos, le habló a Qué Pasa UdeA y De la Urbe sobre supuestas tensiones entre esta institución educativa y la Gobernación de Antioquia, y sobre los actores de poder en la UdeA
Nada bien, como era de esperarse, dado que digo cosas en público sobre la vida pública de las que todos hablan en privado. Pero mis opiniones no son infidentes porque son responsables, son fruto del conocimiento; son descriptivas y no mal intencionadas. No cargo grabadora sino información y teoría. No estoy hecho para ser adocenado ideológicamente aunque institucionalmente sea muy ordenado.
¿Usted insiste en que hay tensión entre la administración de la Universidad y la Gobernación de Antioquia?
Indudablemente, hay una tensión muy fuerte entre el Gobierno Departamental y muchos sectores académicos, gremiales e institucionales de la Universidad, que en algún momento incluyeron a la Rectoría. Por la información que tengo las relaciones entre la Rectoría y la Gobernación se han resuelto. Sabemos también que existen sectores de la Universidad que apoyan la posición del Señor Gobernador porque están de acuerdo con que trate a la Universidad como un problema de orden público. Sin embargo, otros muchos, como yo, consideramos que es atentatorio contra la misión de la Universidad ahorcarla presupuestalmente para dirimir conflictos de interés coyuntural y tratarla como asunto de orden público porque la Universidad pública es asunto de Estado y no de gobierno y mucho menos de gobierno departamental.
Pero debo decir que también existen poderes políticos internos y grupos violentos que no pocas veces atentan contra la estabilidad de la Universidad. Y ello legitima a veces posiciones como las que tiene el señor Gobernador, lo cual para mí es un infortunio.
¿Por qué cree que la Gobernación no ha destinado los recursos que le debe a la Universidad, siendo su obligación hacerlo?
Hay una especie de presión, que yo considero chantaje por vía de presupuesto. Empezando porque le piden a la Universidad mayor cobertura con el mismo presupuesto, lo cual desbalancea bastante la relación entre la calidad y la eficiencia. Le piden eficiencia a la Universidad, y no la miden en términos académicos y sociales.
¿Cómo se manifiesta ese desbalance?
Hemos creado una Universidad con el mejor de los éxitos en investigación. Indudablemente, hay que persistir en esa dirección, pero hay un desbalance en la docencia. No hay que descobijar una parte para cobijar la otra. El frío entrará por algún lado. Por ejemplo, se han contratado casi cinco mil profesores de cátedra, que no tienen las condiciones salariales ni la disponibilidad asistencial para atender a los estudiantes como debería hacerse. Pueden estar muy comprometidos con la Universidad, pero es posible que cada vez se resistan más a ser profesionalmente eficientes por las condiciones con que el Estado y los gobiernos los retribuyen por su profesión. Y hay que pensar en los estudiantes.
El domingo siguiente a la publicación de su entrevista, el rector Alberto Uribe escribió a El Espectador desmintiendo sus aseveraciones. Dijo que las relaciones entre la Universidad y la Gobernación son de completa sinergia. ¿Usted qué opina de esa respuesta?
La entrevista fue publicada 23 días después de haber sido realizada y en coyunturas distintas, lo cual es una inmensa irresponsabilidad del periódico. Con toda seguridad al señor Rector le enojó porque entiendo que hoy existe una sinergia total con el Gobernador. Pero por las informaciones que poseo, no puedo desmentirme en relación con mi opinión en el contexto en el me fue hecha la entrevista.El domingo siguiente a la publicación de su entrevista, el rector Alberto Uribe escribió a El Espectador desmintiendo sus aseveraciones. Dijo que las relaciones entre la Universidad y la Gobernación son de completa sinergia. ¿Usted qué opina de esa respuesta?
¿Cómo ven los dirigentes políticos a la Universidad de Antioquia? ¿Por qué se interesan en ella?
A la Universidad de Antioquia la ven como un problema y como una ocasión para hacer política cuando se acercan las elecciones: “Dejemos la comuna 13, cojamos la Universidad de Antioquia”, piensan los políticos, porque son 35 mil familias (de 35 mil estudiantes) que presionan por la Universidad abierta.
Si cierran la Universidad de Antioquia llega un político y dice “yo la abro”. Y si hay un problema el otro dice “yo la cierro”. Y entonces los padres, que son muy celosos de la eficiencia (los hijos no), se fijan en él. Eso lo saben los políticos. Son cosas de sentido común que en la política funcionan bastante bien. Es una estrategia. Si el señor Gobernador va por todo, parte de su éxito está en el hecho de que se muestre como pacificador de la Universidad y en la medida en que desde adentro de ella le den motivos, tendrá más éxito.
Pero permítame decirle que más que lo que el señor Gobernador pretende, me molesta sobremanera que un político muy conocido por ser “el rey de la cajita de fósforos” y ex- rector de la Universidad (Luis Pérez), por tanto responsable de su pasado y de su futuro, haya dicho de ella que es una olla con cursos de extensión. Nunca me había sentido tan humillado de tal cinismo irresponsable.
¿Cómo se imagina el Rector con el que el Gobernador se sentiría a gusto?
(Se ríe) Alguien que sea o quiera ser o actúe como un miembro de su gabinete y de su equipo político. Yo tengo un problema con este tipo de preguntas y es que soy muy franco.
Tengo la idea sincera de que la Universidad debe defenderse de los problemas internos y de las presiones externas que padece, aunque las condiciones actuales son muy difíciles, con todo y que hemos salido de dos crisis este año.
Creo que hay que llamar la atención al Consejo Académico, que es el poder interno en la Universidad. No es el Consejo Superior. El Académico es el que tiene que tomar decisiones claras y precisas. Deberían rascarse las pulgas y decir que son ellos quienes tienen el poder de la Universidad. A mí el Consejo Superior me parece que está conformado por personas muy ajenas a la Universidad. Es gente que opina y decide pero que no conoce sobre ella. Y hay una gran diferencia entre opinar, decidir y conocer. Un Rector impuesto resuelve un problema para unos meses y le deja a la Universidad un problema para años.
Usted habla de defender la Universidad, ¿defenderla de qué y cómo?
De los políticos de afuera y de los políticos de adentro. Los de afuera tienen que ver con el poder de los partidos políticos y de los poderes gubernamentales de turno. No porque la universidad sea independiente de la institucionalidad o un mundo legal aparte, sino porque la universidad depende fundamentalmente de su autonomía académica aunque sea financiada por el Estado: en efecto, el conocimiento no puede depender de los partidos políticos o de los grupos de poder aun cuando sea financiada por el Estado, no por los gobiernos de turno.
Y defenderla también de los grupos políticos que se mueven adentro. No hay que olvidar una cosa: los extremos se tocan. La extrema derecha y la extrema izquierda terminan coincidiendo, porque ambos actúan sobre la base de que hay que llevar al límite las contradicciones para hacer la revolución o para conseguir réditos políticos. Entonces las provocaciones pueden venir de cualquiera de los dos lados. Y terminan coincidiendo en el fin de tomarse la Universidad para sus propios fines usando cualquier medio. Por eso no hay que hacer caso a las provocaciones.
Por fortuna lo que he visto en la Universidad en los últimos días es que es posible revitalizar fuerzas de adentro que sostienen la institucionalidad, no los gobiernos de turno. Hay que destacar la manifestación de los estudiantes el jueves 11 de noviembre cuando sacaron a la policía sin más empellones que los normales, evitando lo que podría haberse convertido en una desgracia. Eso es muy valioso. Ese día estuvo a punto de ser tragedia, porque lo único que falta en la universidad es un muerto. Y alguien lo está buscando, desde afuera, o desde adentro.
¿Qué características debe tener un rector de la Universidad de Antioquia?
El rector ideal de una universidad es el que tenga independencia de criterio académico, carácter para mandar, seguridad presupuestal proveniente de una política pública estatal y, por supuesto, los aditamentos carismáticos que necesita alguien que gobierne y que incluyen conocimiento, fortaleza de carácter y lo que el cuerpo da.
Atentan contra ese ideal el hecho de que hoy se ha perdido mucho el poder político del Consejo Académico de la Universidad. Tenemos muy buenos gerentes.
¿Qué le falta al rector actual?
(Se ríe) Ya lo he dicho públicamente. El Señor Rector tiene un acumulado administrativo que no se puede desconocer. Pero considero que podría acceder a mayor legitimidad interna si se corrigen algunos errores.
¿A qué errores se refiere?
A que no se llame a tiempo a grupos de poder equilibrantes en el interior de la Universidad con propósitos definidos y con agenda segura. Asociación de profesores, Asociación de profesores de Cátedra, grupos estudiantiles y gremios sindicales y estudiantes. Hay al menos nueve grupos de estudiantes en la Universidad que se quejan por la falta de audiencia.
Más 35 mil universitarios firmaron una encuesta para que la Universidad se abriera. Y eso cualitativa y cuantitativamente es un caudal de opinión ciudadana que no se puede desatender porque se les traiciona.
¿Por qué habla de traición?
Porque cuando una encuesta ofrece un respaldo de la magnitud y de la calidad que tuvo la que hizo el consejo académico se tiene que actuar en consecuencia, en el sentido en que la respuesta a la encuesta no es solo un plebiscito sino un mandato. Si se ofrece y se pide universidad abierta, no es el cuenta gotas de ahora: es muy maluco para profesores, estudiantes y visitantes hacer media hora de fila para entrar a la Universidad, por ejemplo. Y si hay justificación en relación con esas medidas, pues que las hagan públicas para ver si las entendemos y las compartimos.
¿Qué medidas considera pertinentes para aliviar las tensiones entre los poderes internos de la Universidad?
El Rector y su equipo deben ser inteligentes para conversar, y hacerlo seriamente, incluso para negociar solicitudes que no son tan significativas presupuestalmente pero sí políticamente. Y además hay un silencio sepulcral con todo.
Los profesores de cátedra, por ejemplo, no piden demasiado, que se les escuche. Que tengan una seguridad en la carrera profesional que los blinde de las discrecionalidades de cada jefe de turno. Que se les reconozca el estatus en asuntos tan concretos como que se les permita hacer posgrados con financiación compartida o que les paguen el paro.
La Asociación de Profesores no pide nada distinto, hasta ahora, que una nueva forma de organización de la Universidad: mayor democracia, menos verticalidad, nuevas formas de elegir a los decanos o a los rectores.
Y grupos significativos de estudiantes piden audiencia. No digo nada de los venteros informales e ilegales aunque conozco que se hacen grandes esfuerzos por solucionar este problema. Eso sí, con los jíbaros y narcotraficantes yo nunca negociaría: para ellos derecho penal con todas sus consecuencias incluido el debido proceso.
¿Por qué cree que hay una ruptura entre las directivas y otros estamentos?
Todavía no es definitiva pero cada vez es más abierta. Es por falta de política. Uno como gobernante no puede mirar solo para arriba, sino también para abajo.
¿Usted cree que las directivas han facilitado mecanismos de participación para los estudiantes?
Muy incipientes. Hay conversaciones sectoriales, de facultades. En Derecho hay conversaciones, sé que también las hay en Artes, Medicina y Salud Pública. Pero es que no entienden una cosa: una bomba o un disturbio no daña a una facultad sino a toda la Universidad. Tiene que darse una conversación a nivel universitario.
¿Quién representa a los estudiantes de la Universidad de Antioquia?
Nadie con legitimidad. Hay una opinión sorda que apenas empieza a manifestarse, y esto es bueno políticamente. Ojalá todo el mundo dijera lo que piensa, lo que siente y lo que quiere, para saber en qué estamos. El problema con la Universidad es que apenas ahora la estamos escuchando.
¿Los estudiantes necesitan que alguien los represente?
Claro. Lo peor que le puede pasar a una universidad es no tener movimiento estudiantil organizado. El de nuestra Universidad se ha perdido, no lo tenemos. Hay asamblea, pero ella crea voceros, no representantes. Las vocerías son siempre muy subjetivas, circunstanciales, inestables. Eso para la institucionalidad es peligroso.
¿Cree que la encuesta que hizo el Consejo Académico puede darnos luces de mecanismos de participación estudiantil?
En la historia que yo conozco, esta es la más representativa muestra de opinión universitaria en la que se expresan los mudos de siempre.
¿Qué piensa de algunos voceros de la Asamblea de Estudiantes que llevan más de veinte semestres en la Universidad?
Me gusta la democracia participativa. Pero parto del supuesto según el cual la democracia participativa puede ser tan dañina como la representativa, como lo demuestra el hecho de que hay gente que cree que puede entrar a la Universidad a hacer política y no a estudiar.
Un ejemplo. Hay más o menos 1300 estudiantes en la Universidad que tienen dos y hasta tres carreras de pregrado; han cursado entre 16 semestres y 26 semestres. Es decir, hay estudiantes profesionales. Uno de los más connotados líderes estudiantiles lleva 26 semestres en la Universidad y ese es un rollo bastante antidemocrático porque en una universidad pública 1300 cupos son muchos en relación con los que ofrece la Universidad en cada convocatoria.
Usted habla de la importancia que tienen los actos simbólicos en la recuperación de la Universidad. Ese jueves 11 de noviembre, en el acto de desagravio que se hizo junto a la Biblioteca Central, llegaron estudiantes con carteles que rechazaban todas las formas de violencia, y fueron consecuentes, rechazando sin violencia al Esmad cuando éste ingresó a la institución. ¿Usted cree que la violencia puede hacer parte de una comunidad universitaria? ¿Que los grupos violentos pueden llamarse universitarios?
Hay quienes dicen que la violencia es la continuación de la política por otros medios. Yo todavía considero que la violencia es contraria a la política. Son concepciones políticas y éticas totalmente distintas. Para mí prima la idea de que la política es contraria a la violencia aunque tengamos que convivir realmente con su relación. Una cosa es que sean reales y otra que se justifiquen.
Me congratula el hecho al que usted alude porque en él veo la diferencia entre los llamados capuchos tropeleros que tumbaron una cámara (eso es absurdo, porque hay cámaras en todos los regímenes políticos de izquierda y de derecha), y estos muchachos que un par de días después salieron con capuchas de papel, hicieron paradas militares simbólicas, tocaron tambores y fueron y cubrieron una cámara. Esos actos simbólicos son muy significativos de las diferencias políticas en la Universidad de Antioquia. Yo le apunto a la idea de que en la Universidad no debe haber violencia. Muchos ven en ese hecho una tontería romántica y hasta pequeño-burguesa. Ojalá la vida estuviera hecha de esos hechos. Yo sigo enamorado de la vida aunque la realidad me insulte. Por supuesto la realidad es distinta y contra esa realidad seguiremos defendiendo el papel de la Universidad pública, hecha para que en ella estudien con calidad, miles de personas que sólo por razones económicas no podrían hacerlo.
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