Mauricio Alviar lleva
un mes en la rectoría de la Universidad de Antioquia, uno de los cargos más
importantes del país. Su propuesta de gobierno en el claustro académico
representa, claramente, los intereses neoliberales del anterior mandato de
Alberto Uribe Correa con una diferencia: Alviar es más contundente. Presentamos
a continuación un análisis del “nuevo momento” del Álma Mater.
Por Felipe Meneses*
Luego de tanta
expectativa en la comunidad académica, de múltiples reclamaciones por parte de
algunos estudiantes sobre la posible reelección, de una sentida voz por parte
de los estamentos reclamando nuevos modelos democráticos dentro de la
institución y de una contienda política (porque es política más que académica,
y está determinada por intereses externos a las necesidades de la Universidad),
el 24 de febrero pasado el CSU (Consejo Superior Universitario) tomó la
decisión de designar rector de la Universidad de Antioquia a Mauricio Alviar,
profesor de la Facultad de Ciencias Económicas.
Un hombre con una
hoja de vida íntegra y completa, un académico desde todo punto de vista y un
ser que ha vivido y convivido con la academia. Sin embargo, esta designación no
se acoge de muy buena manera dentro de la comunidad universitaria puesto que se
sigue sintiendo un sinsabor pese a los cambios de administración y a las nuevas
iniciativas.
Son múltiples los
elementos que hay que tener en cuenta a la hora de analizar este nuevo periodo
que entrará en ejercicio; desde el punto de vista académico programático, la
idea de universidad que encabeza el rector designado no es muy prometedora, ya
que sus propuestas no se presentan como las más idóneas en un contexto de
crisis educativa. Propuestas como transformar el examen de admisión, proyectar
3 semestres en un año o implementar los ciclos propedéuticos hacen parte de su
campaña “la calidad educativa”, no obstante, surge una pregunta fundamental
¿son realmente estas las soluciones a la crisis de calidad?
La calidad es
evidentemente uno de los problemas más graves que hoy atraviesa la educación
superior, pero cambiar un examen de actitudes a uno de conocimientos conllevará
a que se restrinja el ingreso de estudiantes de colegios públicos a la
universidad pues, si somos sinceros con la lectura del momento, uno de los
grandes impedimentos de la educación superior, es la precaria educación
secundaria del país. Es decir, las propuestas del señor Alviar apuntan a
consolidar una idea de educación para el mercado internacional, para el
capitalismo globalizado y para las necesidad de las potencias mundiales y las
organizaciones multilaterales (OCDE – BM) que ven en Colombia una gran reserva
de recursos para avanzar en esta etapa de transición del capital, la cual
apunta a consolidar un sistema integral en el que los países cumplan una
función específica que, contraria a solucionar las necesidades concretas,
pretende acrecentar la brecha económica que sumerge a nuestra población en una
pobreza disfrazada de progreso.
Asimismo, en términos
políticos, la revista Semana ha venido construyendo un discurso de “renovación”
en la rectoría de la Universidad de Antioquia, pero no lo es tanto al momento
de saber que los votos del nuevo rector fueron la suma de los esfuerzos del
santismo, el fajardismo y el representante de los exrectores, quien fuese
pre-candidato a la gobernación de Antioquia por el centro democrático. ¿Cuál será, entonces, la función de Mauricio
Alviar con relación a esta jugada política que de ninguna manera es
coincidencia? Clara respuesta es la implementación de la política educativa
enarbolada por el gobierno y plasmada en el Acuerdo 2034 y en el Plan Nacional
de Desarrollo que tiene a la educación como una de las puntas de lanza para
construir el proyecto de gobierno de la segunda era de Juan Manuel. Estos
argumentos suenan, desde cualquier punto de vista, como un ejercicio
conspirativo o especulativo, pero la experiencia colombiana de la política nos
ha enseñado que nada pasa por que sí y que en la vida hacerse con espacios de
poder significa avanzar en la construcción de un país al servicio de algunos
intereses.
Con Alviar, del que
apenas se conocen algunas de sus propuestas y se enuncia su trayectoria
universitaria, nos espera otro panorama, sin embargo, es necesario que resuene
en todos la urgencia de ampliar los elementos democráticos dentro de la
Universidad de Antioquia, de hacer de la voz de los diferentes estamentos una
herramienta de poder real que pueda incidir en la toma de decisiones que van a
construir el futuro de la institución. El momento político actual nos llama a
estudiar y a luchar, de manera propositiva; es momento de trascender de la
oposición a la propuesta, es momento de demostrar que una universidad
democrática y realmente plural sí es posible.
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